Philippe Coutinho está siendo el mejor futbolista del líder de la Premier League. Su argumento más poderoso y, hasta la fecha, más veraz. La carta en la manga de Jürgen Klopp a presentar por parte del Liverpool en la batalla por el título ante el resto de aspirantes. Un Coutinho que, a modo de base musical, marca el paso a la orquesta que desde hace ya unos meses dirige el carismático técnico alemán y que cada día que pasa parece afinar mejor. Está siendo, en definitiva, lo que su talento por un lado y su irregularidad e inconstancia por el otro, hicieron preguntarse en su momento si llegaría a ser. Qué extremo de la cuerda tiraría con más fuerza. Con su radiante presente como respuesta, quizá la pregunta más pertinente que arrojar a su futuro inmediato sea más bien si el Coutinho que es ahora puede dejar de serlo.
O, al menos, si puede dejar de serlo en el Liverpool actual. El matiz no es gratuito. No obedece únicamente a las coordenadas de situación del aquí y del ahora del brasileño, sino que tiene que ver, a su vez, con el caldo de cultivo que los ha permitido. El Liverpool de Jürgen Klopp es también, en parte, el porqué. Desplegado como el envoltorio perfecto a las necesidades e interrogantes hasta la fecha planteadas por el jugador en la Premier League, el sistema de juego red y sus asentados mecanismos son hoy los grandes aliados del paso al frente llevado a cabo por el talentoso brasileño. El camino asfaltado y la potencial garantía para no echar la vista atrás.
El actual Coutinho es un argumento individual de base colectiva.
De talento y condiciones incontestables y brillantez sinuosa, dos de los grandes obstáculos con los que el estallido como estrella de Coutinho se había encontrado hasta ahora, tenían que ver, por una parte, con su escasa regularidad en el aporte y, por la otra, con su intermitencia en la participación, no ya a lo largo de una temporada sino incluso dentro del propio partido. Podía aparecer o no aparecer, y una vez aparecido, su influencia coral en el juego oscilaba, casi de forma arbitraria, entre la trascendencia pronunciada y la irrelevancia más gaseosa. Siempre capaz de gestos y detalles distintos, así como de determinar el marcador con un golpe de genio, la constancia, en cualquiera de sus vertientes, resultaba la asignatura pendiente que, ahora mismo en el Liverpool, no sólo ha encontrado sino desde la cual ha dado forma a su nuevo papel y ascendencia en el conjunto red.
En el sistema de juego diseñado por Klopp en Anfield, es difícil que el balón no termine por llegar a Coutinho. Los mecanismos y las rutas a seguir no demandan del brasileño un gran esfuerzo para entrar en contacto con el cuero. Sólo tiene que seguirlos, dejarse llevar por la corriente. No tiene que buscarlo, le llegará. De salida afilada y controlada, en el Liverpool al balón no le cuesta demasiado alcanzar la línea de medios, altura del campo donde se produce el movimiento clave para asegurar una intervención regular de Coutinho en la jugada. A la manera del binomio Rakitic-Messi en Barcelona, sobre todo cuando el interior izquierdo red ha sido para Wijnaldum -y cuando no, con la mediapunta como punto de apoyo-, el sistema introduce un intercambio de alturas entre el centrocampista y el delantero que acerca a Coutinho a la medular, casi al calor de Henderson, para vestirlo de recurrente receptor.
Primero la jugada encuentra a Coutinho, y después no lo suelta.
Cuando esto ocurre, y es con frecuencia, el desarrollo de Coutinho durante el inicio de temporada está viniendo marcado por un punto no disimulado de inspiración y entusiasmo, pero en el ejercicio de deshojar su actual paleta para dar con la raspa desprovista de magia, puede intuirse aquello que debería mantenerlo sobre el caballo en las noches en que el duende no le acompañe. Con el balón en los pies, el Liverpool le da a Coutinho un sinfín de opciones. Le ilumina el camino en la oscuridad y rara vez se lo valla.
El citado salto de línea de los interiores que le ofrece una solución inmediata de pase hacia adelante, la movilidad de Firmino y su presencia en el apoyo para devolver de cara, la mezcla de Sadio Mané o la proyección de Nathaniel Clyne desde el lateral más alejado, dibujan para el nuevo crack de Anfield un horizonte repleto de potenciales relaciones que sujete su influencia cuando ésta corra el peligro de irse con el oleaje. Coutinho es hoy por hoy la estrella de un aspirante a ganar la Premier, y Klopp está poniendo mucho de su parte para que no quepa la opción de que deje de serlo.
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Segundo Asalto – ¿Qué le falta al Liverpool para ganar la Premier?
Foto: Clive Brunskill/Getty Images
José Ramón 18 noviembre, 2016
Que lindo juega el equipo de Liverpool! Ojalá ganen la Premier League!
La creación de Jürgen Klopp puede volverse un equipo potencial a pelear la UCL? O ya lo consideramos como tal?