¿Quién fuiste, Johan? (Parte I) | Ecos del Balón

¿Quién fuiste, Johan? (Parte I)


La de Cruyff es una historia que comienza en la Holanda de 1964. Allí y entonces, el fútbol era una actividad no-profesional que levantaba pasiones y se practicaba en masa. Dicho de otro modo, no existía un método para ganar, pero había muchos peloteros. Así que el vaso podía verse medio lleno o también medio vacío. La mayoría lo habría visto medio vacío. Cruyff, no. Pero es que además tampoco lo vio medio lleno. Cruyff tenía el don de saber hablar con el fútbol como hablan dos amigos después de la segunda copa, y había nacido en una tierra donde nadie había escrito axiomas que estaban equivocados. Cruyff era la mente más ilimitada en un lugar que estaba por inventarse, un creador sabio y poderoso en un paraíso virgen en el que nadie se había comido ninguna manzana prohibida porque el árbol de las manzanas prohibidas todavía no había sido plantado. Sus compatriotas creyeron en Cruyff porque, antes que Cruyff, no había habido nada.

Pero en Cruyff terminó creyendo todo el mundo, no solo los holandeses, y eso en el fútbol nada más ocurre cuando se machaca sin contemplaciones a esos inquisidores que siempre dicen que, de tal forma, no se puede. Cruyff dominó su era como apenas los cuatro grandes del nuevo mundo fueron capaces de igualar, y por eso no fue condenado como sí lo fue Galileo. El sol pertenece al universo, no a quienes lo interpretan, pero el fútbol… el fútbol es de los futbolistas. Y cuando se es el mejor seguro y del modo en el que lo fue Cruyff, se puede demostrar cualquier tesis incluso a los que prefieren morir antes que reconocer la verdad.

En la época de Cruyff, no existían infraestructuras para circular el balón con la velocidad de hoy.

La conquista de Holanda no fue fácil y mereció relato, pero el título de este artículo se pregunta quién fue, no qué hizo, y en la medida de lo posible, a ello nos ceñiremos al responder. Tomemos pues la conquista de Holanda como el paso previo que le permitió competir en Europa. En la Copa de Europa. Y la suya no fue una Copa de Europa cualquiera, sino una dificilísima. Cabría distinguir en ella dos condicionantes tan relevantes como negativos: la irregularidad de los terrenos de juego y la superpoblación de las defensas. Profundicemos en lo primero, en lo del verde. Dar un pase a ras de suelo era como jugar a los dados, había tantos baches que el azar contaba casi tanto como la precisión del pasador. Por eso los pases se enviaban como si fuesen un globito, o una rana saltando, lo cual, a efectos prácticos, no era ni como tirar un cuchillo ni como un guepardo corriendo, que es como son los pases que dan los maestros ahora, en el año 2016.

Quedaría bien, para continuar, escribir que el Ajax superó la naturaleza y movió la pelota a la velocidad de la luz, pero la historia de Cruyff ya es lo suficientemente extraordinariaLa posesión ajacied no atacaba directamente como para inventarse hazañas que nunca tuvieron lugar. El equipo cuyo estadio pronto llevará su nombre lucía la mejor circulación de los cinco continentes, pero en términos concretos, su eficacia ofensiva resultaba muy, muy relativa. El Ajax marcó pocos goles gracias al ritmo de su asociación. Si se toma una muestra de 15 partidos, quizás no se encuentre ninguno. El sentido que dio Cruyff a esa ventaja que él se inventó y que estribaba, groso modo, en tener la pelota casi siempre, poseyó un doble carácter controlador y contextual. Controlador porque el adversario le atacaba la mitad de la mitad de lo que atacaba normalmente. Y para explicar su carácter contextual, habrá que cambiar, por lo menos, de párrafo.

La inteligencia de Cruyff no sólo fue superior, sino que, muy especialmente, era «diferente».

Lo que viene ahora recoge la razón por la que llevamos siete días hablando sobre Cruyff. También el motivo por el que jamás dejaremos de hacerlo.

