La llegada de Ernesto Valverde al Fútbol Club Barcelona se vio, sin más información que su trayectoria como técnico y las sabidas particularidades de la plantilla del Barcelona, como una oportunidad para recuperar ciertas ideas que a su vez no comprometieran el gran aval competitivo del equipo: la MSN. Este concepto, nacido cuando en el verano de 2014 los culés ficharon al uruguayo Luis Suárez, con triplete en la primera temporada juntos, fue en todo momento un libro de estilo que con la salida de Neymar Jr. desaparece. El Barcelona cierra un ciclo de forma inesperada para buscar en el próximo soluciones diferentes para volver a la victoria a través de una nueva esencia, pues el gran tridente ofensivo tuvo la increíble y contrastada capacidad de convertir su unión en una forma de jugar.
Definir el juego del Barça a través de la MSN durante estos tres últimos años siempre estuvo relacionado con una balanza y dos pesos: la libertad de sus atacantes y el juego de posición culé. En favor de priorizar el máximo rendimiento de sus mejores hombres, el Barça fue cediendo terreno en su ortodoxia. Así, Neymar, Suárez y Messi, especialmente el primero y el tercero, en uno u otro momento, fueron tan importantes en el principio como en el fin del juego, en originar tanto como en finalizar. En cuanto al brasileño, primero ejecutor en el triplete de 2015 y después, en esta última campaña, generador y responsable de crear la primera ventaja, el Barça vio en él al atacante autosuficiente, salvando las obvias distancias, que acaparase el juego cuando Messi no compareciera.
Neymar fue, en su último tramo como culé, un generador de juego
Una vez Messi y Suárez, camino de los 30 años, redujeron sus distancias sobre el terreno, la exuberancia de Neymar permitió al Barcelona, sin músculo ni estructura en su medular, sostener la idea una vez el brasileño fue el gran protagonista. Luis Enrique invirtió el lado fuerte de su ataque, centró a Messi e inició sus ataques por la izquierda. El último Neymar pasó a ser, durante casi tres meses, la génesis de un equipo que había perdido a Alves, no tenía al Iniesta del pasado y veía a Messi algo alejado de la construcción. Fuese del alcance que fuese, Neymar se marcha del Barcelona habiendo creado un sistema que llevaba su nombre. Para el Barça, llevar la pelota de un campo a otro fue posible cuando Neymar comenzó a recibir muy atrás, a regatear y a darle altura al ataque de los suyos. Independientemente de que aquello quedara lejos del impacto que suponía ver a Messi haciendo lo mismo, Neymar daba pie a esa posibilidad.
En clave juego, Neymar dejará el recuerdo de ser uno de los pocos futbolistas con la capacidad de parchear desde la mera individualidad un sistema con semejantes dificultades para sacar ventajas desde su centro del campo. No obstante, y en su mejor versión, por encima de todas las cosas, el poder de intimidación de la MSN, un tridente que podía ganar partidos de manera tan aislada como fuera posible, hace al Barcelona preguntarse como solucionar la pérdida de la mejor virtud del reciente trienio: su extraordinaria pegada, su amenaza al espacio y su inagotable producción ofensiva en creación de ocasiones y cifras goleadoras. En términos de talento puro, de mera sustitución de la baja de Neymar, las opciones son extraordinariamente reducidas. Por eso, la puerta por la que el Barça puede volver a entrar es la que dote a su centro del campo de un peso más específico.
Con la salida de Neymar, Ernesto Valverde podría recuperar la figura de un extremo más abierto, como fue el primer Ney que llegó en 2013. Con Messi como jefe, libre, abierto o centrado, los espacios interiores serían siempre posibles desde una positiva previsibilidad. No es que Neymar recibiera la pelota sin respetar la amplitud, pero sus movimientos siempre serán mucho más heterogéneos de los de un extremo más enfocado a la espera, siendo esa una de las bases del juego de posición que podría darle mucho mayor protagonismo al centro del campo. Porque esa es la principal cuestión que el Camp Nou puede recuperar. La brecha fue tan amplia entre la importancia de la MSN y la reducida relevancia de su trío de mediocampistas que con la salida de Neymar la oportunidad surge transparente.
