En contraste con lo que venía proponiendo Lopetegui hasta anoche, contra Macedonia formó un once titular donde dio más importancia a la aglomeración de talento que al equilibrio del sistema. O sea, prescindió del puñal profundo en una de las bandas (Vitolo, Aspas, Pedro, Deulofeu) y apostó por dar cobijo a los cuatro futbolistas de la Selección que más responden al título de genio: Iniesta, Thiago, Isco y Silva. Partiendo de la base de que fue la primera prueba y de que no hay que sacar conclusiones absolutistas, el resultado no fue bueno.
Con esta alineación, España se entrega a la calidad de su posesión de cara a competir; el nivel de su circulación es lo que debe marcar la diferencia. Ello atañe tanto a la fluidez de la esta -principal arma de desborde. como al reparto de espacios de sus piezas -principal elemento de protección-. Con alguna herramienta más ligada a la profundidad, las opciones de girar el sistema rival se pluralizan y es más fácil practicar un fútbol equilibrado. Así, todo análisis referido no a España, sino a este once en particular, va unido a la valoración de su posesión del balón.
Thiago Alcántara penalizó mucho la fluidez de la posesión.
Más allá de que, en general, España ha visto decrecer nivel porque ha perdido a sus dos cerebros estrictos (Xavi -2008, 2010- y Alonso -2012-), se detectaron un par de detalles muy concretos que afectaron, para mal, al desarrollo de este plan. El primero y principal quedó ligado a Thiago Alcántara, que quizá sea el hombre menos coherente con el mismo, pues a fin de cuentas, se trata de un jugador cuyo principal defecto radica en su (poca) fluidez asociativa condicionando la posesión de un equipo que necesita que esta sea excelsa. Como siempre que se le pide ser un hombre importante en la base de la jugada, sus pases resultaron irregulares. Los cambios de orientación eran lentos y permitían la reorganización defensiva del oponente, varios de sus envíos quedaban atrás del receptor del pase, etc. Thiago, que ha completado un año sobresaliente como mediapunta del Bayern por delante de Alonso y Vidal, no logra trasladar esa eficacia a un rol más vinculado con la distribución que con la creación de ocasiones. Y el motivo no es de comprensión del juego, donde sí existe un claro progreso, sino técnico. Se trata un fenómeno controlando la pelota y también en maniobras cercanas al área, pero no en gestos asociativos. Y si Guardiola no lo corrigió…
Isco no se posicionó bien para favorecer el juego colectivo.
El otro punto específico que chirrió en la propuesta fue Isco. En lo individual, fue quizá quien más peligro conllevó para el conjunto macedonio, pero fue a puro golpe de talento, pues en lo vinculado al ejercicio colectivo, su aporte no fue tan bueno. El motivo, su colocación. Para favorecer una dinámica de pases clara y líquida, se necesita un orden táctico que favorezca el dibujo de triángulos con vértices colocados a diferentes alturas con respecto al contricante. O sea, uno por delante de la línea de presión, otro a la par y otro a la espalda, por poner un ejemplo. Pero Isco no se movía en función de esto, sino que se acercaba a Iniesta y Thiago a recoger la pelota y cerraba los triángulos, facilitando el achique oponente y forzando a España a desenvolverse en espacios reducidos más de lo normal. No obstante, en este caso sí cabe más la esperanza -de hecho, cabe entera- porque el de ayer fue el primer partido importancia en el que España dio a Isco verdadero peso. Ha habido un tiempo perdido de cara a adaptar al sistema a uno de los mejores futbolistas del país -y del momento- que va a tener que recuperarse.
Foto: ROBERT ATANASOVSKI/AFP/Getty Images
Soprano_23 12 junio, 2017
Isco tiene ahora 25 años y es ya, sin discusión, uno de los mejores centrocampistas del mundo. Con esta edad, Iniesta venía de ganar la Eurocopa en 2008 y la primera UCL de Pep Guardiola. Mi pregunta es: ¿cómo de lejos está Isco actual del Iniesta de 25 años? Más allá de perfiles -está claro que son distintos, tanto en la forma de influir como en las tendencias de cada uno para hacerlo- y roles a desempeñar, hablo de puro nivel.