El continuo aprendizaje de Mauricio Pellegrino | Ecos del Balón

El continuo aprendizaje de Mauricio Pellegrino


«En realidad nunca me proyecté más allá de cada mes, de cada año. Siempre fui sorteando etapas. Me las fui encontrando, me fui sorprendiendo, aprendiendo, chocando, defraudando,… pero nunca me proyecté más allá. Ni me plantee ver mi vida como un futbolista en mi niñez. Simplemente jugué por intuición, por que se dio, porque me dieron la oportunidad». (Mauricio Pellegrino en ABC, 2012)

 

Aunque sus palabras puedan llamar la atención, la historia de Mauricio Pellegrino no deja de ser la más repetida en la historia del fútbol: un niño de pueblo que encontró en los «campitos» la mejor forma de pasar los días hasta el punto de que, poco a poco, sin ni siquiera ser consciente de ello, fue allí donde comenzó a encaminar su vida a nivel personal, social y profesional. «Recuerdo mucho amor por lo que hacía. Jugar horas y horas. Y sin darme cuenta pasarlo muy bien. La gente de los pueblos estamos todo el día en la calle. Recuerdo salir del colegio, marcharme de casa a la una y volver a las nueve», explica.

El argentino, que dice que si no hubiera sido futbolista profesional seguro que hubiera sido futbolista amateur de una pequeña ciudad o de su propio pueblo, pues al final «la motivación es la misma», se reconoce a sí mismo como un enamorado de este deporte. Como un enfermo de este juego. «Cuando a uno le gusta algo, sea una profesión o un hobby, pierde la noción del tiempo. Si te gusta por ejemplo ver películas antiguas, puedes verte tres o cuatro y se te pasa el día. O el charlar con amigos. En las cosas que uno disfruta pierde la noción del tiempo. Y a mí me sucede eso con el fútbol», reconoce con la naturalidad propia de quien entiende que lo contrario no es una opción, de quien entiende que el fútbol lleva estructurando su vida durante los últimos cuarenta años. «Eres como un perro con un hueso», le suele decir su mujer. Y es precisamente por esta pasión por la que todo el mundo que conocía a Mauricio Pellegrino sabía que en sus 193 centímetros, además de un central zurdo que lo ganó todo en Vélez Sarsfield, amen de tres ligas en España con Barcelona y Valencia, también había un entrenador.

Sus compañeros ya le reconocían como a un líder tanto dentro del vestuario como en el propio campo.

Pero más allá de esta pasión, que resulta evidente pese a su rostro inalterablemente tranquilo, al Mauricio Pellegrino «jugador» ya se le entrevía cierta predisposición por el liderazgo, el orden y el mando. Hasta su figura, espigada y robusta, le condicionaba favorablemente a ello. «Reconozco que sí era bastante pesado. Siempre quería que la gente viviera el fútbol como yo y era pesado», explicaba en la maravillosa entrevista de Raúl Cosín en ABC. Además, el argentino desarrolló su carrera en vestuarios ganadores. Como decíamos antes, en Vélez lo ganó absolutamente todo (dos Torneos Apertura, dos Torneos Clausura, la Copa Libertadores y la Intercontinental en 1994, Copa Interamericana 1996, la Recopa Sudamericana en 1997…), en el FC Barcelona levantó una Liga en el único año en el que estuvo y en Valencia, además de las mencionadas ligas, llegó a jugar dos finales de Copa de Europa de forma consecutiva. Y todo esto bajo las órdenes de Héctor Cúper, Carlos Bianchi, Van Gaal, Marcelo Bielsa o Rafa Benítez, cinco técnicos diferentes que condujeron a Mauricio en una misma dirección.

Es decir, Pellegrino no tenía ni una sola razón para no dar el paso hacia los banquillos. Por eso, nada más llegar a Europa, cuando todavía le quedaban siete temporadas, el argentino comenzó a realizar los cursos de entrenador. «Cuando me retiré ya tenía acabado el nivel 2. Jugando en el Alavés viajaba tres noches a la semana a Bilbao y me saqué el segundo nivel. Luego terminé el nivel 3 en Madrid», recordaba. Y, por eso, alguien como Rafa Benítez se fijó pronto en él: «Tiene mucha pasión. Cuando le pregunté sobre si quería venir le encantó la idea, pero antes quiso saber si habría alguna escuela en la que sus hijos pudieran jugar al fútbol. Es un hombre de fútbol». Junto al madrileño, primero en Liverpool y más tarde en Milán, el entrenador argentino completó una nueva fase de aprendizaje. Había tenido su visión como líder de un vestuario, después se formó a nivel teórico y más tarde, primero en la cantera y luego como segundo entrenador, observó de primera mano como se llevan estos dos primeros pasos a la práctica. Le quedaba la fase más importante. Y para abordarla empezaría en el lugar más delicado.

