Luciano Spalletti se descubrió como entrenador en los pies de David Pizarro. Su discreta carrera como futbolista le obligó a picar piedra para conseguir un banquillo de Serie A, y su gran oportunidad llegó en Udinese, donde se asentó, después de un breve paso dos años atrás, en 2002. Casi dos décadas después de la adquisición del club friuliano por parte de la familia Pozzo, Udinese ya era un equipo asentado en la máxima categoría y con uno de los equipos de ojeo mejor estructurados de todo el fútbol italiano. Ese minucioso scout diseñado por Gino Pozzo -hijo del dueño- llevó a David Pizarro desde Santiago Wanderers de Chile al norte de Italia, donde destacó como uno de los mejores organizadores de juego de un campeonato que contaba con Andrea Pirlo o Juan Sebastián Verón.
El gran éxito de Luciano Spalletti al frente de Udinese llegó en la temporada 2004/2005, cuando logró la clasificación para la Liga de Campeones, lo que evidentemente provocó que su nombre ganase varios escalones a nivel de estatus dentro del fútbol italiano. Aquel equipo fue definiéndose a medida que avanzó el campeonato, pero la trascendental importancia de Pizarro no se negoció. La apuesta por Di Michele-Iaquinta-Di Natale en el ataque le llevó a tener que llevar la manija siendo acompañado por Muntari en medio campo, y una lesión en el tramo final de Di Natale -Spalletti ya lo había hecho en alguna ocasión- llevó al hoy técnico del Inter a formar un medio campo de tres con el chileno como clásico “regista”, momento en el que el equipo mostró una versión menos vertical. Desde entonces Spalletti ha ido amoldándose para definir a sus equipos, pero el denominador común ha sido la intención de construir sistemas estrechamente relacionados con el balón donde futbolistas del “corte Pizarro” han tenido especial importancia.
El salto llegó en 2005, cuando la Roma, después del éxito de Fabio Capello, le reclamó para reconducir su camino. Fue en su primera etapa en la capital de Italia donde Spalletti dejó claro que su idea de juego iba a tener una clara base asociativa, hasta el punto de que su idea llamó poderosamente la atención por contar con Totti como falso 9 en el país de van Basten, Batistuta o Ronaldo, y construir un sistema basado en la pelota y el ataque en espacio reducido; Aquilani, Pizarro -al que vistió de giallorosso-, De Rossi o Totti, y las llegadas por sorpresa al área rival -Perotta-, definieron a su Roma. En Rusia y a pesar de los matices, brilló ese Shirokov-Fayzulin-Zyrianov-Danny, y en su regreso a Roma, Pjanic fue capitán general durante seis meses e incluso probó a Perotti como primer punta hasta que le encontró hueco en una banda para devolver a Dzeko a la élite. Es evidente el gusto de Spalletti por una base de balón, pero sin haber entrenado nunca a un club de la superélite, ha demostrado soltura para adaptar piezas de otro corte, como Salah o Dzeko en su segunda etapa en la capital. Lo visto hasta el momento en el Inter se explica justo desde esa mezcla: construcciones a partir del balón pero pragmatismo para completar la idea con el resto de piezas de la plantilla.
Spalletti, desde el inicio, ha diseñado sistemas donde la construcción de juego a través del pase es clave
El resultado está siendo un equipo que, poco a poco, da la sensación de ser capaz de encontrar soluciones de buen nivel en distintos escenarios. Conseguir transmitir solidez y continuidad en el cuadro nerazzurro tiene especial mérito, toda vez que el conjunto milanés vive un caminar por el desierto desde la salida de Jose Mourinho en 2010, y sobre todo tras estar instalado en una histeria colectiva que ni el capital asiático ha logrado paliar con una importante inversión en los últimos años. La personalidad calmada de Spalletti, su naturalidad en la gestión del vestuario, y sobre todo esa versatilidad con la que el Inter está encontrándose desde el punto de vista del juego obliga a pensar en que, después de muchos años, los aficionados del biscione pueden vivir una temporada en la que el equipo aguante el pulso de los tres proyectos más saludables del último lustro en Italia; Juventus, Napoli y Roma.
El Inter de Spalletti puede definirse desde esa capacidad de mutar, pero las bases que el entrenador está intentando asentar a través de la pelota se captan de forma evidente desde sus primeros pases, o con la inclusión en el once titular de forma indiscutible de Milian Skriniar y Borja Valero. El encuentro frente al Napoli en San Paolo fue clarificante en este sentido. Sarri propone una presión muy agresiva sobre la salida rival, y el Inter fue capaz de generar líneas de pase a través de los apoyos de su doble pivote y con el protagonismo de Skriniar. El choque fue complicado y esos primeros pases no fueron siempre acertados, pero el equipo no tuvo pérdidas en zonas peligrosas, y en más de una ocasión logró saltar la presión napolitana y atacar a campo abierto gracias a la buena ocupación de los espacios, lo que evidencia la mano de su entrenador.
