El Sevilla FC de Jorge Sampaoli arrebató al Real Madrid su vitola de invicto 40 partidos después. Lo consiguió en el que midió al primero contra el segundo de la tabla y, seguramente, al mejor contra el que por mejor forma atraviesa, y durante 90 minutos de altura sideral de estos que sirven como anuncio de lo que el fútbol ofrece los martes y los miércoles cuando los días se alargan y a las 20:45 todavía brilla el sol. El Sevilla 2-Madrid 1 fue para paladearlo con alevosía.
Se impone empezar describiendo que Zidane ajustó su esquema en señal de respeto. Por vez primera, alineó tres centrales de partida para disponer un 5-3-2 que dejaba a los blancos con un delantero de menos. Valorando que la pareja atacante presentada, la formada por Benzema y Cristiano, carece de la autosuficiencia que antaño supo exhibir, el sacrificio no parecía trivial, se aceptaba perder mucho poder de intimidación, pero a lo largo del encuentro, el juego le otorgaría la razón.
Casemiro y Modric, tremendos, dominaron la escena tácticamente.
Por su parte, Sampaoli dotó a su once de un carácter ofensivo que, con certeza, causó efecto en la moral de sus hombres: optó por una línea de cuatro defensas, protegió al dominante N´Zonzi con Iborra para que volase, situó al «Mudo» como falso «9» y, por detrás, tres mediapuntas que de izquierda a derecha fueron Vitolo, Nasri y Ben Yedder. Pura calidad técnica.
El cruce de sistemas determinó un ritmo sorprendentemente lento que favoreció los intereses del entrenador del Madrid, que pretendía evitar una vorágine como la sufrida en Copa o como la que, en los minutos finales, le costó su imbatibilidad. En 15 minutos, el Sevilla no había logrado finalizar ni uno de sus ataques y había perdido no pocos balones por impotencia táctica: la ocupación del terreno acometida por los blancos, con Marcelo, Kroos, Casemiro, Modric y Carvajal devorando el espacio sin asumir riesgos como sólo puede hacer un equipazo, casi le estaba ahogando. Y se apunta el «casi» porque las monumentales actuaciones individuales de Escudero, Mariano y Vitolo por fuera y de N´Zonzi por dentro compensaban la situación jugada a jugada. Era como si el Madrid estuviera en todas partes pero el Sevilla, con esfuerzos tremendos y muestras de clase sedosa, fuese alcanzándolo acción tras acción. Salvo por un detalle suelto: las incorporaciones de Modric. El croata está como nunca –aunque parezca increíble– y su (recobrada) agresividad significaba la única grieta que ni Sampaoli ni Zidane habían podido taponar.
Mariano y Escudero fueron auxilios constante para el Sevilla.
El hecho de que el Real no castigase al Sevilla en el marcador podía explicarse de dos modos: por un lado, la movilidad lucida por Benzema no se veía acompañada por el acierto técnico de Ronaldo, a quien se vio espeso, rígido y errático, y por el otro, la superioridad numérica que Sampaoli había construido en los costados estaba penalizando el rendimiento ofensivo de Carvajal y Marcelo, que en un 5-3-2 se antojaban piezas fundamentales para el ataque del líder. En una primera instancia, su rol sí sumaba y mucho como vértices superiores que dibujaban con el extraordinario Sergio Ramos, que completó uno de esos capítulos que le sitúan entre los zagueros de la Leyenda, pero cuando debían resolver arriba, no hallaban el aire…
… hasta el minuto 46. Después de la reanudación, consciente de que mantener la inercia iba en beneficio de su adversario, Sampaoli inyectó adrenalina a su colectivo y pidió más mordiente en la primera presión. Tenía sentido, pero Ramos se lo quitó batiéndola sin peros y, con huecos, Carvajal, Modric y Benzema convirtieron sus uñas en espadas. El argentino había fallado en su primer intento de solución, pero N´Zonzi le mantuvo con vida. Y probó otra cosa.
Sarabia volvió a marcar diferencias saliendo desde el banquillo.
El punto de inflexión arribaría con el carrusel de sustituciones: Jorge quitó a Iborra y Vázquez e introdujo a Sarabia y Jovetic, mientras que Zinedine retiró a Kroos para incluir a Kovacic. O sea, el sector derecho ofensivo hispalense, el izquierdo defensivo merengue, recibió una descarga de novedad, y sería el Sevilla el contendiente resaltado. Con la zaga de cinco, el Madrid había renunciado a metros y a agresividad en el robo en favor de un control posicional superior, y ahí estaba su juego, pero con Kovacic, demasiado móvil, la estructura comenzó a resquebrajarse. Y ante Sarabia, quizá el suplente más eficaz de la Liga, lo pagó. Porque además, Sampaoli dobló la apuesta en ese lado anulando la ayuda de Nacho sobre Marcelo cerrando a Ben Yedder, diseñando un filón que después se transformó en huracán. El rugido del Pizjuán así lo evidenció. Y ante tal intimidación, Keylor falló dos veces, compensando el error previo de Rico y recompensando el espíritu de un Sevilla que no renuncia a nada.
Foto: Aitor Alcalde/Getty Images
Gravesen 16 enero, 2017
Ay Zizou! Pecó de novato con los cambios! En el 85 con el Pijuan ardiendo y 1-1 la victoria era algo que ya no se podía obtener ni con Ramos en el campo porque no había nadie que pudiera llegar arriba y forzar una pelota parada!
Ya con 0-1 las entradas de Morata y Asensio eran necesarias, pero con 1-1 hacer los dos cambios era algo lógico: Romper el ritmo, restar segundos, un buen empate y a casa.
Tres cosas que mencionar: uno que Keylor en disparos lejanos este año esta fatal. Aportare luego la cifra pero son bastantes. Otro que este año sólo han encajado tres goles a balón parado….pero que tres frente a Borrusia, Barcelona y Sevilla. Y por ultimo que el sistema me gustó desde la perspectiva de que Ramos podia subir "a lo Pirri" muchas veces. Curioso.
Aún así no salgo descontento del todo por una razon: este Sevilla parece que va a pelear la Liga, y un 2-1 es algo que en el Bernabéu se puede arreglar de cara al goalaverage. No toda derrota es inútil y si hay empate final a puntos no será tan grave.
Cuarta derrota de Zizou, tercera oficial. Cada una de ellas ha derivado en un update en el juego del equipo. Veremos contra el Celta.