Una de las cuestión más meritorias del título de Premier League que ayer celebró el Chelsea de Antonio Conte, es que los blues no lo han conseguido de la forma que imaginaron. Su avance tirano, su confiado gesto y su camino recto, llegaron de la mano de una curva cerrada. Un sonoro traspiés en el Emirates ante el Arsenal asumido como la necesidad de una perspectiva diferente, que impulsó al técnico italiano a reandar sus pasos, a reencontrarse con su característico cierre de tres centrales más carrileros, y a construir con el nuevo dibujo el punto de inicio de la historia. Hallando en la lejanía de la Champions League el mismo descargo que ya disfrutó el último campeón inglés, los londinenses han engrasado un once de gala ante el que desde fuera sólo Cesc Fábregas y Willian han tenido turno de voz. Un mecanismo colectivo, en parte a la contra de los postulados que rigen la competición en la que ha vencido, en el que todas las piezas ayudaron y fueron ayudadas con puntualidad suiza y pragmatismo italiano. Recibieron lo que necesitaron, y eso es lo que devolvieron a cambio.
El repliegue – (César Azpilicueta)
Una de las problemáticas que podía acarrear el cambio de esquema en plena temporada era la inadecuación de una plantilla concebida para un plan distinto, sobre todo atendiendo a la erosión que los años venían produciendo en el rendimiento de dos de los hombres que podrían haber sido solución a la hora de completar el cierre junto a Cahill y David Luiz. Sin embargo, tanto Ivanovic como Terry estuvieron lejos de ser ese tercer elemento con el que acortar las ayudas y ocupar de manera más equilibrada los espacios entre los centrales y los laterales blues que el arranque de temporada había descubierto como debilidad. Conte, que sabía que Mourinho dos años antes había encontrado en César Azpilicueta al lateral izquierdo que su Chelsea no tenía, esta vez le pidió al navarro que fuera su tercer central, y tan bien ha respondido el internacional español que se ha terminado convirtiendo, además de en uno de los zagueros más solventes del campeonato, en el futbolista más utilizado de la plantilla.
Ancho cuando el Chelsea se ha desplegado con balón, atento corriendo hacia atrás, oportuno en el área propia y aplicado en la corrección a banda, el sistema de Conte, a su vez, le ha permitido volcar sobre la mesa cada una de sus virtudes conocidas y alguna descubierta, sin que ninguna se saliese del plato. En este sentido, una de las decisiones clave que tomó el técnico de Lecce al respecto de la composición de su zaga, fue la de situar como pieza más centrada al exuberante David Luiz, una elección en parte vinculada con el impacto sobre la pelota pero que a nivel defensivo le ha permitido al juego de equilibrios blue liberar la capacidad tanto física como técnica del brasileño para la corrección, con tal de que el ex PSG la pudiera brindar a cuanto aconteciera a su alrededor. Los centrales situados más cerca de la cal nunca han estado solos, y gracias a ello han podido arropar mejor la exposición de los carrileros al dos contra uno.
La salida de balón – (David Luiz)
Una de las dificultades que tiñeron de dudas el comienzo de curso del Chelsea tuvo que ver con su ineficacia construyendo el juego desde la defensa. Ni Kanté ni Matic por delante de la línea de cuatro, ni tampoco unos laterales forzados a sujetarse para no desnudar a la última línea de contención en la posterior transición defensiva, estaban pudiendo dotar de todos los peldaños necesarios a la escalera por la que el balón debía llegar al último tercio del campo. Sin embargo, a raíz de la adopción del 1-5-2-3 como plan principal, una triple razón sonrió a los de Stamford Bridge a la hora de conferir a su mecanismo de salida un aplomo y solvencia con carácter de primera piedra.
En primer lugar, la propia ordenación de los efectivos deparaba un primer escalón ocupado por los tres centrales que por un lado normalmente planteaban superioridad numérica frente a los puntas rivales y por el otro permitían a Kanté permanecer por delante. En segunda instancia, la amplitud ganada por contar con un efectivo extra en el primer peldaño establecía una conexión abierta y sencilla hacia los hombres de banda, derivando el inicio de la jugada hacia los carriles exteriores. Por último -aunque quizá por primero- la modificación convertía a David Luiz en el centro neurálgico de la salida desde atrás, situado en el centro, con escuderos cercanos y receptores alejados esperando su servicio pegados a la línea lateral.
