Joachim Löw está creciendo como entrenador. Cada vez toma más decisiones, su peso en los partidos va en aumento, se está convirtiendo en un factor. Anoche, frente a los italianos, dio buena cuenta de ello sorprendiendo a propios y extraños con un planteamiento distinto que implicaba incluso un sistema diferente. Su habitual 4-2-3-1 (o 4-2-1-3, por eso de la posición retrasada de Özil) se transformó en un 5-2-3 con Howedes, Boateng y Hummels cerrando el centro de su defensa.
La muestra de respeto hacia el conjunto de Conte fue potente. Con dicho ajuste, Löw daba una importancia al juego directo sobre Pellé y Éder que,Alemania anuló a Pellé y Éder vista con perspectiva, ofrece dos lecturas. La primera reza que quizá no hacía tanta falta y que el peaje pagado debilitó tanto el ataque alemán que acabó equilibrando las fuerzas de dos selecciones que, sobre el papel, están desigualadas. La segunda, en cambio, afirma que, con este plan alternativo, Löw se aseguró de que Italia no crease ningún peligro que no viniera precedido de un milagro o una pifia importante de su defensa.
El 5-2-3 dotó de mucha continuidad a la posesión de los alemanes.
Aparte de generar esa superioridad numérica sobre la dupla ofensiva de Conte, contar con tres centrales proveyó de un extra más a los alemanes que les ayudó a esquivar el contexto táctico en el que los italianos sometieron a España -precedente que Löw pareció tener muy en cuenta-. En el fatídico 2-0, la Azzurra realizó una presión adelantada que halló como consecuencia la elección del segundo exacto en el que el equipo de Del Bosque perdía la pelota. La precaria estructura diseñada por el técnico salmantino no dibujaba líneas de pase suficientes, facilitaba el achique súper arriba de los italianos y aquello solía terminar o en pérdida de la Roja o en pelotazo hacia arriba hasta del mayor insospechado (Busquets). En el caso de los teutones, los tres posibles iniciadores (Howedes, Boateng, Hummels y Kroos -sobre quien Eder practicó un trabajo específico agotador-) siempre contaban con al menos dos líneas de pase, aunque fueran hacia atrás, que favorecían la continuidad de la posesión para Alemania, una situación que, si bien le restó profundidad y peligro, le sirvió en bandeja de plata el control del encuentro. No sólo no sufría en la portería de Neuer, sino que además se estaba jugando a lo que había decidido ella, más allá de la duda sobre si hubiera podido conservar el mismo dominio sin renunciar al (añorado) desborde de Draxler.
Mario Gómez fue el atacante más clarividente del partido entero.
En cualquier caso, aun partiendo de la base de que Löw sacrificó potencial ofensivo individual, también es cierto que esgrimió sobre el céspedT. Müller sigue muy espeso argumentos suficientes como para causar más daño. El problema fue de enfoque. Futbolistas tan ricos como Özil o Müller se entregaron a la comodidad y aceptaron un juego de centro-y-remate que derivó en una presencia excesiva de Héctor y Kimmich como motores -y finalizadores- del ataque. El único futbolista del campeón del mundo que aparentó entender la tremenda importancia de crear una ventaja en el carril central fue el delantero centro Mario Gómez. Pudo tratarse del hombre menos habilidoso del frente, pero desde luego fue quien tuvo las ideas más claras. No en vano, fue quien resolvió, en el gol de Özil, que un pase interior hacia el desmarque hacia dentro de Héctor atesoraba más valor que un centro directo a la olla.
A título individual, hubo poco más que rascar. Si acaso, dejar constancia de que la veteranía de Buffon se hizo presente sobre todo en la tanda de penaltis, donde su talento para anticiparse a los lanzamientos no fructificó en paradas por una cuestión de falta de movilidad. Así que, esta vez, la historia escrita resultó táctica. Y aunque no se sabe si la ganó Löw, porque al fin y al cabo llevaba las blancas y medir el impacto de sus decisiones es imposible, sí se conoce que Alemania fue superior y que lo fue en la manera -aunque no en el grado- que su técnico quiso. Y así eliminó a una selección de talento muy escaso que mereció una cerrada ovación. Italia ha dado mucho a este torneo.
Foto: Handout/UEFA via Getty Images
Sobris 3 julio, 2016
Conte: Amigo Low, viste el partido contra España? Pues te va a pasar exactamente lo mismo, preparate.
Low: Lo vi, y para evitarlo voy a jugar exactamente igual que tu, 3-5-2, y te voy a ganar, por que la mayoría de mis jugadores juegan en el grandes, como el Bayern, el Arsenal, o el Madrid, mientras la mayoría de los tuyos juegan en los Lazio, Southampton o Bologna.
Conte: Tu idea no es mala, pero vamos a ganar
Low: Como puedes seguir pensando eso?
Conte: Porque somos Italia.
Low: Y eso qué? Tu habitual línea de 3 + pivote para tener el balón estaba muy bien, pero al hacer yo lo mismo y faltarte de Rossi, el balón será mio y tú tendrás muy difícil descansar con él.
Conte: Tienes razón, pero somos Italia
Low: Eso es un argumento de niño de 5 años
Conte: Puede serlo pero somos Italia
Low:……
Conte: Somos Italia