Como si necesitaran ponerla a prueba, la plantilla del Real Madrid, labor del entrenador mediante, ha constatado que nadie es imprescindible. Casi a la altura del colmo, cada gran figura ha ido cayendo en desgracia física temporal, circunstancia que su equipo ha aprovechado para preguntarse cómo afectaría su baja a nivel táctico y colectivo. Pasó con Kroos, con Bale, con Modric y también con Casemiro. Éste último, con el paso del tiempo y desde que Zidane ordena desde el banquillo, no sólo se ha ganado con pleno derecho un lugar en el ‘XI’ y completar un mediocampo de similar importancia que la BBC, sino que ha dejado de ser, año y medio después, el jugador que era en aquel momento.
En Portugal, con Lopetegui, pura exuberancia física
Casemiro se fue a Oporto para crecer. Le salió realmente bien porque se hizo titular indiscutible, mostró unas determinadas condiciones domingo tras domingo y volvió para formar parte del proyecto de Rafael Benítez, entrenador que históricamente utilizó y dio importancia a la figura de un mediocentro con grandes dotes defensivas en campo propio, inexistente en el Madrid de Carlo Ancelotti. A orillas del Duero, el centrocampista brasileño, siempre por delante de la defensa y a la espalda de los dos interiores -Óliver y Herrera-, basó su éxito en su capacidad para la cobertura lateral y el salto vertical. Como todo mediocentro, que forma su propia altura y su propia línea, Casemiro era un tapón que trataba de que nadie le hiciera correr hacia atrás. El asunto era frenar desde su exuberancia.
Con Zidane pasa a ser una pieza fundamental
Así, llegó al Bernabéu y repitió misiones y virtudes, hasta que la suma de minutos, la confianza y la evolución anímica y táctica del hoy Real Madrid de Zidane le ha hecho evolucionar al jugador que es hoy día. Carlos Henrique Casemiro ha pasado de ser un recurso competitivo a un argumento de peso en la consecución de títulos y en la variedad de planteamientos que está fomentando su entrenador. En los primeros meses, con la tarea de robársela al rival y ceder espacio a los suyos para jugar, casi como un especialista defensivo de un equipo de balonmano que interviene muy poco en el juego ofensivo. Desde ahí, y como cambio más significativo, el ex del Sao Paulo ha aprendido, seguramente en tiempo récord, a marcar diferencias defensivas sin ser protagonista.
Casemiro está madurando a nivel posicional a pasos agigantados
Porque la principal virtud de Casemiro residía en ser protagonista defendiendo: perseguía sombras, iba mucho al suelo, buscaba el quite sobre el pie del oponente o acudía a las bandas en sprints límite. En el último mes ha añadido, a su talento para penalizar dudas e interceptarlo todo, un rendimiento que no puede recibir otro calificativo que el de coherente. Casemiro puede defender un espacio concreto de su mitad del campo o hacerlo junto a su equipo en campo contrario para ahogar la salida rival de manera cada vez más natural, aprendiendo a desactivar sin intervenir ni intimidar. Habiendo adquirido esa capacidad, su madurez pasa por ser, en cada momento, el mediocentro que la jugada necesita. Y lo está consiguiendo, siendo, en estos momentos, uno de los grandes referentes de la posición en toda Europa.
Foto: Gonzalo Arroyo Moreno/Getty Images
Sebas 18 enero, 2017
Aún le falta velocidad en ejecución, sino estaríamos hablando de un mito