El partido del Madrid en Varsovia no debería verse como algo más que una pesadilla puntual. La extrema debilidad defensiva del Legia, lo apretado del calendario merengue y la facilidad con la que puso el 0-2 en el marcador definieron un marco bondadoso en el que cualquiera habría perdido el espíritu competitivo, y a excepción de Karim, que tiene hambre de fútbol, todos cayeron. Se comprendió.
No obstante, no cuesta imaginar que la manera en la que el Real se dejó anoche medio primer puesto del grupo será la misma en la que caiga eliminado de esta Champions 2016/17 si algún equipo logra doblegarle. Por supuesto, se hace referencia al abusivo número de centros que lanzaron sus hombres de banda desde el mismo instante en el que los polacos empataron el encuentro. Que la acción ofensiva predilecta de Zidane es esa es una evidencia, tanto como que así ganó una Copa de Europa en la que fue superior a cada rival al que se midió. Y también con dos envíos al área conquistó el Camp Nou hace unos meses. Es decir, el estilo no es el problema.
Su gran traba no es su ataque, sino que no ataca cuando quiere.
Lo que ocurre es que, tras las lesiones de Casemiro y Modric, se observa una incoherencia que hay que constatar: el Madrid sigue atacando con el mismo método -por fuera y con centros- pero no defiende de la misma forma -con un poderosísimo trivote que siempre se mantenía por detrás de la línea del balón y con un nivel físico, técnico y táctico para ese tipo de menesteres que quita el hipo-. Dicha circunstancia está haciendo que pierda aquello que antes dominaba, la segunda jugada, y eso, y no su cadencia centradora, es lo que le está convirtiendo en un equipo inferior al que campeonó en mayo. Si Zidane mantiene su apuesta por reducir la importancia del juego interior y exponenciar la de los centros laterales, también deberá priorizar sobre el control de las segundas jugadas. Lo necesita para ser quien determine el ritmo del choque y, por consiguiente, volver a ser el dueño real y total de sus partidos.
Foto: JANEK SKARZYNSKI/AFP/Getty Images
Gravesen 3 noviembre, 2016
No entendí nada del planteamiento del partido la verdad; cierto que el rival era el que era, pero el sistema parecía un reclamo de aquel primer Madrid de Pellegrini que pretendía jugar con un 424 con Kaka y Raúl muy abiertos, Karim-Ronaldo en el medio y un doble pivote intentando aguantar todo. Parecía un equipo preguardiolista, digno de las ligas 2005-2008, indignó ahora.
Y luego claro los cambios, porque la entrada de Lucas dejo al Madrid sin Karim,el delantero que mejor bajaba a recibir, y encima extremizo el recurso de los centros. Con Cristiano en la izquierda y Bale en la derecha aún se metían hacia dentro, pero luego con Lucas y Bale a pie natuoie todo era bombeo al área.
Luego Asensio por Coentrao, que fracasó en meter juego interior (de nuevo Asensio en la izquierda) y encima lo cambio por el único de los 4 laterales que tiene recorrido jugando en defensa de 3. Claro, con los centrales vendidos, Carvajal subiendo como un lateral normal y Bale haciendo de "falso lateral izquierdo" pues paso lo que paso.
Y Mariano…Que decir, perder la cabeza de Morata para colocarle era una pérdida de opciones. Si quería meterle era momento de quemar las naves por un central menos. Especialmente si le colocas 4 minutos donde el legia intentara guardar lo logrado.
E Isco en el banco…
No es grave (menos viendo que si sale segundo de grupo podría acabar evitando a mucho coco) pero decepciona por lectura. Era muy difícil hacerlo peor.