Ernesto Valverde podría recuperar cierta ortodoxia en su centro del campo
Fue tal la ascendencia de sus atacantes que para Luis Enrique, que siempre tuvo muy presente la posibilidad de aprovechar los espacios y las transiciones, tratar de cohibir las relaciones entre ellos, la posibilidad de darles libertad en detrimento de movimientos prefijados y escalones reconocibles cada vez se hacía más complicado. En ese sentido, Valverde podría optar por un centro del campo más protagonista en la presión y en la salida de balón, recuperando perfiles que, junto al extremo abierto y a un Suárez más ubicado en tareas posicionales, lejos de la exuberancia de otros tiempos, podrían hacer del conjunto culé un equipo más preocupado por el dominio en zonas más cruciales, las que actualmente ven a su máximo rival como principal referencia.
Debe insistirse en que el Barça, en los últimos años, ha perdido (Alves, Neymar), ha visto perder esplendor (Iniesta) y presenciado momentáneos apagones (Messi) de figuras troncales en la gestión del juego. Y debe recuperar mecanismos y figuras para rodear al crack argentino, que queda ahora como única gran figura para hacer sistema desde su puro talento. Desde ahí, la exigencia de los que lleguen no tendrá, puede decirse casi con garantía, la de intentar sustituir a un jugador tan extraordinario como Neymar, sino ayudar a construir la identidad necesaria para que la pérdida de talento sea compensada con lo que se perdió en favor del caudal ofensivo que llevo a cabo la MSN. En resumen, el Barça deberá encontrar una fórmula algo más colectiva para crear una ocasión y en eso puede tener un papel relevante el nuevo centro del campo de Ernesto Valverde.
Foto: LLUIS GENE/AFP/Getty Images
Soprano_23 7 agosto, 2017
La pérdida de Neymar del FCB lo normaliza como equipo en términos reales y potenciales. Hace que el Barça deje de tener la victoria tan ridículamente cerca casi en cualquier partido, independientemente de cómo juegue. Es el fin de una delantera de un nivel y poder de intimidación que no se ha visto y que, seguramente, no volveremos a ver. En mi opinión, por lo comentado, el FCB de la MSN era el equipo con más potencial (y lo digo siendo simpatizante del Real Madrid), el 11 teórico con más posibilidades de vencer a cualquiera y pienso que lo habría sido en términos reales si se hubiese gestionado bien la confección de la plantilla (faltaban algunos perfiles, sobraban otros o la repetición excesiva repetición de algunos) y el uso de ésta.
Dicho ésto, cabe plantearse la gran pregunta ¿el FCB gana -o puede hacerlo potencialmente- con su venta y los 222 millones correspondientes? Depende. Si tomamos como referencia el coste de oportunidad, es decir, la mejor opción a la que se renuncia con la venta, diría que no, en absoluto. Con Ney, al Barsa le hubiesen hecho falta dos o tres fichajes, con el presumible consiguiente cambio de modelo -aunque fuese parcial- para ser, a mis ojos, el mejor equipo del mundo. Sin embargo, si asumimos la imposibilidad de estos fichajes sin su ida -cosa que no veo necesaria por irreal- sí puede parecernos positiva su marcha porque el Barcelona acertando en los fichajes, puede mejorar con respecto al año pasado, donde estaba Neymar.
Así pues, depende de cómo quiera enfocarse.
¿Puede el Barcelona mejorar con respecto al año pasado sin Ney a corto plazo? Es posible. ¿Puede construir algo mejor de lo que podría con él? No lo creo. Y es que cumpliéndose esta 2ª opción serían, muy probablemente, el mejor equipo del mundo. MSN + una estructura, idea y plantilla que la potencie poco rival puede tener.
Por lo que como simpatizante del Real Madrid me alegro de su marcha, independientemente de cómo inviertan. Sin Ney, tienen que hilar muy fino y acertar en lo que queda del mercado de fichajes. Y aún haciéndolo, pese a que puedan volver a ganar, dudo que sean inalcanzables. Se normaliza el potencial la realidad del Barcelona. Y veremos si, incluso, con los fichajes, no llega a mediocrizarse -comparando con la más absoluta élite y pasado reciente