Anfield y la transición silenciosa (II) | Ecos del Balón

Anfield y la transición silenciosa (II)


Tras ganar la Copa, cuenta Shankly que se dio cuenta de que el final de su carrera estaba próximo cuando por fin se sentó a descansar en el vestuario de Wembley ese mismo día. Los quince años de tensión le habían cazado. Eso es lo que había en Bill Shankly y ya no quedaba nada más que ofrecer. Anunció su retirada durante el verano y su ayudante más cercano, Bob Paisley, asumió el mando de la nave Red. Como ocurriría con Dalglish posteriormente, al mes de dejarlo Shankly sentía de nuevo el gusanillo del banco, pero era demasiado tarde. Aparecía regularmente por Melwood, tanto que Paisley pidió que le prohibiesen entrar para que dejase al equipo trabajar en paz. Ese mismo verano los banquillos del Leeds United y el Manchester City quedaron libres y quizá hubieran sido una buena manera de empezar con energías renovadas. Al fin y al cabo sólo tenía 60 años, pero Shankly fue fiel al club de sus amores, y nunca más se sentó en el banquillo. Solo se concedió el placer de liderar la entrada de su equipo, como entrenador campeón de copa, en la Charity Shield de ese año. A su lado, curiosamente, estaba Brian Clough, que había tomado posesión del cargo en Leeds poco tiempo antes. Ninguno de los dos era el verdadero entrenador de los hombres que venían detrás: unos seguían añorando a Revie y otros eran ya chicos de Paisley.

El Liverpool, sin embargo, con las bases sentadas por Shankly y el equipo formado en los años posteriores entraría en la mejor época de su historia. Paisley hereda la estructura de Shankly, lo cual era en cierto modo una bendición, pero también hereda el peso del personaje. Él no es Shanks, es mejor tácticamente, más dialogante, peor motivador pero seguramente más dotado para el asalto al trono europeo y mantener una hegemonía duradera en el frente inglés. Ciertamente no fue fácil, ya que en su primer año Keegan se perdió bastante partidos por su expulsión al pegar un puñetazo a Billy Bremner en la Charity Shield, y Tommy Smith fue sancionado por fingir una lesión cuando un objeto le alcanzó en el partido de Copa de Europa ante el Ferencvaros. Y para colmo el Liverpool quedó fuera en esa segunda ronda. Sin Europa y sin títulos domésticos, la primera temporada post-Shankly se catalogó de decepcionante. Pero, visto lo visto, el pasito atrás fue para coger impulso. Bob Paisley era el cerebro táctico del Boot Room. Y como tal empezó a actuar en su segunda temporada, una vez se quitó de encima la presión de no cambiar nada del legado de Shankly. Uno de sus mayores aciertos fue cambiar la posición de Ray Kennedy, que pasó a jugar de centrocampista en lugar de en la delantera, como acostumbraba en el Arsenal.

Paisley nunca dejó de mover piezas

Clemence; Neal, Thompson, Hughes, Smith; Case, Kennedy, Callaghan, Heighway; Keegan y Toshack.

La transición continuaba, con Phil Neal apareciendo como el larguísimo lateral derecho, un trotón incansable que tendrá llegada a gol en las jugadas a balón parado y también será el lanzador de penaltis del equipo. Phil Thompson se había consolidado como ese central con capacidad para jugar que quería Shankly y Jimmy Case, un centrocampista creativo -y no exento de garra- se había hecho con el costado derecho. Case es el gran centrador que hará las delicias de John Toshack. En el banquillo aparece ya Terry McDermott, un dinámico centrocampista que no tardará en abrirse hueco en el once y David Fairclough, el super suplente, un hombre que hará de sus 20 minutos saliendo desde el banco el período más fructífero y efectivo del fútbol mundial. En la Copa de la UEFA el equipo superó con suficiencia a la Real Sociedad y sobrevivió la eliminatoria contra el Dinamo de Dresde merced a dos soberbias actuaciones de Ray Clemence y a un Keegan siempre decisivo. Ante el Barcelona, en el Camp Nou, el equipo dio una de sus mayores exhibiciones en el plano defensivo -una de los puntos débiles del conjunto- y John Toshack marcó el único gol. En Anfield, de nuevo Clemence y Phil Thompson fueron clave, manteniendo el resultado de empate. La final se disputaría contra el sorprendente Brujas de Ernst Happel. Entre ambos partidos de la final el Liverpool se jugaría la liga.

