El Girona FC de Pablo Machín logró lo que nadie había conseguido: anular la influencia del triángulo que conforman Casemiro, Modric y Kroos. Es decir, no sólo lo superó, sino que le arrebató su poder de influencia a la hora de elegir el ritmo de juego y la altura del balón, que es una virtud que representa a ese centro del campo incluso cuando el brasileño, el croata y el alemán no se muestran fluidos.
El plan albirrojo consistió en una presión adelantada que condicionó por completo y para mal la salida desde atrás del Real Madrid. El trabajo de Stuani sobre Sergio Ramos y sus líneas de pase (tanto de Ramos hacia el resto como del resto hacia Ramos) restó muchísima continuidad los blancos; mientras que la labor de la doble mediapunta (Portu-Borja) sobre los interiores Modric y Kroos resultó clave para que estos no pudieran jugar de cara y batir líneas casi nunca. Además, todo con una intensidad que exigía una velocidad mental en los de Zidane que no estuvieron ni cerca de alcanzar.
Pere Pons estuvo brutal minimizando el valor táctico de Isco.
En este contexto, surge el nombre de Isco. Él es el hombre que con su movilidad sabe crear triángulos nuevos que agilicen el fútbol del Madrid. Pero en esta ocasión, no pudo ser una respuesta táctica. El motivo, el tremendo e inteligente despliegue de Pere Pons. Isco no pudo recibir ni entre líneas ni abierto al costado, y se vio forzado a bajar más atrás de la línea de Kroos y Modric para crear con el balón en el pie. A veces creaba algo, porque lo intentó sin descanso y su nivel traspasa lo estelar, pero si a Argentina con Messi no le funciona esta estrategia, el Real con Isco no iba a ser la excepción. Y menos ante un ejercicio defensivo sin fallos que además contaba con el brutal plus energético que insuflaba Pablo Maffeo, que lleva tatuado en la frente «The next Pep full-back».
Con balón, el Girona tuvo fluidez y supo cómo crear problemas.
Pero sólo defendiendo no se suma una victoria. El Girona mostró una circulación de pelota líquida a partir del toque de Granell y los triángulos creados por Pons con sus laterales y gozó de aportes individuales muy interesantes en las figuras de Maffeo (desborde), Portu (verticalidad) y Stuani (dominio del juego directo). La mezcla germinó en los dos goles que situaron el 2-1 en el marcador, y que dio paso a la segunda fase del encuentro: el repliegue local.
Resulta inesquivable señalar que Zidane no estuvo afortunado en su dirección de campo: de nuevo, repitió la inefectiva fórmula de quitar a Casemiro del centro, ponerlo de cierre y atacar por las bandas a través de centros laterales. Y eso es como si el Madrid se creara un auto-embudo, pues su poder rematador se limita a Cristiano y los despejes del contrario van a la zona de Kroos, que es un maestro pero no el más intenso de los mismos ni el más capacitado para dominar segundas jugadas. El entrenador francés ha insistido en más de una ocasión con esta propuesta y, desprovisto de Morata, el balance siempre es el mismo: su juego ofensivo carece de peligro y el rival domina los rechazos y le corta el ritmo. Bernardo Espinosa, quizá el mejor central de La Liga en lo referido al juego aéreo, cerró filas y, con estas, el marcador.
Para Pablo Machín, la tarde fue perfecta. Su actuación contra el tres veces campeón de Europa simboliza la imagen más perfecta para resumir y presentar su súper meritorio proyecto. Lo expuso tal cual, sin ajustes ni matices, y dejó a Casemiro, Kroos y Modric como ningún otro centro del campo había hecho nunca. Honores para él.
Foto: Josep LAGO
Miguel ch 30 octubre, 2017
Lo preocupante es la falta de acierto en la dirección del campo que esta mostrando el Madrid, porque el Plan B parece ser el mismo del año pasado pero sin las mismas piezas de la temporada pasada. Mi pregunta es si lo que hizo ayer el girona es replicable a la hora de reducir a este Madrid de los centrocampistas.