La jornada del domingo se cerró con el partido perfecto. Celta de Vigo y UD Las Palmas ofrecieron uno de esos encuentros de una riqueza futbolística redonda. Eduardo Berizzo, en la jornada 10 del campeonato, orquestó hasta el momento la estructura más completa y adaptada al conjunto que abandera con orgullo y personalidad el juego combinativo y de elaboración más especial de esta liga. Para corresponder, los de Setién hicieron frente a un 0-3 con un ejercicio de fútbol y valentía justificados, pues aunque se abalanzó con los ojos vendados y jugó con fuego -se libró del 1-4 nada más marcar el primero, lo que hubiera comprometido la remontada-, el marcador no pedía otra cosa menor. El encuentro tuvo de todo… y todo mereció la lupa. Nada fue secundario.
El Celta visitó Gran Canaria como si se examinara de una oposición y cada jugador amarillo fuese un temario. Berizzo preparó cada tercio del campo con minuciosidad y concreción. Su plan tenía ideas para el inicio del juego canario, su posterior fase de posesión en campo contrario y un eficaz robo adelantado que haría de Iago Aspas el delantero idílico para dañar el balance defensivo de la Unión Deportiva.
Berizzo planteó el partido de manera prácticamente perfecta
Roque Mesa no puede batir línea. Desde esa premisa, la salida canaria daría importancia a su vía auxiliar: conducciones de centrales o laterales hasta encontrar un apoyo interior. El Celta tapaba con dos puntas las zonas de Mesa, que se alejaba para que sus zagueros buscaran el escape conduciendo y encontraran la manera de llevar la pelota a una zona más templada. Allí esperaba Pablo Hernández y el bloque de Berizzo, preparadísimos para cada movimiento.
Perseguir el apoyo. Una vez la conducción de los centrales se producía, Tana o Viera venían en apoyo, en un movimiento clásico, bajando en exceso y favoreciendo que el Celta fuera agresivo en las marcas, individuales en mediocampo y con ayudas de Mallo y Roncaglia, laterales, sumándose numéricamente en el medio para que los más livianos no pudieran girarse y acelerar hacia portería. A Las Palmas le costaba un mundo no solo batir línea o girarla, sino encontrar alguna situación de profundidad exterior. Macedo y Castellano no podían dar altura al ataque, pues debido a lo expuesto, el Celta desactivaba la salida interior grancanaria.
Entre tanta exigencia física y espacial, por momentos sobresaliente del conjunto vigués, el riesgo creció en clave local. Y el Celta interpretó cada duda con maestría. Iago Aspas, un punta impresionante desmarcándose con espacios, dio forma a todo el plan y gobernó con autoridad los metros que iban dejando los hombres de la primera línea. Un 0-3 de enorme efectividad que dejaba el encuentro prácticamente sentenciado.
La reacción de la UD Las Palmas fue extraordinaria: puro fútbol
Con la amenaza del delantero gallego, el escenario era soñado para Berizzo, que esperaba un arreón integral de Setién, que se fue hacia arriba sin red alguna, lo que dejaba a Aspas y Pione Sisto prestos a continuar goleando en situaciones de dos para dos o uno para uno. En la UD y su reacción, se debe describir lo que se presupone: todos dieron diez pasos adelante, dotando a cada acción de una intención muy agresiva tanto en el pase como en cada apoyo o ruptura.
Instalados los diez jugadores de campo en 30 metros, y a una velocidad muchísimo mayor, los de Setién lucieron técnica y personalidad para creer en el empate. Lo que vino tras el primer gol, producido con mucho tiempo aún por delante, se reflejó en el ánimo de cada equipo. El Celta estaba defensivamente entregado, después con uno menos por expulsión de Gómez, esperando que Aspas pudiera rematar al espacio. Ello no ocurrió y el 2-3 y el 3-3 fueron fruto de un estado de agitación colectiva local impregnado de muchísimo fútbol. No hubo victoria final para ninguno pero como píldora narrativa fue el gran triunfo de la jornada.
Foto: DESIREE MARTIN/AFP/Getty Images
A.S. 31 octubre, 2016
Crónica perfecta para partido perfecto. Y es que… Qué partidazo, madre mía. Se supone que es difícil que un partido sea perfecto, porque el acierto de uno se suele corresponder con el fallo de otro, por lo que algún quisquilloso siempre puede centrarse en lo negativo de alguna de las partes para que un partido no sea perfecto.
Pero el caso de ayer… es que vi dos equipos ejecutando dos planes sublimes, sin que el rival tuviera culpa de que sendos planes salieran bien. La primera parte de Berizzo es para que todos los equipos que se vayan a enfrentar a la UDLP lo reproduzcan, mientras que la segunda de los de Setién es una oda al fútbol de esencia, como bien decía en twitter David León.
Al final, empate justo y una pena que solo se lleven un punto cada uno. La Liga debería intervenir y en este tipo de espectáculos conceder un punto extra.