La parada que precedió al 0-1 de Iago Aspas no forma parte de la normalidad. Ter Stegen atraviesa por tal fase de inspiración que condiciona el ánimo de los partidos del Barça casi tanto como el propio Messi. Pero el RC Celta, muy bien preparado para el Camp Nou por Juan Carlos Unzué -segundo técnico azulgrana hasta hace unos meses-, no le perdió la cara al juego ni tras las impresionantes exhibiciones, acaecidas durante la primera mitad, del «1» y del «10».
El plan celeste pasaba por eludir el repliegue el mayor número de minutos posible proponiendo una presión adelantada cada vez que le era factible. En pos de ello, orquestó un 5-3-2 cuando no tenía la pelota que adoptó un comportamiento singular y definido: había tres centrales (Mallo, Fontás y Gómez/Roncaglia) pero sólo dos de ellos cerraban de verdad formando la zaga, pues uno, el restante, saltaba de la misma para acudir a la persecución de Messi tan lejos como fuera necesario. Algo que, durante 15 minutos, funcionó a Unzué.
Maxi Gómez, muy arriba, sacó a Piqué de la lucha contra Aspas.
Con balón, el Celta también mostró una estrategia adaptada al líder. En este caso, el ajuste consistía en que los interiores Jozabed y Brais abrían sus posiciones, ensanchaban el ataque y generaban situaciones de superioridad 2×1 en banda descompensando así los duelos originales, que eran Alba contra Wass y Sergi Roberto contra Sisto. Como consecuencia, Rakitic e Iniesta hubieron de bascular más hacia los costados e Iago Aspas encontró espacios en la línea de Busquets para crear serio peligro. Paulinho, quien debía haber leído la situación y ajustado sobre el crack de Moaña, no se percató y persistió enfocándose sobre Lobotka pese a que no tenía sentido porque el Celta se lo estaba saltando. La pizarra sonreía al visitante.
Iniesta, desde su participación con balón, anuló el plan de Unzué.
La ventaja táctica disfrutada por el Celta perdió vigencia cuando el Barça alteró su elaboración y desvió el tráfico hacia Andrés Iniesta, bien fuese desde Busquets, o desde Jordi Alba superando su altura para ponerle de cara tras un pase atrás. Así nacieron minutos en los que Iniesta, muy inspirado, impulsó el juego para que llegara ya lanzado a Messi, que aprovechó el regalo obsequiando al Camp Nou con la enésima demostración de su técnica inhumana. Cabe reconocer que, incluso en este intervalo, Unzué consiguió dañar gracias a su apuesta de ocupar las bandas con los incisivos Wass y Sisto, que dotaban al Celta de carácter ofensivo hasta con ínfimos porcentajes de posesión, pero la iniciativa era absolutamente local y además, en esta ocasión sí, lograba acompañarla de acercamientos prometedores.
Desafortunadamente para Valverde, Iniesta pidió la sustitución por problemas físicos y ello contrastó hasta qué punto había sido importante en el compás más brillante del primer periodo. Los celestes, aun más replegados que en el arranque del encuentro, retomaron tranquilidad y aprovecharon los espacios para que Iago Aspas marcara la diferencia y expusiera una nueva prueba de que la confianza que le profesa el seleccionador Lopetegui está justificada.
Foto: Alex Caparros/Getty Images
Miguel ch 3 diciembre, 2017
Que lionel messi es poseedor de una técnica divina no es en estos momentos una sorpresa, pero lo de ter stegen en los uno para uno transmite a los delanteros la casi certeza de que fallaran y eso si es una novedad, La cuestión es si el alemán y el argentino serán suficientes argumentos para que el barca alcance sus objetivos (que sabemos son ganarlo todo).
Llega un punto en que ver a messi hacer lo que hace nos parece normal, cuando que un futbolista sea capaz de hacer eso no sera nunca "normal" simplemente (un dios entre hombres sin duda).