El Ajax era un equipo que sólo miraba hacia delante en una segunda instancia. En la primera, se quedaba mirando a Cruyff. Él era quien con sus dedos señalaba dónde debía pararse cada compañero suyo. Quien no lo haya visto, que rompa el umbral de su escepticismo, porque la realidad fue tan insólita que, leída a traición, no resulta verosímil. No era que mandase a un lateral a desdoblar a su extremo o a un pivote que hiciera la cobertura al lateral; eso serían misiones convencionales y aquí estamos hablando de Cruyff. Lo que él hacía era marcar con el índice a Krol, que era el “3”, y luego apuntar a la posición del “9”. Y Krol iba a la posición del “9” porque creía en Cruyff y porque le daba tiempo, ya que la posesión era propiedad ajacied y el Ajax fijaba su ritmo. Este es tan solo un ejemplo, y ni siquiera uno de los recurrentes, porque recurrente, lo que se dice recurrente, no había ninguno. Había 10 chicos y 10 posiciones distintas.Todas eran intercambiables, todas fueron intercambiadas, nunca sin una razón y siempre por orden de Cruyff. Se impone recalcarlo: la mutabilidad del Ajax no consistía en una libertad de movimientos absoluta para la totalidad de sus futbolistas. Eso fue la Brasil de Telé Santana en el Mundial de 1982; no el Ajax de los 70. Michels implantó un sistema muchísimo más rígido e imperativo cuyo (transgresor) aporte radicó en que cada pieza cumplía tanto una misión ofensiva como una defensiva. O sea, erradicó del imaginario colectivo la relación entre fútbol y balonmano: no había especialistas para según se tuviera o no se tuviera la pelota; un profesional debía integrar el fútbol entero. Ello favoreció la continuidad del juego y lo subdividió en cuatro fases en vez de dos: a las estáticas, añadió las transiciones, pues los de arriba pasaron a defender tras perder el balón, y los de abajo, a sacarlo cuando lo recuperaban; y no por inspiración y carácter personal como Di Stefano, sino como parte definida y preparada en un plan preestablecido. Pero el intercambio de demarcaciones, un principio no asociado a este modelo -juego de posición- y, a veces, incluso enfrentado al mismo, era una iniciativa de un único hombre que, eso sí, el entrenador tuvo el histórico acierto de aceptar.

Cruyff mostraba una sensibilidad única para analizar futbolistas… desde su época de futbolista.

Le bastaba un estímulo para conocer a un futbolista como sólo le conocía su madre y si era aficionada al fútbol -si no, ella tampoco-. Mirarle a los ojos, estrecharle la mano, oír cómo respiraba tras correr hacia un pase que nunca pudo alcanzar. Tras el menor bit de información, memorizaba un perfil corto y práctico que después consultaba en su maquinar. Algo en plan: “Suurbier (lateral obediente, prudente y técnico), Neeskens (interior carismático, proactivo y potente), Rep (extremo servicial, paciente y veloz)”. Y si Cruyff calculaba intentar una jugada por la banda derecha cuya posible pérdida le expusiera al contraataque de un extremo zurdo de rapidez endiablada, igual colocaba a Neeskens de “7” -para presionar-, a Suurbier de “6” -para la ayuda- y a Rep como “2” -por si acaso-.

Eso era Cruyff: una mente ilimitada al servicio de una cultura que no estaba fundada y que, por lo tanto, carecía de límites autoimpuestos, y acompañada por nueve compañerosSe inventaba un sistema nuevo en cada jugada de campo cuya técnica media superaba, con margen, la del segundo equipo más dotado del circuito. Era como si se inventara un sistema diferente para cada jugada que compensaba no estar depurado por el ensayo con el hecho de que, los duelos que provocaba entre sus aliados y sus enemigos, favorecían con creces a sus aliados. Las posibilidades eran infinitas; las soluciones se mostraron como tal. Ganaron tres Copas de Europa, y podría decirse que no ganaron más porque Cruyff se cabreó con alguno y fichó por el Barcelona. Pero eso sería entrar en el terreno de la elucubración y aquí se están tratando hechos que, aunque resulten increíbles, fueron verdad. Seguimos con ellos. Y concretando, pues si bien esto gira en torno a quién fue, y no en torno a qué hizo, no está de más presentar algunos días relevantes en pos de definir el repertorio que utilizaba.

En 1968, Cruyff se cruzó en dieciseisavos con el Madrid de Amancio y Pirri. Pirri era un volante abrasivo que dos años antes había ganado “La Sexta” dominando por fútbol yCruyff huyó de Pirri en el cruce ante el Madrid pulmones el centro de cada estadio. Huir de él era lo inteligente. Y Cruyff se concibió como un “9” del perfil de Eto´o pero mucho más listo que Eto´o. Rompió a los espacios con una agresividad y una inteligencia que intimidó y desordenó a los españoles. No obstante, su calidad como definidor estaba muy bien pero no a la altura de su leyenda, y falló las dos claras que obtuvo, y en plena prórroga, un hombre del Madrid que se llamaba Veloso marcó un golazo que eliminó a los holandeses. Veloso se desmayó tras su gran momento. No es broma, sucedió como suena, perdió el conocimiento. Y el Bernabéu, allí, celebrando, sin percatarse. Entiéndanse. El desmayo y el éxtasis. Se habían cargado a Cruyff de la Copa de Europa.

La remontada (en el partido de desempate) contra el Benfica de Eusebio le hizo famoso en Europa.