Skriniar y Valero, nuevos fichajes, están siendo capitales en la construcción del plan de juego del Inter
Esa versatilidad del Inter se entiende desde la composición de su medio campo. Si Spalletti espera que el rival apriete arriba y necesita “endurecer” su defensa posicional, apuesta por Gagliardini y Vecino en el doble pivote y ubica a Borja Valero como mediapunta. Sin embargo, si cree que el rival va a proponer un repliegue prolongado, suele meter un 10 con capacidad de ruptura (João Mario o Brozovic) y utiliza al español como segundo pivote, ya que si el rival concede espacio para jugar, el ex de la Fiorentina puede situarse a mucha altura en el ataque posicional y desde ahí organizar la ofensiva. En cualquier caso, lo lógico es ver ese doble pivote compuesto por Gagliardini y Vecino, algo que presenta algunas particularidades si la intención, como suele ser habitual, es salir jugando desde atrás. Hay que tener en cuenta que el único jugador realmente capacitado de los cuatro de la última línea para disputar envíos directos es Perisic -el extremo izquierdo- de forma que intentar construir por abajo es casi una obligación.
Spalletti ha tomado la decisión de hacer fuerte con pelota el perfil derecho. Skriniar es el zaguero que juega en ese lado, y además allí está Candreva, el futbolista más importante del equipo nerazzurro desde el punto de vista del juego. Borja Valero tiene libertad para realizar movimientos de apoyo por ambos perfiles, pero lo lógico es que busque caer hacia ese lado diestro para encontrar la sintonía con Candreva. Ni Gagliardini ni Vecino son organizadores. Es cierto que los dos tienen un pase vertical lo suficientemente preciso como para encontrar hombres libres por delante de la línea de la pelota, pero generalmente estos estás más enfocados a realizar una transición rápida cuando el rival está desorganizado que a generar juego desde atrás. Que ambos formen el doble pivote ha llevado a Spalletti a generar un mecanismo bastante sencillo con el objetivo de dejar la pelota en pies de Valero o Candreva en una posición intermedia.
Candreva define la versatilidad del Inter, ya que desborda o mantiene el ritmo de pases
Gagliardini o Vecino suelen situarse a la misma altura en salida de balón, y uno de los dos suele hacer un movimiento de apoyo para abrir línea de pase a Miranda o a Skriniar. Después de aquello, no suelen arriesgar, y se juega bien hacia el propio Skriniar tras atraer una marca -el checo, sin ser excesivamente creativo, tiene una personalidad enorme para conducir o meter pases verticales desde la zaga- o a los dos laterales, preferiblemente a D’Ambrosio, que posteriormente busca ese movimiento de apoyo interior de Candreva o la caída de Valero. Por el momento, ni Cancelo ni Dalbert -dos laterales de largo recorrido- están contando para Spalletti, y esto puede tener varias lecturas. Una es puramente de concentración defensiva -ahí D’Ambrosio supera a Cancelo indiscutiblemente- pero también de lo que se busca en los laterales en salida de balón. No es fijar para dar amplitud o envíos creativos, sino un pase sencillo tras recibir del doble pivote para que Valero o Candreva, posteriormente, armen la jugada de ataque. Cancelo, un virtuoso del desborde y agresivo con pelota por naturaleza, tácticamente tiene menos que ofrecer que D’Ambrosio en ese sentido.
Ese es el mecanismo básico para generar ventajas a través del balón, aunque el doble pivote de forma individual también puede sacar al equipo de atrás, siempre y cuando se le de una recepción de cara con cierto espacio. Ni Gagliardini ni Vecino son mediocentros al uso -el italiano está haciendo un esfuerzo importante por asumir ese rol, sacrificando una capacidad de llegada que representa una de sus grandes virtudes-, y desde la conducción pueden meter al equipo en campo contrario o superar una marca. Especialmente Vecino, por ímpetu y capacidad atlética, puede ofrecer buenas soluciones desde lo individual. No obstante, el doble pivote tiene un denominador común: dominan los movimientos sin balón. El Inter gana soltura en la circulación a través de la buena movilidad de ambos, que suele compensar bien sus desmarques, bien sea para recibir, o bien para dar amplitud o incluso, en el caso de Vecino, para acabar jugadas.