La final empezaría sorprendentemente mal, con el Brujas adelantándose 0-2 en Anfield. Pero la entrada de Jimmy Case en lugar de Toshack liberó espacio para los movimientos de Ray Kennedy. Fue una jugada maestra de Paisley, ya que Case reforzaba el medio del campo metiéndose hacia adentro, liberando la banda para Phil Neal y cubriendo las espaldas de un Kennedy desatado. Un tiro de larga distancia suyo acortó distancias, y un gol de Case a pase del propio Kennedy empataba el partido. Poco después, Keegan transformaba un penalti sobre Steve Heighway. Antes de jugar la vuelta, el Liverpool se aseguró el campeonato liguero en Wolverhampton, y tras empatar en Brujas también la Copa de la UEFA se iba a las vitrinas de Anfield. Se repetía la hazaña del 73 y ya nadie sospechaba de Paisley.

El asalto a la Orejona

El Liverpool se había asentado por méritos propios entre la élite del fútbol europeo en los años 70, pero seguía sin poder echarle el guante a la Copa de Europa. El verano de 1976, Paisley siguió cambiando algunos elementos de su equipo y mejorando zonas que parecían débiles. La llegada de Joey Jones, un robusto lateral izquierdo bastante similar a Phil Neal, permitó que Paisley pudiese asentar a Emlyn Huhges con Phil Thompson en el centro de la defensa, usando al veterano Tommy Smith como comodín en cualquier puesto. Ian Callaghan. Jimmy Case es ya un fijo en la derecha y Ray Kennedy comienza a aparecer en la izquierda una vez Steve Heighway empieza a acompañar a Keegan en la delantera. Es una temporada difícil para John Toshack. El equipo supera sin sobresaltos al Crusaders y al Trabzonspor -más allá de las horribles condiciones del estadio turco, algo típico en la vieja Copa de Europa-. En liga el equipo vuela. Visitar Anfield se convierte en la peor pesadilla de todos los equipos y normalmente el compromiso se salda con los visitantes mareados ante centelleantes combinaciones de pases.

Así pues, el gran choque de la temporada llega en Europa, cuando el bombo empareja a los Reds con les Verts del Saint Etienne, a la sazón campeón francés. Este va un reto mayúsculo para el Liverpool, ya que los de Robert Herbin representan el verdadero juego de toque y posesión que se jugaba en el Continente. Finalistas derrotados el año anterior contra el Bayern -ay, esos postes cuadrados de Glasgow-, los franceses vuelven aún más fuertes. Osvaldo Piazza sigue siendo un auténtico cacique en el centro de la defensa, Christian López, el rey del tackle, es su compañero perfecto. Por delante de ellos, Domique Bathenay es un bulldozer en el centro del campo, Jean Michel Larqué el cerebro del equipo y el brillante Dominque Rocheteau es, seguramente, el mejor jugador joven de Europa. Un extremo muy veloz y habilidoso al que las lesiones irán reconvirtiendo en delantero conforme pasen los años.