En sus tres experiencias coleccionó más momentos amargos que dulces. No fue un buen inicio.

Tópicos al margen, en ese momento Valencia era un escenario especialmente complejo para Mauricio Pellegrino. Los motivos coyunturales son de sobra conocidos: el club no tenía una buena situación económica, el sempiterno tercer puesto de Unai Emery ya no parecía bastar y la esencia competitiva de épocas pasadas se empezaba a desvanecer del todo. Pero es que, además, a todo esto había que sumarle la inexperiencia del argentino por un lado y el propio cariño que él mismo tenía por el club, hecho que no hacía si no incrementar su sentimiento de responsabilidad. En definitiva, la exigencia parecía desmedida para un debutante. Y no salió bien. Mauricio Pellegrino duró poco más de veinte partidos y, lo que resultó más decepcionante, apenas mostró un sello futbolístico definido, pues su Valencia quedó atrapado en una espesa salida de balón a la que Gago nunca lograba darle sentido.

«Como jugador, al momento de salir para reconocer el campo, me sentaba en el sillón del entrenador y siempre me decía ‘en este lugar algún día voy a estar’. Al final esto es fútbol, hay un factor sorpresa y uno nunca sabe», valoraba Pellegrino sobre un posible regreso en el futuro. El revés había sido duro, pero desde luego no era definitivo. Mauricio decidió volver a Argentina para seguir creciendo, para seguir formándose y aprendiendo. Como técnico de Estudiantes (2013-2015) y de Independiente (2015-2016) no es que le fuera demasiado bien, a pesar de su más que notable comienzo con el «Rey de Copas», pero en ambos escenarios ya tuvo tiempo para poner en práctica sus ideas. O, para ser más precisos, su forma de entender el cargo de entrenador, pues en realidad Pellegrino no es un técnico con una filosofía muy marcada. En un momento en el que la mayoría de técnicos tienen un sello muy definido del que se desprenden el resto de conceptos, el argentino representa un perfil algo diferente.

«Entiendo que primero me tengo que adaptar yo a los jugadores y los futbolistas a mí. Dirijo a personas diferentes, con distintas costumbres, que vienen de distintos lados, tienen diferentes lenguas, y entre todos representamos al Valencia. El objetivo es entre todos congeniar una idea para poder ir hacia delante», decía como técnico che. «Hay un término medio. Yo les puedo enseñar algún camino, pero muchas veces las jugadas las descubren ellos, que son los que nos van aportando cosas. Nosotros también aprendemos mucho de los jugadores. Hay que aprender a dosificar esa información. Es algo que yo estoy haciendo con el tiempo», explicaba durante su paso por Independiente. A partir de esta filosofía más flexible, menos contundente e innegociable, Pellegrino ha ido construyendo la identidad de sus equipos. Básicamente porque, como según entiende él, el fútbol tampoco «depende de atacar o de defender bien, sino de hacerlo todo en conjunto de un modo equilibrado». De ahí que de su discurso, de sus múltiples entrevistas y conversaciones, no se desprenda, al menos de momento, un libreto táctico definido. A Pellegrino le gusta llegar, observar y decidir en consecuencia. Una circunstancia que parecía imprescindible para poder asumir un proyecto como el que le iba a encargar Josean Querejeta.

El Deportivo Alavés vivió una revolución tras volver a Primera División.

El Deportivo Alavés había ascendido a Primera División tras diez años lejos de la élite del fútbol español. Sin embargo, el proyecto de Querejeta, siempre tan ambicioso, no era el mismo que el de otros equipos que han recuperado la categoría en los últimos años, caso del Sporting de Gijón o el CA Osasuna. Y durante el verano se vivió una revolución absoluta. El primero en llegar fue Sergio Fernández para ocupar la nueva dirección deportiva del club vitoriano. La idea era renovar por completo la plantilla firmando hasta 16 jugadores, que luego serían 17, lo cual no encajaba demasiado con la continuidad del técnico del ascenso, José Bordalás. El alicantino había sido entrenador del propio Sergio Fernández en el Hércules, y fuera por esto o por otros motivos lo cierto es que su relación no se prolongaría.

