A priori, no había para tanto. El Barça ya tenía encarrilado quedar primero de grupo y el Celtic, colista, sólo aspiraba a tomar la tercera plaza, la que da acceso a la UEFA Europa League. Sin embargo, hay aficiones y ambientes que no desperdician ninguna oportunidad de rendir tributo al fútbol. Y aparte, hay jugadores que se lo pasan demasiado bien como para salir al campo y no hacer nada. El Celtic de Glasgow, Gerard Piqué y Leo Messi se inventaron un partidazo.
La primera diferencia con respecto al olvidable encuentro que midió a ambos en el Camp Nou residió en la altura a la que empezaron a defender los escoceses. Desde un 4-3-3 simétrico como los de la Holanda clásica, orquestó una presión adelantada que, como suele suceder ahora, condicionó el juego del Barcelona volviéndolo muy descontrolado y muy vertical. Pero sucede una cosa: que eso fuese lo que pretendiese Brendan Rodgers no está relacionado con que fuera algo que molestase a Luis Enrique. A los liderados por Messi, Suárez y Neymar nunca les apena poder atacar espacios abiertos.
Leo ocupó una vastísima franja de terreno pese a jugar andando.
Dentro del caos relativo que propició el Celtic, se tejieron dos duelos muy singulares: el de Messi contra todos y el de Moussa Dembélé contra Piqué y Mascherano. Leo actuó con esa calma que sólo él puede permitirse; a tan bajas pulsaciones, nadie menos el susodicho alberga sentido sobre un campo de fútbol. Para ser exactos, ni siquiera se le vio correr. No obstante, participó en cada uno de los lugares. Partiendo desde una mediapunta estándar, visitó la derecha, la izquierda, la zona de pivotes y el área a ritmo de paseo, tomando decisiones imprevisibles pero idílicas que se veían representadas con la quirúrjica precisión de bota zurda. La verdad es que fue impresionante incluso para quien conoce a Messi desde el año 2005. Neymar, que en el frenetismo se crece, se erigió en su socio principal. No sólo desbordó, sino que también supo pararse arriba lo suficiente como para que el argentino nunca considerase necesario acelerar su paso y dejar de parecer un señor en domingo.
Piqué, hoy por hoy, justifica mirarle sólo a él en un partido.
Mucho menos extraordinario, aunque no por ello poco interesante, resultó lo de Moussa Dembélé. Cabe apuntar que el centro del campo del Barcelona no implica ninguna barricada imbatible en esta fase de la temporada, pero aun así, la movilidad del jovencísimo delantero centro resultó súper llamativa y muy eficaz: el Celtic, que no va sobrado de calidad técnica, le asistía con mucha frecuencia y en situaciones prometedoras. Estamos hablando de un adolescente que, jugando contra un Piqué exuberante y un Mascherano rápido y atento, participó 44 veces formando parte de un conjunto que apenas gozó de un 36% de posesión de balón. Puede que, desde el Luis Suárez del Ajax de Ámsterdam, no haya habido un «9» más estimulante en un club de tercera fila de la actual Champions. Con el debido respeto a estos dos históricos de la vieja Copa de Europa.
Foto: Mike Hewitt/Getty Images
Coronel 24 noviembre, 2016
Lo de Messi y Piqué es brutal, comen aparte. Gran análisis, Abel…
Anoche solo pude ver los últimos 20 minutos de partido, y me gustaría saber qué impresión os causo André Gomes… Yo el rato que le vi me gustó, y sigo pensando que con confianza y minutos… jugará en el Barça y habrá jugador para muchos años. Es un jugador de 23 años, recién llegado y que no es fácil entrar a jugar en este Barça.