En un ambiente muy hostil en Francia, el Saint Etienne presiona al Liverpool desde el principio y domina buena parte del encuentro, pero tiene dificultades para marcar -algo que siempre acompañó a este brillante conjunto-. Jimmy Case dispara al poste mediada la segunda parte, en lo que podría haber sido un tremendo golpe psicológico, pero es Bathenay quien se sale con la suya al marcar el único gol del partido. En Anfield, con 60 mil almas dispuestas a devolver la encerrona del Geoffrey Guichard, el Liverpool empató la eliminatoria a los dos minutos. Parecía que iba a ser otra noche mágica, pero fue necesario que Clemence estuviese en su mejor forma para mantener a los franceses a raya. Hasta que un disparo espectacular de Bathenay, con mucho efecto, puso el 1-1 en el marcador. Un gol muy importante por su valor doble. Ray Kennedy añadió un tanto más a la cuenta de los Reds. Casi sin tiempo, Paisley usó su arma secreta: Fairclough entró por Toshack y marcó el gol que daba la victoria en la eliminatoria a su equipo. Fue un momento de éxtasis, ya que se había batido a un fantástico adversario, un auténtico gatekeeper. Fue la noche en que Anfield se creyó por fin que podían ganar la Copa de Europa. Especialmente cuando el rival en semis, el sorprendente Zurich, fue barrido por un Liverpool crecido. En la otra semifinal, Borussia Moenchengladbach y Dinamo de Kiev se daban cera por un billete a la final de Roma que finalmente recaería en los brillantes alemanes.

Liverpool y M’Gladbach se volvían a cruzar, aunque de una forma muy diferente a años atrás.

Brillantes y viejos enemigos, el Borussia había sufrido su pequeña transición a lo largo de la década. Ya no estaba Netzer, pero sí el brillante extremo Allan Simonsen, que se coronaría Balón de Oro al final de ese mismo año, también un nuevo volante llamado Uli Stielike, y con ellos seguían los viejos rockeros como Berti Vogts, Rainer Bonhof, Herbert Wimmer y Jupp Heynckes. El Olímpico de Roma, sin embargo, era Red. La afición del Liverpool se volvió loca ante su primera final de Copa de Europa y llegó en oleadas a la Ciudad Eterna, copando gran parte del estadio. Para los jugadores fue una sensación indescriptible, y ciertamente salieron reforzados ante un rival temible. Los alemanes tuvieron la primera gran oportunidad con un tiro al poste de Bonhof, pero el Liverpool golpeó primero cuando Terry McDermott, llegando desde segunda línea, remachó un centro de Heighway. Pero apenas se había asentado el equipo tras el subidón del gol cuando Simonsen, driblando desde la zona izquierda puso el empate con un gran gol. Clemence tuvo que emplearse a fondo para salvar un remate de Stielike que hubiera puesto en ventaja a los alemanes. Fue decisivo, ya que poco después Tommy Smith, el veteranísimo, marcó tras la salida de un corner, antes de que Phil Neal remachase el resultado de penalti. ¡Campeones de Europa!

Cambiar para mantenerse

La defensa del título europeo es siempre más difícil que llegar a la cima, por eso pocos equipos ha logrado hacerlo. Más difícil aún cuando tras la final de Roma Kevin Keegan anunció que había firmado un lucrativo contrato con el Hamburgo y abandonaba el equipo. A eso debemos unir la edad de Emlyn Hughes, Tommy Smith e Ian Callaghan. ¿Cómo se iba a recomponer el equipo? Paisley, ante semejante reto, miró al Norte. Tres escoceses llegaron que serían decisivos en la historia del club. Graeme Souness, un centrocampista de gran despliegue físico, nacido para ser un box to box, a pesar de problemas iniciales sería una leyenda del club. Alan Hansen, el defensor central capaz de mover la pelota con criterio e incluso preparado para jugar como mediocentro y, sobre todo, Kenny Dalglish. Pocos podían imaginar que Dalglish, ya una estrella consagrada en el Celtic de Glasgow -era uno de los miembros más reputados de la fantástica generación conocida como Quality Street Gang-, estuviese comenzando la parte más brillante de su carrera. Cuando decimos que Dalglish es la transición del Liverpool hecha hombre no lo decimos sólo por sus logros como manager, sino también por lo que contribuyó a ella como jugador. Asumió el número 7 de Kevin Keegan sin despeinarse, y mejoró sus prestaciones. Tanto que, a final de año, nadie se acordaba de Super Ratón, que a su vez estaba triunfando en Alemania. Dalglish dio al juego del Liverpool aún más matices que Keegan, especialmente porque su inteligencia en el balcón del área es casi única. Dalglish fue un mediapunta que solo aparecía en esa posición para hacer daño, fue un segunda punta con una visión de juego clarividente, y fue un goleador de categoría, además de ser un jugador de partidos grandes.

