El Real Madrid se proclamó campeón del mundo tras derrotar al Kashima Antlers en uno de los encuentros más sufridos que ha vivido Zidane sentado en su banquillo. El conjunto japonés, sujetado por el consistente Nagaki e impulsado por el virtuoso Shibasaki, exhibió unas maneras y un sentido colectivo que estuvieron a un paso de batir al equipo que lleva más de siete meses sin perder una batalla.
Zidane volvió a apostar por su once de gala supliendo al lesionado Bale con una elección natural, Lucas Vázquez. No se complicó. Y durante la mayor parte del primer periodo, el Real ofreció su mínimo competitivo, que es más que suficiente para vencer a casi todos: tiranizó el espacio con su triángulo de centrocampistas y convirtió el juego en un ida sin vuelta en el que carecía de fluidez, creación y profundidad pero no de seguridad ni certezas, pues era el único contendiente que se acercaba al arco rival. Con eso y con Cristiano, «pues ya caerá», pensaría con la convicción de la que le ha dotado ganar tanto así.
Benzema fue, con margen, el madridista más inspirado de la Final.
Como suele suceder, al sumar tantos futbolistas extraordinarios capaces de erigirse como el principal generador de juego ante cualquier contrario, hubo un par de hombres que, de manera individual, comenzaron a marcar diferencias. El primero fue Modric, en estado de gracia y con el colmillo mucho más afilado que durante sus primeros meses con Zidane. La versión más ofensiva del croata multiplica las opciones del Real incluso cuando su fútbol es tan débil como el de ayer. Y luego, en segunda y más importante instancia, surgió Benzema, desatado en el apoyo, hábil en el regate y agudo de pensamiento. Al francés tan solo le faltó un rival más emblemático para convertir su actuación en algo para el recuerdo.
Retrasar a Casemiro del mediocampo a la zaga rompió al Real.
Pero afín al rendimiento de la mayoría de sus jugadores, Zidane empezó a tomar decisiones complicadas que no le salieron bien. La principal consistió en retrasar a Casemiro, formar línea de tres centrales con el brasileño, Varane y Ramos y liberar a los laterales para que ejerciesen de extremos. A efectos prácticos, ni Carvajal ni Marcelo supusieron pluses en el ataque o la presión, ni el Madrid ganó solidez retrasando a uno de sus pilares defensivos, sino todo lo contrario. Ni Casemiro, ni Varane ni Ramos acompañaron la iniciativa de su técnico con una actitud más expeditiva, lo cual dejó la zona de mediocentros blanca absolutamente vacía, algo que fue aprovechado por Shibasaki, Nagaki y Endo para encontrar cuanto quisieron al recién ingresado Fabricio, que dominó los apoyos y los asentamientos como si fuese Drogba 2012´ frente a menores de edad. Ni contra el VFL Wolfsburgo anduvo el Real más perdido y vulnerable que contra el Kashima Antlers desde el minuto 75 al 90. De hecho, ni Isco, que casi siempre soluciona la papeleta que le toque, logró invertir la tendencia. Es más, sin la velocidad de Lucas Vázquez, que fue el sustituido, los japoneses jugaron a pedir de boca.
Situar a Toni Kroos como pivote mejoró al Madrid en la prórroga.
Keylor Navas y la falta de pegada del campeón asiático condujeron al Madrid hasta la prórroga y ahí rectificó Zidane, que sin renunciar a sus tres centrales, bajó un escalón a Kroos (de interior a pivote) y uno a Isco (de mediapunta a interior) para recobrar la estructural presencia de un mediocentro. Sólo con ocupar ese sitio, el Kashima dejó de recibir entre líneas con la frecuencia antes alcanzada y los europeos fueron recuperando, poco a poco, el terreno perdido. Y de esta guisa, Cristiano Ronaldo se bastó para la sentencia. Por descontado, es más fácil vencer cuando se cuenta con muchos de los mejores.
Foto: KAZUHIRO NOGI/AFP/Getty Images
luismadrid1985 19 diciembre, 2016
Buenas a todos,
Con los últimos partidos de CR me estoy quedando con una sensación que no se si es real o no. Cuando mejor juega, para mi gusto, por movimientos, apoyos y asociaciones, más fallón está de cara a gol. Cuando no está fino en esa fase, más goles mete ultimamente… Puede ser una simple cuestión de casualidad o de frescura, que creo que sería más grave. En este ultimo caso, implicaría que para seguir con ese ritmo anotador debe dejar de participar tanto en el juego, y no creo que eso sea bueno para él ni para el Madrid. ¿Qué opinais?