El brasileño ha sido el nuevo Bonucci de Conte en Londres. El futbolista a partir del cual empezar la jugada con ventaja y capaz de orientarla hacia los cauces más productivos. Desde la creativa personalidad futbolística del de Diadema y el impulso de un protagonismo subrayado en la pizarra, el Chelsea ha minimizado presiones, esquivado errores comprometidos en zonas especialmente expuestas y soportado el juego desde la base sin que ninguno de los hombres más adelantados tuviera que renunciar por ello a la altura del campo que su juego más agradece.
La progresión – (Marcos Alonso)
Establecido desde el inicio un mecanismo que oriente la salida hacia los costados, en el esquema de Antonio Conte los carrileros han desempeñado un papel fundamental a la hora de permitir a su equipo ganar metros. Fáciles de encontrar y con los suficientes reclamos aliados en el centro como para que el adversario no haya podido volcar su defensa sobre las orillas, tanto Marcos Alonso como Victor Moses -el otro hallazgo de Conte- han sido los raíles a través de los cuales el Chelsea ha logrado acceder de forma regular a la mitad del campo que les tocaba defender a sus rivales. Impulsados al tener las espaldas cubiertas y favoreciendo con su proyección que los hombres de arriba pudieran cerrar las posiciones para influir o bien en la mediapunta o bien en el área, ambos han resultado dos de los secretos tácticos de la fluidez y superioridad de la puesta en escena londinense a lo largo del curso.
Especialmente el español, por actuar en el lado más peligroso del ataque blue y liberar con sus constantes apariciones a la individualidad más brillante del conjunto, ha adquirido una relevancia predominante traducida también en la relación con la producción efectiva de peligro. A lomos de su capacidad física para recorrer una y otra vez la banda, ha encontrado el Chelsea en él una vía para acceder al área desde la combinación y, sobre todo, el centro lateral. Una suerte que cuando la ha cultivado Moses, a Alonso le ha permitido constar de cara al gol entrando al segundo palo o probando fortuna desde el disparo lejano.
La creación de ocasiones – (Eden Hazard)
El de Eden Hazard es el nombre del campeón de la Premier. Por el juego que ha desplegado el belga, por el categórico impacto de sus actuaciones sobre los rivales y por el peso específico de su diálogo con el esquema a lo largo de la temporada. Regateador acreditado tanto en su reciente pasado blue como en la actuación individual más rotunda de la pasada Eurocopa, este curso la estrella del Chelsea ha emprendido un viaje que otras tantas figuras ofensivas del campeonato inglés también han replicado. En general por la ausencia de centrocampistas que asuman las riendas y marquen la dirección de los ataques de sus respectivos equipos, y en lo particular del caso blue por la habitual suplencia de Cesc Fábregas, son varios los atacantes que, otrora delanteros escorados de tendencia central, han redimensionado su influencia en la sala de máquinas.
Coutinho en el Liverpool, Eriksen en el Tottenham, De Bruyne en el City o Hazard en el Chelsea son los principales exponentes de esta tendencia. En el caso de Eden, además del propio desarrollo del jugador especialmente manifestado a partir de su crecimiento en el pase, el golpe de timón ordenado por Conte le ofreció al dorsal 10 un escenario particularmente favorecedor de cara a incentivar su vínculo con fases del juego anteriores a la finalización. La presencia de Marcos Alonso estirando la banda que en teoría le correspondería a él, la sujeción del doble pivote para no ocupar su zona de destino en la mediapunta, así como la versatilidad de Pedro Rodríguez para ser socio, contrapeso profundo o hombre de banda según convenga, han puesto en la coctelera los ingredientes necesarios para que el belga no se topara con obstáculos a la hora de dar el siguiente paso como crack.
Hazard, no obstante, no ha sido el único futbolista del Chelsea evolucionado en el aporte con balón, pues de una forma distinta y desde puntos de arranque casi opuestos, también Kanté ha agradecido los espacios logrados por la pizarra en el carril central dando lugar a una versión del francés más completa con la pelota. Junto a ellos Cesc Fábregas, habitual recurso de banquillo y puntual matiz en el doble pivote titular, ha resultado la tercera pata del domino blue en el momento previo a la definición.