Su explosión internacional llegaría en la temporada siguiente. El bombo le emparejó con otro campeón de calibre, el Benfica de la pantera Eusebio, esta vez en la ronda de cuartos. Fue una eliminatoria durísima por una circunstancia que se repitió pocas veces: los portugueses eligieron y consiguieron dividir la posesión. Y además, atacaban con muchos. Ello llevó a Michels a fijar más las demarcaciones de sus futbolistas y admitirle, por tanto, menos libertad posicional a Cruyff, que apareció menos y en menos zonas de las que él prefería. Y de esta guisa, lo que a la postre sería una trilogía de choques, no empezó nada, nada bien. En la ida celebrada en Ámsterdam, el Benfica venció 1-3; atenuando, dos semanas más tarde, que da Luz viviera y sufriera la única vez que se ha remontado ese resultado en concreto. Cruyff convirtió dos tantos de delantero maravilloso; uno de cabezazo tremendo y el otro muy parecido al que Maradona le hizo al Madrid cuando vestía de azulgrana. También asistió en el gol restante. Así equilibró con exactitud el 1-3 y propició un partido de desempate que se disputó en París y alcanzó la prórroga. Nada más empezar la misma, liberado de las cadenas del ariete y habilitado para caer a su izquierda, abrió el marcador y cerró un ciclo para Lisboa.

El maestro Gianni Rivera dominó la primera Final de Copa de Europa que disputó el Ajax de Ámterdam.

Obrada semejante hazaña, el destino no podía ser otro que la gran Final, y hasta ella arribó. La disputaría frente al Milan de Gianni Rivera, en lo que representaría la lección individual más impagable que recibiría en su carrera. Aquel caballero italiano era una maravilla que jugaba de enganche, contaba 27 jóvenes años y exclusivamente trotaba. No precisaba de más: era un pasador superior al que Cruyff era y sería; destrozó al desabrigado Ajax con pausa y asistencias primorosas. En un tiempo en el que la superficie no consentía que el cuero rodase con uniformidad, Rivera transformó el viento en un suelo liso y suspendido, imprimió a sus toques la rapidez que quiso y grabó en fútbol aquel 4-1 contra Cruyff para que, quien gustase, pudiera contemplarlo en cualquier momento de la eternidad.

Los de Ámsterdam no regresarían al torneo hasta pasados dos cursos, en la 1970/71, con ganas de revancha y un nivel colectivo perfeccionado a fuego lento. En aquel instante,El Ajax retornó a la Copa muy mejorado no perdían la pelota ni con súplica mediante, y Cruyff, maduro, se comportaba como el mejor jugador del mundo de pleno derecho. Su desequilibrio innato había adquirido el don de la puntualidad. El duro Atlético de Madrid, que estuvo a nada de ganar la Copa de Europa muy poco después, lo padeció en la semifinal. Y el Panathinaikos griego entrenado por Puskas, en Wembley, no encontró cómo evitar que saliera campeón por fin. La jugada del 2-0 definitivo fue una pieza maestra. Y muy significativa. El rayo número “14”, luego apodado “holandés volador”, también ganaba caminando. Como Rivera.

Helenio Herrera rechazó la oferta del Ajax para suplir a Michels. A cambio, le recomendó a Kovacs.

Michels emigró a Barcelona pero el Ajax no se dio cuenta. Levantar el trofeo había forjado un Cruyff nuevo y superior: el especulativo. Él se consideraba un artista, y estos crean cuando y para quien les place, y así pasó a comportarse. Cruyff no vivía cada suspiro como si fuera el último en el que ser feliz con el balón: le sobraban los minutos cuando su equipo iba en ventaja. Del mismo modo, empezó a asumir riesgos sólo cuando no lo eran. El Inter de Milan, en la Final de 1972, experimentaría las consecuencias. Un ilustre, Facchetti, afirmó que el Ajax salió vencedor sólo porque ellos cometieron un error impropio, pero cuando se analiza el encuentro con perspectiva, se infiere sin confusiones que los italianos no albergaron vida alguna. Cruyff, bajando a línea de pivotes para huir de la marca bregosa de Oriali, activaba su citada pausa táctica y, hasta que no colocaba a Haan, Mühren y Neeskens donde bloquearían con sencillez cualquier posible transición neroazzurra, no cabalgaba. La única esperanza del Inter consistía en forzar los penaltis, y era muy difícil no fallar ni una vez durante aquella hora y media de terror psicológico. Mucho más con la misión asignada de perseguirle y de sujetar ese cambio de ritmo de hijo de un demonio. Y Oriali no aguantó. Cruyff resolvió con un doblete.

El colmo del dominio táctico inspirado por Cruyff se vio en la ida de cuartos de 1973 ante el Bayern.