A pesar de verse sorprendidos por el Nottingham Forest en la liga, el Liverpool dio lo mejor de sí en Europa. Arrasó al Dynamo Dresde y al Benfica antes de enfrentarse al Moenchengladbach por enésima vez, esta vez en las semifinales. Una sufrida derrota en Düsseldorf -donde el Borussia había movido el partido-, presagiaba un tenso partido de vuelta en Anfield. Nada más lejos de la realidad. Dalglish dominó el encuentro y el Liverpool se plantó en la final ganando 3-0. Una final que les mediría a otro enemigo familiar, el Brujas de Ernst Happel, en un escenario aún más familiar, Wembley. Los belgas, con muchísimas bajas, se atrincheraron y se dedicaron a impedir que el Liverpool jugase con comodidad. Pero el maravilloso gol de Dalglish, con su pierna mala, retuvo la Copa de las grandes orejas para los Reds. Clemence; Neal, Hansen, Thompson, Hughes; Case, McDermott, Souness, Kennedy; Dalglish y Fairclough. La temida transición estaba completada. Y con honores.

El mítico e histórico Forrest de Clough se cruzó en su camino varias veces.

Pero mientras el Liverpool conquistaba Europa surgía en Inglaterra un equipo que sería la horma de su zapato. El Forest de Brian Clough ganaba la liga del 78 un año después de ascender, y lo hacía jugando un fútbol atractivo y ofensivo, pero también físico, que parecía tener tomada la medida del Liverpool. Así fue cuando ambos equipos se encontraron en la primera ronda de la Copa de Europa del 79 y el Forest acabó con el reinado del conjunto Red. Ellos mismos repetirían la hazaña de los de Paisley, ganando la máxima competición continental dos años seguidos. Mientras, el Liverpool arrasó en la liga de 1979 con el que seguramente sea su mejor conjunto de la Historia. Una combinación de veteranos dando su último esfuerzo, superestrellas en plenitud y jovenzuelos que se asientan. Ya no están Callaghan ni Smith, es el último año de Emlyn Hughes y el primero de Sammy Lee. Y hay un Kenny Dalglish imperial. Y unos diésel de lujo en el mediocampo con Souness y McDermott. Y la calidad de Jimmy Case. Y la confirmación de Alan Hansen y David Johnson. Y la llegada de Alan Kennedy, que competirá en pulmones con Ray. Un campeonato perfecto, que se retendrá al año siguiente -a pesar de la nueva decepción europea, donde el Dinamo Tblisi les propina la lección continental de cada cinco o seis años-.

Gold Rush

Este equipo se mantendrá unos tres años sin mayores cambios y en 1981 retomarán el trono europeo tras derrotar al Real Madrid en una final marcada por el miedo en París. Alan Kennedy, quizá el jugador más tosco del equipo, marcó el gol de la victoria en una de sus subidas al ataque. Los laterales larguísimos de Bill Shankly seguían dando réditos. Y la transición seguía siendo constante, con elementos como Sammy Lee -plenamente integrado en el equipo- y los recién llegados Ian Rush y Ronnie Whelan debutando. Grandes cosas les aguardaban en el futuro cercano, ya que ambos se harían habituales del equipo en la siguiente temporada. Rush como delantero centro, el perfecto acompañante para Dalglish. El galés era un jugador que leía muy bien los balones al espacio, y un gran definidor en carrera. Un sueño para un segundo punta como Dalglish. Su conexión será la mejor de Europa durante la primera parte de los 80. Ronnie Whelan, el irlandés, por su parte se hará con el puesto de Ray Kennedy y será pilar del centro del campo Red por más de una década. Además de estos dos elementos, Ray Clemence se fue al Tottenham, dejando el camino abierto para uno de los personajes más pintorescos de la historia del club: Bruce Grobbelaar. El excéntrico portero de Zimbabwe, irregular como pocos, hacía parecer académico a Clemence.

