Por raro que parezca, una de las peculiaridades de esta final de la Champions entre Real Madrid y Juventus es que ninguno de los dos equipos afronta bajas sensibles con respecto a la trayectoria que ambos equipos han tenido en la competición. A diferencia de otras ediciones, la de Cardiff se caracterizará porque ambos entrenadores puedan contar con los mejores futbolistas de los que disponen, sin sanciones o lesiones que comprometan cambios significativos en la pizarra o decisiones que a priori no entraban en sus planes. Sin embargo, del lado blanco, sí que está en el aire una decisión concreta de Zinedine Zidane, seguramente la única que puede significar un cambio de discurso del campeón, la de elegir entre el malagueño Isco Alarcón y el galés Gareth Bale.
Aunque en la decisión del francés entrarán cuestiones del todo fundamentales como el ritmo competitivo y el tono físico del galés, que es quien llega a esta cita tras un periodo de lesión y recuperación, nos adentraremos en el terreno táctico, aspecto, ya sea desde el inicio o en un momento concreto avanzado, desde el que podría comprobarse el impacto que produciría el fútbol del malagueño y también el del galés, tanto para explicar el plan de Zidane como para entender la respuesta, a los dos jugadores, de Massimiliano Allegri. Antes, debe introducirse cómo ha venido jugando el Real Madrid tras la baja del crack británico, pues el tiempo ha sido suficiente para que el equipo haya modificado determinadas conductas.
Isco define la reciente identidad del Real Madrid: un 4-3-1-2 más protagonista
Lo más significativo es que el campeón español ha sumado un centrocampista en lugar de un atacante. Si bien Isco hace muchas cosas y muchas de ellas cerca del área, se define por gestionar la circulación de balón. Con Bale muy abierto durante sus etapas como titular, alejado de las sociedades y sin excesiva participación, el contraste ha sido especialmente llamativo por tratarse de su sustituto, un tipo que precisamente se caracteriza, independientemente de su inspiración, por ser un jugador constante en sus apariciones, que condiciona la manera de tocar y construir de todo su alrededor. Una vez Isco pasó a producir algunas de las mejores actuaciones de su carrera, los merengues cambiaron su dibujo.
Aunque la diferencia se ha reducido entre el gran plus que Isco -control- y Bale -determinación- aportan de manera esencial como jugadores de fútbol, la elección se basa fundamentalmente en esta dualidad. El de Arroyo de la Miel es un foco constante de generación de juego que termina involucrando a jugadores fundamentales en la circulación de balón de su equipo, mientras su compañero galés, miembro de la ‘BBC’, sociedad que en sus mejores momentos ha supuesto la identidad futbolística de un doble campeón de la Champions, supone, por sí solo, un argumento básico: gana partidos como un verdadero elegido. El Madrid, preparado para soportar casi cualquier baja, sea del valor que sea, ha tenido en Isco un elemento de desequilibrio, control y cifras, pero en una final como esta Zidane podría necesitar a ambos.
Con el malagueño en campo, los laterales deben proyectarse más en ataque
Mirando a Cardiff, Zidane, de alinear al andaluz, dibujaría un -ya reconocible- esquema formado en 4-3-1-2, el que se vería sobre el campo con la pelota, y que situaría a Isco en la mediapunta, con cierta libertad para crear superioridades en los tres carriles, con Benzema y Cristiano arriba. Dicha elección otorga al Real Madrid una enorme cantidad de soluciones en todo lo que suponga su posesión de balón, desde la salida más templada ante presiones altas hasta la paciencia y el gesto en los espacios más cerrados y defensas rivales más bajas. Su amenaza, que podría mezclar espalda de pivotes con recepciones más abiertas para atraer atenciones, podría darle a los suyos muchísima altura ofensiva: la Juve tendría que reducir espacio entre líneas a cambio de defender muy abajo. Esa ventaja daría un dominio al Madrid que, con la calidad de sus futbolistas, le acercaría al gol.
No obstante, esta disposición demanda mucha amplitud ofensiva de sus laterales, Marcelo y Carvajal, o cuanto menos una exigente naturalidad de sus puntas y sus exteriores para repartirse el ancho en función de la jugada. Que el ‘2’ y el ‘3’ abran el campo con continuidad, de manera fija, podría permitir a la Juventus encontrar salidas complementarias a la más utilizada, la de Dybala. Con Alves como elemento de control y pase, y Mandzukic como la solución más directa para proteger la pelota tras un duelo aéreo y esperar la llegada de los medios -Dybala, Khedira-, el Madrid podría necesitar más trabajo de Casemiro en la corrección, lo que supondría posibles espacios en zona central para el campeón italiano.
Aún sin ritmo, Bale supone una amenaza en el área realmente condicionante
Esa amplitud se la otorgaría Gareth Bale, siempre abierto para fijar las bandas juventinas y equilibrar el ancho, lo que permitiría al Real Madrid un control posicional más estable, al menos desde el punto de vista espacial. Siendo Isco el solucionador del propio problema que podría tener el Madrid en su balance ataque-defensa, pues su inspiración técnica permite construir y finalizar ataques muy arriba, la posición de Bale para cargar el área o darle peso a Modric en ese sector serían sus principales avales, con el posible hándicap de su falta de ritmo ofensivo. Como se pudo ver frente al Barcelona, la Juventus defiende con número y agresividad las recepciones más exteriores y ante un Bale sin posibles sensaciones en el toque, Allegri podría ordenar a Mandzukic y Alex Sandro buscar robos para poder salir por el costado, lugar por el que menos retornan sus jugadores ofensivos.
A cambio, el poder de intimidación en el área si el Madrid gana línea de fondo incrementaría sobremanera. Con el galés en campo, la Juventus tendría que decidir si cerrar a Barzagli y perder un efectivo en medio campo. La presencia de Bale, sea o no conectada con lo que suceda anteriormente, supone de por sí una acción puede que indefendible de ser extraordinaria, adjetivo acorde a su clase. A balón parado, un aspecto crucial en esta edición de la Liga de Campeones, también será fundamental. A falta de grandes ausencias, la decisión de Zidane entre uno y otro podría conformar una final muy diferente. Será la gran decisión de la finalísima de Cardiff.
Foto: PIERRE-PHILIPPE MARCOU/AFP/Getty Images
Swan 3 junio, 2017
Bueno, es que el Madrid a fulminado Liga y llegado a una final europea con Isco Alarcon como protagonista… Eso tiene su valor hasta en la confianza con la que salen los demas jugadores.
Yo apuesto a que Isco puede dar un plus mas significativo que Bale manana, y si el Madrid anota temprano y primero, mejor para la establidad del esquema.
Haga lo que haga Zidane, no puede dejar a sus jugadores perder el equilibrio.