En un empate a puntos y por partes, Italia y España ofrecieron un notable encuentro que aireó las nuevas intenciones de sus renovados entrenadores, Julen Lopetegui y Giampero Ventura. Los hombres del primero saldaron con buena imagen una primera parte en la que sólo -«sólo»- faltó algo de profundidad mientras los del segundo supieron encender en la segunda lo que España no logró apagar con marcador a favor, en un desenlace que dejó a España a merced de una enérgica Italia, vigorosa y vibrante tras los cambios de Ventura. España salió de Turín entre el positivismo y la confusión, resbalando a la hora de controlar el encuentro y esconder la pelota ante la presión azzurra.
En el arranque, un clásico. Italia formaba un 5-3-2 de altura defensiva muy baja, que concedía metros a los primeros pases del rival, y que sólo presionaba y ajustaba cuando el receptor controlaba de espaldas o recibía en tres cuartos. Los centrales recostados, Barzagli y Romagnoli, ayudando a los interiores, inferiores numéricamente en mediocampo, se encargaban de ralentizar y aminorar la velocidad de la circulación española, a la espera de que el paso de los minutos forzara a los de Lopetegui a errar envíos. Para asegurar líneas de pase, progresión ofensiva y recuperación tras pérdida, Julen cerró a Silva, también a Vitolo y dio completa libertad a Koke Resurrección para equilibrar los movimientos interiores del canario, falso extremo y verdadero interior en fase ofensiva.
España controló y dominó la primera parte, aunque faltó remate
De las particularidades de enfrentar una línea de cinco defensores alineada al borde del área cabe destacarse que ésta no bascula. Eso niega al rival la posibilidad de crear un lado fuerte de pase y superioridad desde el que volcar hacia el contrario, de profundidad y espacio. Italia convertía la posesión de España en dos lados fuertes que debían de acelerar sin posible cambio de orientación que diera 1×1 en banda para laterales o extremos. A cambio de entregar muchos metros de campo, Italia llegaba antes a lo ancho, dejando a España con la obligación de buscar la combinación en el espacio más reducido.
Allí, por el centro, Diego Costa se movió mucho y se ofreció para continuar la posesión como vértice superior. De esos movimientos de apoyo, los suyos ganaron en continuidad pero carecieron de respuesta en el área, donde siempre Italia suma más efectivos. Vitolo y Koke, los más obligados a cargar el área, la cercaron, sin finalizar del todo el movimiento. La lesión de Alba restó, además, la sorpresa desde atrás. Cuando España forzaba las jugadas en el tercio final, se preparó para recuperarla ante una Italia diferente con respecto al último precedente.
Italia decidió salir más en corto que en largo
Debe apuntarse que la pérdida en esta ocasión ocurrió más arriba pero la salida de Italia tras recuperación sorprendió. Ventura buscó salir jugando cuando recuperaba atrás, olvidando la salida frontal hacia Graziano Pellé, una opción, la más elaborada y rasa, que nunca funcionó, saltándose sorprendentemente a De Rossi en cada combinación, entregando a España múltiples segundas opciones para regenerar su plan. Controlando el campo rival, saliendo con tranquilidad cuando Italia presionaba, pocas veces y de manera desorganizada, España acumulaba paciencia para encontrar el momento, menos posible, eso sí, con el pasar de los minutos.
El gol de Vitolo, muy propio del extremo derecho que ocupa posición de ‘9’ a campo abierto, transformó a Italia y anuló a España. La grada se vistió de actor protagonista tras cada nueva decisión de Ventura. Los tres cambios -Ballotti, Immobile y Bonaventura- del genovés tuvieron una trascendencia y consonancia evidente con las necesidades del partido y el posterior ritmo hacia el que desembocó. Parolo, De Rossi y Florenzi multiplicaron en intensidad y altura su presión, estiraron el mediocampo y rememoraron la superioridad de los suyos con respecto a una España que comenzó a pasar el cuero en horizontal y hacia atrás, sin hombres a espaldas de cada línea italiana, acabando en De Gea y un posterior despeje que concedía la disputa a una Italia que comenzó a correr y a generar. Sin posible suturación, Lopetegui dio entrada a Thiago, sin consecuencias.
Foto: Paolo Bruno/Getty Images
Alex Fuentes 7 octubre, 2016
Dirección de campo bastante mejorable la de Julen Lopetegui. Su plan inicial me gustó, su once me gustó (Vitolo me chirría bastante) y la primera parte fue muy muy buena. Faltó -como casi siempre- el gol. Iniesta, Silva y Koke son buenísimos. Estrellas mundiales puras. Falta Isco a su nivel y el medio campo español será imparable con la escoba Busi por detrás (ayer se notó mucho la ayuda de Koke para transiciones).
¿No hay menciones a Sergio Ramos? Cada vez más alejado de la elite mundial a la que, un día, dicen que perteneció. Un central de 30 años que se considera a sí mismo el mejor no puede arruinar de esa forma el trabajo de su equipo. No hay sustituto de nivel, pero se merece un toque de atención.
PD: Salvando distancias, veo a Ramos cada vez más como Josema Giménez, propensos a 2-3 fallos claves por encuentro aunque el resto del partido lo solventen con su físico y coraje. Pero a Josema se le pega sin parar y de Ramos veo poquito por aquí (he llegado a escuchar que es de lo mejor del Madrid este año cuando está en la foto de la mitad de los goles de su equipo).