La finalización – (Diego Costa)
Uno de los ases en la manga que ha dispuesto Conte a lo largo del curso ha sido el de contar con un delantero centro que no necesita nada. En las malas fue el clavo ardiendo en el que sostener las dificultades del plan, solución en el juego directo, autosuficiencia en busca del gol y penalizador como muy pocos de los errores que pueda cometer cualquier zaga llevada al límite por un ariete como es él. Fue el lado competitivo del Chelsea antes de que el Chelsea, como conjunto, compitiera. Aunque su final de temporada haya sido menos esplendoroso de lo que fue el arranque, cuando el cuadro londinense encontró la tecla correcta pudo acercarse a su hombre gol tanto en bloque como individualmente. El puente lanzado desde las alas, el desequilibrio y producción de Eden Hazard, así como la compañía de Pedro Rodríguez, han servido para devolverle todo cuando el delantero brindó a su equipo cuando más necesitado estaba de un héroe.
Alterno durante los primeros meses de competición, Pedro es junto a Costa y Hazard el otro nombre propio del Chelsea vinculado a la portería contraria. Libre en el movimiento para centellear entre la doble referencia en el área, el apoyo en la frontal y el desmarque a la espalda de la defensa contraria, su rapidez en el disparo, lectura de la zona de rechace y capacidad de llegada a la contra, ha resultado el elemento que dependiendo del momento de juego ha terminado acoplando las piezas y los engranajes del equipo de Conte en las proximidades de la portería rival.
La presión – (N’Golo Kanté)
Aunque el Chelsea se haya definido de forma más continuada desde el repliegue en campo propio y la estabilidad de su zaga en el área, tanto la facilidad que ha encontrado para ganar metros con balón como el aplomo que su retaguardia ha puesto a disposición del resto de piezas, ha permitido a los de Conte cierta versatilidad defensiva traducida, en cómputos globales, en pocos minutos pero muy rentables. Sin mediocentro al uso, el futbolista que mejor ha personificado esta otra cara de la contención del campeón ha sido el futbolista más representativo de su mediocampo: el repetidor en el título N’Golo Kanté. Su dominio en zona ancha, a nivel defensivo, ha adquirido en el cuadro de Londres una triple vertiente, en cada una de las aristas de la cual el galo se ha mostrado inexpugnable.
En campo propio, corriendo hacia atrás en transición o presionando al poseedor del balón, su puntualidad para el robo y la interceptación, su agresividad achicando espacios y su capacidad física para la corrección lo han convertido de nuevo en un baluarte para el equipo que se ha hecho con el título. La versión más liberada del francés, la que disfruta de correa para abandonar su posición y lanzarse sobre el adversario, ha comparecido tanto en aquellas situaciones donde el rival ha iniciado juego con el bloque del Chelsea cerca de él, como en las que con los blues replegados y organizados atrás N’Golo ha roto el protocolo. Su impacto y nivel de acierto en ambas por momentos han resultado abusivos, como una discrepancia pretendidamente arriesgada que a la postre ha resultado tan firme como el más prudente de los planes.
José Luis 13 mayo, 2017
Bueno, pues me salí con la mía. Aposté (sin pasta) por este equipo y no me ha defraudado. Tiene jugadores gana ligas (aquellos que son regulares y constantes a lo largo del año, sin muchos altibajos), entrenador que conoce mucho este deporte y jugadores ganadores (muchos ganaron la liga hace un par de temporadas). De este Chelsea solo me queda una duda: cómo avanzará este equipo. Entiendo que la llegada de Conte ha supuesto un cambio en el equipo casi a la altura de cuando Mou se hizo con este equipo por primera vez. Los Cech, Carvalho, Makelele y Drogba de la época son los Courtois, David Luiz, Kanté y Costa del momento. Son cambios estructurales. De raíz. Y ambos han dotado de una identidad propia al equipo y al club.
Supongo que Conte completará la plantilla con jugadores que estén a medio camino entre la tiularidad (central izquierdo, carrilero derecho, mediocentro y extremo derecho) y el banquillo; y habrá que ver si algún titular (Diego Costa) sale del equipo. No creo que Conte se conforme con lo que tiene para comenzar el nuevo año, donde tendrá máxima competición europea y una liga inglesa donde City y United van a repetir proyecto.
También me gustaría comprobar si en el posible equipo de Conte cabe un mediapunta; cómo va a evolucionar ese sistema de juego (5-2-3, 3-1-4-2, 5-4-1, o 3-4-3); si va a haber diferencias entre el juego en las Islas y el juego en Europa (como hacía Ferguson),…
Como hay poco "tráfico" por aquí, voy a jugar a director deportivo: Bonucci , Danilo (con la planta y potencia que tiene, no dudo que triunfaría de la mano de Conte), Renato Sánchez (André Gomes) y Dembelé serían mis primeras opciones para reforzar este Chelsea. Contando que se quede Diego Costa.