Sus inicios fueron durísimos, ya que la afición no confiaba en él y sus continuos errores de bulto no ayudaban a corregir la situación. Pero poco a poco se fue asentando y llegaría a ser indiscutible durante una década en Anfield. Durante estos dos años posteriores a la tercera Copa de Europa, donde el Liverpool es incapaz de llegar lejos en la competición continental pero gana holgadamente la liga, se asienta también el irlandés Mark Lawrenson como pareja de Alan Hansen en el centro de la defensa. Se ha dado un paso más en la evolución que pedía Shankly y ahora ambos centrales son jugadores muy dotados con el balón en los pies. El equipo se transforma, es menos técnico y más físico, más directo -tanto Hansen como Lawrenson son muy buenos desplazando la pelota en largo-, más vertical. A ello contribuye el incansable ritmo de Souness y la necesidad de Ian Rush de ser lanzado al espacio entre los defensores. Estéticamente es un equipo más feo, pero renace como fuerza competitiva. Además, estos jugadores demuestran un carácter indomable que les hará no sentir la presión y ganar la Copa de Europa de 1984 en Roma y contra la Roma, ya bajo el mando de Joe Fagan y con nuevos elementos como John Wark, uno de los favoritos de Fagan, y Steve Nicol.

Grobbelaar, Neal, Hansen, Lawrenson, Alan Kennedy; Lee, Wark, Souness, Whelan; Dalglish y Rush.

Parecía que, gracias a esta transición constante, a esta puerta giratoria de jugadores que se adaptan a un estilo y esquema ya preconcebidos, el dominio del Liverpool se prolongaría indefinidamente. Ni siquiera la edad parecía afectar demasiado, ya que los nuevos elementos hacían olvidar a los viejos a una velocidad record. El equipo de Fagan se movía gracias a una inercia ganadora, que duraba ya casi 15 años. Pero tuvo que aparecer un elemento externo, el horror de los hooligans, para detener esta inercia. El tiempo se paró en Anfield durante más de un lustro. Una tormenta que solo el capitán ideal podía capear. Hasta ahí duró esa transición mágica de Shankly, ya que el capitán estaba en casa. Pero, como vimos al inicio de esta historia, hasta el Rey de Anfield tenía un límite.

 

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Primera entrega: Anfield y la transición silenciosa (I)

 

Foto: Allsport/Getty Images


18 comentarios

  • javimgol 31 diciembre, 2016

    Mejor que la primera entrega. Buen trabajo.

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  • Gravesen 31 diciembre, 2016

    Aquella Copa de Europa del 81 estuvo mucho más cerca de caer de lo que se cree. Yo no la pude llegar a ver, pero mi padre me contaba siempre que fue muy parecida a la Séptima: el Liverpool muy favorito pero el Madrid asentado atrás y controlando bien el partido, pero a diferencia del 98, los blancos no marcaron en su mejor momento…y llego el error de García. Una pena, hubiera adelantado la historia moderna del Madrid varios años.

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  • MigQuintana 31 diciembre, 2016

    No hay mejor forma de acabar este 2016. Gracias Vil. :)

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  • Abel Rojas 31 diciembre, 2016

    @ Gravesen

    ¿Adelantado la historia moderna? Me cuesta verlo.