El elegido para liderar esta revolución iba a ser nuestro protagonista, Mauricio Pellegrino, que regresó a Vitoria el pasado 26 de junio. Por delante se iba a suceder un verano movido, inestable y, sobre todo, largo. Muy largo. Deyverson o Camarasa fueron de los primeros en llegar, pero hasta los últimos días de julio no hicieron lo propio Daniel Torres, Alexis Ruano o Ibai Gómez. A su vez, las cesiones de Theo Hernández o Marcos Llorente, dos hombres imprescindibles a día de hoy, no se confirmaron hasta ya entrado el mes de agosto. Y, por último, a la segunda gran inversión del club este verano hubo que esperar su llegada hasta el último día de mercado, momento en el que el Estrella Roja decidió vender a Aleksandar Katai. Es decir, Pellegrino no sólo se encontró con un equipo totalmente nuevo en un club sin un presente competitivo en la élite, sino que además muchas de sus piezas llegaron una vez terminada la pretemporada. Y a esto, por si fuera poco, había que sumarle el hecho de que varios de ellos venían de descender, otros tantos no habían encontrado su hueco en Primera y, por supuesto, muchos de ellos llegaban en calidad de cedidos y/o sin experiencia alguna en la liga española.

No era fácil. El propio Mauricio Pellegrino se dio diez jornadas, hasta pasado el partido que se disputará este sábado, para tratar de casar todo bajo una misma idea de juego. Para, simplemente, encajar el puzzle. Pero apenas necesito unos cuantos días para formar un equipo coherente, convencido y convincente. A partir de un repliegue muy bajo, fuera con cuatro o cinco defensas, que pretende ceder más espacio en los costados a cambio de reforzar el punto de penalti y la frontal del área, el Deportivo Alavés sacó un punto del Vicente Calderón y tres del Camp Nou. Fue, precisamente, en la visita al estadio blaugrana donde se entendió que el verano de Sergio Fernández había sido tan potente en lo técnico como comenzaba a ser la labor de Pellegrino en lo táctico. Sobre todo porque el Alavés, pese a vivir mucho tiempo bajo el repliegue comentado, demostró saber tener el balón, escondérselo ante el Barcelona o incluso verticalizar con acierto para hacer daño al contragolpe. Desde luego, el talento de Fernando Pacheco, Theo Hernández o de Marcos Llorente, más los eternos apoyos de Alexis, Daniel Torres o Deyverson tienen mucho que ver en esto, pero está siendo el orden impuesto por Pellegrino lo que está logrando acortar los plazos, lo que está provocando el gran rendimiento de otros futbolistas más dependientes como Laguardia o Edgar y, a fin de cuentas, lo que está ayudando a competir.

La organización fue el gran punto común de la mayoría de sus entrenadores.

Y es que, quizás, aquí esté la clave del libreto táctico de Pellegrino: el orden. Evidentemente, casi todos los entrenadores buscan que su equipo esté ordenado y organizado, pero la mayoría no invierte tantos esfuerzos ni recursos en conseguirlo. Lo cual, además, parece normal, pues hay que recordar que Pellegrino aprendió a ganar con Bianchi, compartió vestuario con Bielsa, vivió un año intenso con Van Gaal, llegó al partido de los partidos con Cuper y, finalmente, se terminó de formar con Benítez. Así lo explicaba el propio técnico del Alavés en una entrevista en El País: «Comencé a creer en la organización primero con Bielsa y después cuando llegué a Europa con Van Gaal. Ahí fue cuando comencé a pensar: “Los fundamentos del juego de ataque se pueden trabajar. Se puede ocupar racionalmente el terreno de juego”. Si un equipo ocupa bien los espacios en ataque cuando pierde el balón está bien organizado. En cambio, cuando atacar solo depende del caos y la inspiración, se generan equipos largos y partidos de ida y vuelta». Su Alavés es la escenificación viva de sus palabras. El equipo se concibió tarde, pero nació muy rápido. Todavía es pronto y, mismamente, los últimos resultados han devuelto a su teórico sitio al club vitoriano, pero hay algo que ya tenemos muy claro: el Alavés juega como desea Pellegrino.

 
 

Foto: JUAN MABROMATA/AFP/Getty Images
 
 

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La trilogía del Deportivo Alavés:
1. Pasador contra pasadores
2. El continuo aprendizaje de Mauricio Pellegrino
3. El contragolpe del Deportivo Alavés (29-10-2016)


9 comentarios

  • Abel Rojas 28 octubre, 2016

    La verdad es que la nómina de entrenadores que dirigieron a Pellegrino dibujan un perfil interesantísimo. Como bien comenta Quintana están todos cortados por la tijera del orden, pero es que no se parecen nada los unos a los otros. Bielsa-Van Gaal son ejemplos paradigmáticos. Cúper, Benítez… es que en realidad son todos.

    Y el Alavés sí me parece un producto afín a la filosofía que pueda crearse desde ahí.

    ¿Qué creéis que le faltaría al Alavés para poder decir "Se va a salvar seguro"?

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  • Yeraldo 28 octubre, 2016

    Cuanto jugador del Barça luego se hace entrenador. Vale que solo estuvo un año y este no es un gran ejemplo pero la lista se sigue alargando…(Pep, Luis Enrique, Lopetegui, Koeman, Blanc, Valverde, Cocu, De Boer). Algo tiene este club y perdón por el off topic

    @Abel Rojas
    La verdad es que son la contradicción de entrenador los unos con los otros.
    Personalmente creo que lo que le puede faltar es el gol, muy común en estos equipos como es normal. No me fio del todo de Deyverson.

