Durante muchos años, el madridismo se debatió entre la conveniencia o la inconveniencia de contar con Marcelo Vieira en el once de los partidos de la verdad. Sus respectivos entrenadores, también. Hoy, la recopilación de datos indica que la mayoría de aquellas reflexiones acabaron con el brasileño sentado en el banquillo; al tiempo que la perspectiva revela que las dudas siempre estuvieron más vinculadas a las sensaciones que a los hechos, y que por tanto, no apostar por él se debía, más que nada, a una ausencia de fe en lo que su perfil representaba. Marcelo ha sido un elemento de desorden en un mundo organizado; una herramienta casi imprevisible en un fútbol descreído en el que prevalece la certidumbre de lo común. Por eso se tardó tanto en asumir que da muchísimo más de lo que quita; por eso se tardó tanto en ratificar que se está, ni más ni menos, que ante uno de los jugadores más decisivos de Europa.
Lo recién dicho, como se avisó, no se basa en intuiciones o lecturas abstractas, sino en experiencias demostrables. Desde aquella noche fatídica en febrero de 2010 en la que el francés Govou destruyó la estabilidad del Madrid de Pellegrini atacando la espalda de Marcelo en el viejo estadio de Gerland, las cantadas defensivas del brasileño en los días claves se cuentan con menos de los dedos de una mano. En cambio, la lista de momentazos acumulados, ya sea en rachas de juego o en jugadas específicas, tiende a lo interminable. El golazo al Lyon un año después para romper el maleficio de los Octavos, o la participación en los tres tantos del Madrid de Mou al Barça de Guardiola en el Play Off de 2011, podrían estar entre los primeros. Yendo a lo reciente, en las últimas semanas ha enlazado tres asistencias ante Sporting, Barça y Bayern o el gol contra el Valencia que significó tres puntos cruciales para el desenlace de la Liga. Por el camino dejó instantes increíbles que las derrotas hicieron olvidar, como su vuelta de la semifinal de la Champions frente a la Juventus en la temporada 2014/15, y otros que le hicieron mayor justicia, con su mágica Final de Lisboa, grabada en la memoria de cada aficionado. Precisamente su rival de entonces, el Atlético, tratará de defenderle esta noche, cuando ya nadie duda de él. Lo tendrá difícil: desde el inicio del ciclo del Cholo, nunca sumó menos bondades para lograr secuestrar al genio.
El sistema del Real Madrid actual no podría entenderse sin el concurso de sus dos excelentes laterales.
El Real Madrid es ahora mismo un equipo sostenible -y sostenido- debido al perfil y la calidad de sus laterales. Su ataque posicional -la fase del juego que más tiempo le ocupa- adolece de una irregularidad achacable a muchos motivos entre los que sobresale la, a menudo, estrechez de su frente ofensivo: sus delanteros, con Ronaldo y Benzema a la cabeza, se mueven menos de lo ideal y se quedan plantados dentro del área, es decir, en la posición desde la que menos espacios se crean. Dicha circunstancia hace que las bandas sean cosa, con frecuencia, exclusiva de Marcelo y Carvajal, principales destinos de los pases de Kroos y Modric y encargados de, primero, asentar el ataque y, después, revolucionarlo. Si Zidane, en lugar de tener esta pareja, tuviera la de cualquier otro conjunto del continente, se vería forzado a modificar prácticamente todo. Hay ocasiones en las que, además de balón, se les dota de ventajas que acentúan su eficacia, pero en muchas otras, en demasiadas, cargan con el equipo dando valor a jugadas donde hay poco que rascar. El extraordinario momento de inspiración y forma de ambos ha hecho que ya no se vea ni como milagro ni como proeza, sino como la rutina más lógica posible.
La posible titularidad de Isco dotará a Marcelo de un contexto que favorece la explosión de su talento.
La gran amenaza para el Atlético de Madrid deriva de una doble condición que pondrá a favor de viento la magia de Marcelo. Por un lado, existe un importante margen de probabilidad de que Isco forme parte del once titular. El malagueño es, a título individual, la mejor noticia posible que se le puede regalar a Marcelo a modo de compañía. A nivel ritmo, el ataque blanco sube sus revoluciones porque, pese a no tratarse del pasador más eléctrico del circuito, está desatado en el dribling y genera ventajas como, hoy día, ningún otro medio de la eliminatoria. En cuanto a táctica, su movilidad provoca movimiento ajeno y desvía efectivos hacia las bandas para que Marcelo y Carvajal tengan alternativas diferentes a la genialidad o el centro al área. Y a modo estilístico, se está ante un futbolista que subraya la identidad de un colectivo que, cuando no está él, parece un tanto permeable a las intenciones del otro. Resulta que esa identidad a la que él suscribe al resto es la que más enfatiza la habilidad innata del lateral de Brasil.
Para más inri, ya se apuntó, el Atlético de Madrid del presente carece de fortalezas que antes sí tuvo y que contra este Marcelo se antojarían capitales. El deterioro de su sistema defensivo es el suceso que más supedita lo demás, pero hay otros detalles que acrecientan la vulnerabilidad. Por ejemplo, el hecho de que Gabi, sujetado en el carril central ante la ausencia de un pivote más posicional a su lado, no pueda acudir tanto a la banda a lanzar ayudas despuebla esa zona tanto en lo cuantitativo como en lo cualitativo. Qué decir de las lesiones de los dos laterales titulares, Juanfran y Vrsaljko, que provocará que el pesado Savic, el joven Lucas o el impulsivo Thomas sufran no menos de tres o cuatro manos a manos contra Marcelo cerca o dentro del área en los que el genio podrá sacar tajada como acostumbra. Aunque tan importante como lo del español y el croata será lo del extremo belga, Yannick Carrasco. El hombre con la conducción más rápida del Atlético y el más capacitado para recorrer largas distancias a gran velocidad fue empleado en el último derbi en la banda derecha y le cogió la espalda a Marcelo con bastante peligro. Tras dos semanas en el dique seco, ha regresado a la convocatoria y se especula con que también al once. Darle trabajo a Marcelo, obligarle estar atrás, se vislumbra como imprescindible para que Simeone y los suyos castiguen la moral de los merengues. Sacar de posición a Ramos y exigir a Casemiro la ayuda que más esfuerzo le cuesta -al ser la que más lejos suele pillarle- podría alterar la balanza emocional del derbi y dar mucha vida a los aspirantes. Marcelo será el genio a seguir porque el cruce, en una medida enorme, se decantará precisamente en las briznas del césped que le tocará pisar.
Foto: CURTO DE LA TORRE/AFP/Getty Images
tortugaroja 2 mayo, 2017
Cuanto menos provocativo ensalzar a Marcelo ahora mismo, no entrare en detalles ajenos al futbol, los si relacionados quedan muy bien reflejados en el artículo.
Qué gran pareja de laterales!