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  • Juan Plaza 31 diciembre, 2016

    Para mí la mejor final de la historia de la Copa de Europa & Champions League es la Liverpool vs Borussia Mbach. Pura electricidad, dos ejércitos con calidad. Armonía y energía

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  • Gravesen 31 diciembre, 2016

    Abel Rojas

    La década de los ochenta y primera parte de los noventa fueron un trauma constante del Madrid viendo como Liverpool, Ajax y especialmente Milán amenazaban con igualar en de Europa al Madrid mientras ellos disputaban más la Uefa y Recopa que la actual Champions. Que entre 1981 y 1998 el Madrid jugó 6 veces la UEFA y 2 la Recopa (más el año que se negaron a jugar Intertoto) por 6 veces la Copa de Europa. Era terrible.

    La sensación que yo muchas veces tenía, cada año que pasaba y especialmente cuando se vio que la Quinta envejecia era que el Madrid no podría ganarla ya. Y especialmente en los noventa el Madrid tuvo unos años donde no se sabía si el equipo volvería a ser aspirante europeo o si le pasaría como le ha ocurrido al Liverpool y desaparecía del plano competitivo de primera línea.

    Veinte años después aún no se ve del todo lo que realmente hizo la Champions del 98. Aunque esos años fueran convulsos, trajo modernidad y "color" al club. Y esa época no hubiera sido tan difícil con una victoria en el 81. Palabra.

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  • Vilariño 31 diciembre, 2016

    @Gravesen @Abel Rojas

    Mi padre me dice más o menos lo mismo de esa final, añadiendo que fue bastante aburrida y muy miedosa. En todo caso concuerdo con Abel en no acabar de ver ese "advenimiento" de la modernidad si el Madrid hubiera ganado. De hecho, la modernidad al Madrid llegó apenas 4 años después con la Quinta.

    @Juan Plaza

    Es un partidazo, sin ninguna duda. Y muy divertida de ver, de mis favoritas. United-Benfica 68 es otra muy buena, y obviamente Liverpool-Milan 05. HSV-Juve 83 es otra de las que me gustan, aunque sólo sea por el duelo táctico entre Happel y Trapattoni.

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  • Luther Blissett 31 diciembre, 2016

    Una de las casualidades de la vida (futbolística) es que en la primera temporada de Dalglish en el Liverpool se enfrentó en la supercopa de Europa al Hamburgo de Keegan no fue el primer partido oficial de ambos en sus nuevos clubes porque se jugó en diciembre pero se puede considerar como el partido que simboliza el cambio de idolo en Anfield (aunque Dalglish ya era reconocido como "King Kenny"). El partido es uno de los mejores de la historia del Liverpool, la velocidad con la que movío el balón hizo que la vuelta de Keegan pasase inadvertida. Un 6-0 inapelable que dejaba claro que Anfield era en aquel momento el centro futbolistico mundial.
    Aqui dejo un enlace con un resumen del partido: https://www.youtube.com/watch?v=KY0sj_1AAiA

    Otro de los grandes partidos fue contra los Spurs en la primera campaña de Ardiles en las islas (2/9/78). El vertigo del juego red es impresionante. El último gol es considerado el gol más bonito de la historia Red: https://www.youtube.com/watch?v=goCzUxElxQk

    Por ultimo señalar la rareza de que los guias (Paisley y Fagan) de un periodo tan largo estuvieran ya en la estructura del club cuando se tomo la dirección del "Passing Game" y sus últimos capítulos fueran protagonizados por un DT que había sido su mayor estrella, es un caso único en la historia del fútbol y que su ciclo terminase por un factor no deportivo como fueron los hooligans es también significativo de lo unido que está el fútbol y la sociedad en la que crece.

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  • Andrés 31 diciembre, 2016

    Entonces yo hago una pregunta, tonta tal vez, pero sincera ^^. ¿ Que es lo que provoca que el Liverpool, siendo de seguro el más grande historicamemte de Inglaterra y TOP 5 de Europa, lleve tanto tiempo sin ganar su Liga?