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  • Pierre etheve 28 octubre, 2016

    Para poder decir "se va a salvar seguro" sólo le falta demostrar la consistencia que algunos equipos recién ascendidos no han tenido, como el Eibar de hace dos temporadas, que tras un inicio fulgurate se fue deshaciendo como un azucarillo. Pero este Alavés tiene otra pinta, es sólido, tiene varios jugadores que apuntarían a titulares en algún top-5 de la Liga, Pellegrino está dirigiendo con maestría, y sobre todo el proyecto a nivel global es consecuente con la historia y filosofía del club, conectando plenamente con la afición.

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  • MigQuintana 28 octubre, 2016

    @Yeraldo

    Además de la cultura de club que tiene el Barcelona, que ayuda, lo que tiene son las personas. Pep Guardiola, Louis van Gaal y, por supuesto, el gran Johan Cruyff son personas que enseñan e inspiran. Me parece muy complicado pasar por sus manos y no sentir el gusanillo de entrenar. En el caso de Pellegrino, como cuento en el texto, esto parecía evidente desde que era un crío… pero todo ayuda. Y pese a estar sólo un año, que es un dato a reseñar, es bastante impresionante lo bien que habla Mauricio del holandés. Dice que fue claro con él, que le enseñó y que le ayudó a ver el fútbol de una manera más completa y diferente. Y es que es lo que digo: son tipos que inspiran. Tal cual.

    @Pierre Etheve

    Estoy contigo.

    La línea de juego es incluso mejor que la de puntos. Así que el tema es mantener esa consistencia, que es un reto complejo porque Theo y Marcos, dos de los jugadores más importantes, son críos que acaban de llegar. En lo positivo está el hecho de que la plantilla es muy larga y tiene bastante más calidad que la de algunos rivales.

    @CMarquez1995

    Lo de Ibai por izquierda ayudaría, sí. Estoy muy de acuerdo contigo.

    De momento, lo que ha jugado Katai, en general, me ha convencido muy poquito.

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  • Lucas 28 octubre, 2016

    @Abel .

    A tu pregunta … es complicado , pero mi respuesta sería , gol , un delantero que meta más de 15 goles .

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  • Javi Martínez 29 octubre, 2016

    Para asegurarse la salvación necesitan que el juego y la producción de puntos se iguale porque, la verdad, juegan muy muy bien. De la forma que se salvarían seguro es jugando como lo hacen con tras los equipos grandes (los cuales son incapaces de meterles mano) contra los rivales de 'su liga'. No creo que el problema sea únicamente la falta de gol, sino la competitividad contra rivales más pequeños (véase a 'Nueva' Real, a la cual no consiguió contragolpear con acierto)

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  • Gianluigi 29 octubre, 2016

    Gran artículo, muy interesante la trayectoria de Pellegrino como jugador, y la influencia que ha tenido en lo que es hoy como entrenador. Una lástima como le fue en su debut con el Valencia, quizá si hubiesen tenido más paciencia con el… Y no he visto mucho de su Alavés, solo sus partidos contra Atlético, Barcelona y Madrid, pero la verdad es que me ha dejado muy buenas sensaciones, de equipo sólido y muy trabajado tácticamente. Quizá eche en falta un socio para Deyverson, que no dependan tanto de él a la hora de concretar las ocasiones. Bueno, y otro Llorente de repuesto, porque cómo se le ha echado en falta hoy…

    Aprovecho para felicitar a todo el equipo de Ecos, os descubrí hace poquito, y la verdad es que cuesta encontrar sitios donde se hable de fútbol tan bien como lo hacéis aquí. Mucho ánimo, y enhorabuena por el trabajo 😉

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  • Luis Peña 31 octubre, 2016

    "A Pellegrino le gusta llegar, observar y decidir en consecuencia."
    Esto me hace creer que estamos ante el próximo seleccionador de la albiceleste, un técnico que actúa flexible depende al plantel que tiene me parece adecuado para una selección plagada de calidad de distintos equipos

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  • alanalberdi 30 noviembre, 2016

    Como hincha de Independiente he estado inmerso en varios debates sobre Pellegrino.
    Acá la exigencia era salir campeón, por eso debió irse.

    En Alavés no tengo dudas que podrá mantener la categoría. Tanto en Independiente como en Estudiantes sus equipos siempre tuvieron orden. Le ha faltado seguro variantes en ofensiva para ganar más de lo que empataba.

    ¿Qué pueden decirme de Cristian Espinoza? Acá era una buena promesa, codiciada por los equipos grandes del país.

    Saludos!

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