Con el equipo asentado en campo rival, hay un comportamiento que se repite prácticamente siempre. El lado fuerte de pelota del Inter -fruto de esa construcción inicial- es el derecho. Candreva es un jugador mixto que ofrece tanto solución interior -su movilidad entre líneas y capadidad para asociarse es muy alta-, como si tiene que desbordar por fuera y meter la pelota al área. Valero hace de nexo cayendo sobre ese perfil, y el Inter despeja el opuesto para la ruptura de Perisic, y por supuesto, para el remate de Icardi. D’Amborosio, desde el lateral, tiene buen timing para doblar, aunque será interesante ver si Cancelo acaba entrando, porque la sensación es que para la fase de ataque posicional sería la guinda a la estructura diseñada por Spalletti. El Inter construye y desborda en derecha cuando ataca en espacio reducido, y finaliza en el perfil opuesto con Perisic e Icardi.
Perisic e Icardi profundizan y finalizan, compensando el peso que el balón gana en la banda derecha
Si Candreva absobre el éxito de las construcciones ofensivas, Icardi define la versatilidad del equipo y, por supuesto, condiciona los marcadores. El argentino no está teniendo prácticamente ningún peso en esa gestación de las acciones de ataque, pero su capacidad de finalización y la posibilidad de estirar al equipo con sus desmarques le convierten en, probablemente, su jugador más importante. Si el equipo merodea el área, su facilidad para mandar la pelota a la red le lleva a ser un activo vital para Spalletti, pero si este Inter es capaz de ser muy dañino en transición, también se explica a partir del punta argentino. Por supuesto, esas conducciones de Vecino, la pausa de Valero para lanzar o la capacidad de ruptura de Perisic añaden calidad al contragolpe, pero es Icardi el que lo convierte en una alternativa realmente dañina. El ex de la Sampdoria tiene una agresividad tremenda para desmarcarse a los espacios, y su buena velocidad sostenida y por supuesto, capacidad para rematar con cualquier pierna y sin apenas espacio, hace que mandarle la pelota en profundidad sea un recurso utilísimo.
Lógicamente, para sostener un buen rendimiento defendiendo de forma constante en dos escenarios distintos, hace falta una buena adaptación, y a este Inter le falta un punto de calidad para formar una buena estructura defensiva en transición. Probablemente esto explique la apuesta continuada por Gagliardini y Vecino, que tienen físico y recorrido para abarcar muchos metros tanto en vertical como en horizontal, y también contar antes con D’Ambrosio que con Cancelo, que por posicionamiento y lectura apagará fuegos con mayor facilidad. Skriniar también tiene un dominio interesante de los cruces, pero en cualquier caso la fortaleza del equipo reside cuando defiende junto cerca del área, gracias a Miranda, su futbolista de mayor capacidad defensiva. El brasileño marca la diferencia en situaciones de repliegue, y cuando los nerazzurri defienden cerca de propia portería, las figuras de Icardi, Perisic, o las conducciones de Candreva, provocan una gran intimidación al contragolpe.
Que el Inter vaya a ser o no candidato al título depende de conseguir ajustar bien esta versatilidad. El equipo, desde la táctica, está por fin en un punto de solidez que le permite sacar los resultados adelante, y el empate frente al Torino dejó claro, a pesar de haber perdido dos puntos, que la implicación y la determinación desde el punto de vista mental está ahora mismo asentado en la plantilla nerazzurra. Quizás a Spalletti le falte un punto de calidad para competir, sobre todo, con la Juve de Dybala o el Napoli de Mertens, pero la plantilla está compensada y el entrenador la está explotando, a lo que hay que sumar el hecho de no estar disputando competición europea, algo que en este caso, teniendo en cuenta que el Inter está haciendo ajustes a sus rivales de forma semanal, es sin duda positivo por el margen de maniobra que su entrenador va a tener a lo largo de todo el campeonato para trabajar con sus futbolistas.
pedroseriea0822 7 noviembre, 2017
Muy seguramente Spalletti era de los pocos entrenadores a la mano que tenia el Inter para darle un poco de fondo competitivo.El equipo basicamente es el mismo pero a partir de Borja y Vecino han podido sostener ese impetud de los perisic y Candreva para mantener el equipo unido.Definitivamente el recurso que mas me ha sorprendido es el de Borja en la mp,porque su biotipo de jugador no concuadra con la idea de Media punta que le tenia a Luciano (Perrota,Nainggolan) pero en partidos abiertos es un recurso muy interesante.Además con ello ha diversificado la gestion de ocasiones de Inter,la temporada pasada basicamente el centro lateral era el unico recurso a el se ha agregado el pase filtrado y el remate de afuera.En conclusion este Inter parece jaber dejado atras problemas de confianza y de seguir creciendo en la idea la cuarta plaza… ojo