Se esperaba un adelanto de la primavera y se asistió a un resumen de lo que es el fútbol cuando empieza el fresco. El FC Barcelona 4-Manchester City 0 resultó un encuentro de calidad táctica difusa y concentración irregular que se decantó, como siempre sucede en estas circunstancias, en favor de aquel que más talento aglomera. O en contra de aquel que más limitaciones sufre, que no es lo mismo pero vale igual.
La puesta en escena presentó dos 4-3-3s que se comportaban de manera distinta. El City pretendía asumir el peso de la posesión y abría y separaba sus piezas para crear líneas de pase; mientras que el Barça buscaba capturar el dominio del partido y se cerraba y juntaba sus centrocampistas para cortar los envíos de los ingleses y conectar, desde lo más arriba posible y con la máxima presteza a su alcance, con Messi, Suárez y Neymar. Y aunque lo de Guardiola es tan sobresaliente que se mete por los ojos antes que lo demás, lo bueno era lo otro, lo de la MSN, en especial lo del «11» y el «10». Y Pep, que ya no es quien no sabía lo que era carecer de los mejores del mundo y que ya conoce la amargura de encajar cuatro y de encajar tres cuando más duele, tomó la decisión de ser más normal de lo que acostumbra.
De Bruyne, de «9», movió la zaga culé, pero Nolito no lo aprovechó.
Fue mediada la primera mitad cuando subió a Silva a la mediapunta, bajó a Gündogan a la altura del superado Fernandinho y convirtió su 4-3-3 en un 4-2-3-1 con doble pivote. Se intuyó que buscaba mayor cobertura en la zona de los mediocentros contra las diagonales de Messi y Neymar, y en teoría debía obtenerla así, pero la práctica es más complicada porque el fútbol es muy complejo y cualquier cosa afecta a cualquier aspecto. Con este cambio de estructura que no hacía sino confesar la terrible inferioridad hombre a hombre de los visitantes frente a los locales, el City perdió lo único especial que a Guardiola le ha dado tiempo de insuflarle: el carácter de quien se sabe representante de una identidad admirada. Y tan desangelado, se quedó a merced del Barcelona.
Messi supo rentabilizar la roja de Bravo y la mala iniciación citizen.
Luego llegaron los infortunios que privaron de continuidad al envite. La lesión de Piqué dejó temblando a todos menos a ter Stegen -la figura más decisiva de la noche tras o quizá incluso junto a Messi-, más tarde Bravo se auto-expulsó y después la combinación entre los errores en salida de balón del City y la infinita determinación de Leo iluminaron un marcador de los que hacen muchísimo más daño del que se pueda presumir al instante, porque son los pasajes de este tipo los que dejan las cicatrices que, sin avisar, se abren y sangran cuando suena este himno en mayo y el Madrid, el Atlético, la Juventus o el Bayern quieren eliminarte de su Copa de Europa.
Foto: JOSEP LAGO/AFP/Getty Images
A.S. 20 octubre, 2016
Desde mi punto de vista, el partido estuvo marcado por la determinación táctica de ambos equipos sin que ésta fuera acompañada por la excelencia técnica que tanta determinación requiere. Y como la calidad es menor en los jugadores citizens, los errores aparecieron en el equipo inglés. No podía ser de otra manera. Messi y cía. se aprovecharon y el resultado fue un 4-0 que, a mi juicio, refleja la diferencia individual entre ambos equipos pero no lo que fue el partido en líneas generales (bastante igualado, creo).
En Inglaterra le lloverán los palos a Guardiola, pero no me parece que haya culpa suya. Le vi identidad al City y eso no es poca cosa, viniendo de donde viene.