    Porque revisando rosters, talento ha tenido, y no me basta lo de "mala suerte". Se trata acaso de una no evolucion en su futbol o algo asi?

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  • Javier Cordero 31 diciembre, 2016

    A ver si para otra entrega, Vilariño escribe un poco más. Se me ha hecho corto 😛

    Gran trabajo, felicidades!

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  • Vilariño 31 diciembre, 2016

    @Javier Cordero

    La madre del Cordero, y nunca mejor dicho, jajaja. Ocho mil palabras este artículo si no me equivoco. Si escribo más, al pobre Quintana, que es quien maqueta, le da algo.

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  • cenachero 1 enero, 2017

    Habria que ver los equipos grandes que no se han adaptado a los tiempos modernos
    liverpool ha vivido de buenos entrenadores y gerrard estos años
    el bayern por ejemplo hasta la temporada de robben y van gaal iba por el mismo camino o peor se puede cambiar

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  • Gravesen 1 enero, 2017

    cenachero

    Ufff tan mal ni de lejos eh? que en los 10 años anteriores a Van Gaal el Bayern había logrado 7 Bundesligas, 5 DFB-Pokal (Copa),5 DFB-Ligapokal (Copa de la Liga), 1 Champions League y 1 Copa Intercontinental. Es cierto que habían flojeado en tema Europeo, especialmente por las vergonzosas caídas en UEFA en 2008 y Champions en 2009, pero de ahí a que estubieran como el Liverpool hay un trecho.

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  • velasco98 1 enero, 2017

    Gran historia la del Liverpool. Aquí hablo sobre Alexis Sanchez https://noticiasblancas.wordpress.com/2016/12/31/

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  • Xbi 1 enero, 2017

    Este serial de Vilariño (maravilloso) ha coincidido con que estos días he estado curioseando los 70 de la Real, y la verdad es que es llamativo cómo muchos jugadores realistas de la época recuerdan lo impactante que fue para ellos jugar contra ese Liverpool pre-campeón. Hay unas palabras de Chino Martínez que reflejan muy bien lo que significaba visitar Liverpool:

    "Anfield es el mejor lugar en el que he jugado, junto con Atocha. Qué equipazo. ¡Era imposible pasar de medio campo! Si hasta los más habilidosos como Keegan corrían hasta agotarte".

    Tipos como Zamora y Satrustegui también admitieron (muchos años después) haber quedado alucinados.

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  • Juan Plaza 2 enero, 2017

    @Vilariño
    Muy de acuerdo. Aquel ManU del genio Best con su 'gipsy football', puro R&B. Y recuerdo un partido compacto de Felix Magath en el HSV-Juve. Añadiría la Celtic vs Inter, batalla de cosmovisiones opuestas, y la Borussia Dortmund vs Juve, ya en la era Champions. Me faltan por ver las dos del Benfica de Eusebio, frente al Barça y al Real Madrid, respectivamente. Dicen los que saben que fueron extraordinarias

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  • Vilariño 2 enero, 2017

    @Juan Plaza

    Las del Benfica son sorprendentes: La de 1961, contra el Barça, porque se descubro cómo de bueno era ese equipo aún sin Eusébio (que todavía no estaba en el equipo). Y es un partidazo de Mario Coluna. La de 1962 es el show de Eusébio. Y sorprende por ver cómo de bueno era ya ese jugador con 20 años. Tremendamente superior a todos los demás en el campo (adelantado 10 años a su tiempo). Ah, y la pedazo de bestia que era Ferenc Puskas (36 años en ese momento).

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  • Juan Plaza 2 enero, 2017

    @Vilariño
    No sabía que Eusebio todavía no estaba en la primera de las águilas. Coluna me parece un futbolista inmenso. Sólo he visto cachos de partidos de él pero me llegan para apreciar un mediocentro colosal, imperativo, creador y destructor en una misma pieza. La columna maestra del Benfica y el Portugal del 66

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