Se había consagrado. No era el mejor, era algo más, y él lo sabía, pues por algo fue el tipo más listo que pisó la hierba. La Copa de Europa de 1973, en particular durante la ronda de los cuartos de final, pondría de manifiesto su plenitud. Le tocó recibir a un equipo que olía a campeón irremediable, el Bayern Múnich de Franz Beckenbauer, el más grande de sus adversarios, y lo encerró en su área durante los 90 minutos. Impresionante. Pero impresionante hasta un punto difícil de mesurar: nadie, en la historia, ha sacado la pelota como el Káiser de Alemania; su creatividad en los primeros pases era sin duda comparable a la de Maradona en campo contrario, y su Bayern disponía de herramientas formidables para dar sentido a ése su talento. Y Cruyff lo anuló. El orden infundido por su sapiencia desplegó a un Ajax tácticamente irreprensible donde, tras la pérdida, cualquier tirillas rándom hubiera parecido Kanté, impidiendo a Beckenbauer respirar y, más grave, propiciar respiración. La magnífica defensa bávara se mantuvo imbatida hasta el descanso, pero Roth, la marca individual sobre Cruyff, suponía demasiada poca resistencia para 2.700 segundos más. Y 4-0. Palabras mayores. De ahí que perduren.

Tras menos de una década de profesionalismo, Ámsterdam daba cobijo a tres Copas de Europa. Cruyff había cumplido con creces. Le tocaba ayudar a papá.

Michels llevaba dos años por Barcelona sin fútbol ni trofeos. Pero decir eso entonces no era como decirlo ahora. En 1973, aquello formaba parte de la normalidad relativa. De la normalidad porque el Barça llevaba 13 campañas sin celebrar una Liga; y relativa porque, a pesar de los resultados, el gigantesco potencial del club siempre estuvo latente. Por masa social, por significado, por capacidad económica y también por ese pasado que, aunque quedaba cada vez más lejos, le distinguía como parte de la aristocracia. No en vano, no podría existir mayor prueba de su estatus que el propio hecho de seducir y fichar a Cruyff. Tras una serie de problemas burocráticos y algunos sucesos más, el mejor jugador del mundo recaló en el frío Camp Nou.

Cruyff tiranizó su primera Liga española, pero el Barcelona no le permitía ser quien era en Holanda.

Lo primero que notó Cruyff fue que aquí no se tocaba el balón como hacían los holandeses. Había gente para asociarse, como Charly Rexach, uno de esos futbolistas que perdieron tanto que no pudieron escribir en los libros lo buenísimos que eran, porque la historia la cuentan los vencedores; pero, en general, el nivel técnico de aquel conjunto no era una exquisitez. Así que aquello de tener la pelota siempre no iba a ser tan, tan posible. Porque, encima, había otro inconveniente: el fútbol en España no era territorio ignoto. Se trataba de un país que había logrado seis Copas de Europa de clubes, una Eurocopa de Naciones y que había visto a un sinfín de superclases desde el principio del deporte. Había una cultura ya instalada, y aquellas cosas que hacía Cruyff donde no existía pasado, aquí, parecían extravagancias. Ni Michels se atrevió a registrarlas.

Aunque sí fue cierto que el Barça jugó en un 4-3-3 y que a Cruyff se le concedieron dos permisos especiales: intercambiaba la posición con el delantero (delantero, no jugador) que deseaba y asumía un rol defensivo hecho a su medida.Sotil, un socio táctico perfecto para Cruyff Por resumirlo, se labró una relación táctica muy directa con el “9” peruano “Cholo” Sotil, un tipo queridísimo por la grada que marcaba un montón de goles y a quien el Barça había descubierto mientras vigilaba a Teófilo Cubillas. El truco no revestía complejidad: cuando los culés atacaban, Cruyff era extremo izquierdo y Sotil, ariete; y si los culés defendían, Sotil trabajaba la banda y Cruyff, el centro. Y a partir de ahí, se explicaba el juego. Si se abría, darle la pelota al “14” costaba menos trabajo, y una vez controlaba, ya podía organizar y crear, potenciando el olfato del Cholo, la clase de Charly y la llegada de Asensi y Marcial, que carecían de la finura de Mühren pero constituían valores ofensivos bastante superiores al promedio de la Liga. Una vez fraguaron los mecanismos, el Barça fue una trituradora. Muchas goleadas llegaron entre diciembre y el mes siguiente, si bien la más legendaria se hizo esperar hasta el 17 de febrero: un 0-5 en el Santiago Bernabéu.

Cruyff llegó al Mundial del 74 como una de las personas, en general, más célebres del momento.

El Barça recuperó la Liga con rotundidad y, sin duda, gracias a Cruyff. Antes de su debut, que se produjo en la jornada ocho, el equipo había mantenido un hilo de dos victorias, dos empates y tres derrotas. El punto de inflexión que el holandés supuso se quedó fuera de cualquier debate. Su fama, su carisma, su imagen, la belleza de su fútbol y su implicación con la sociedad catalana acabaron de perfilarlo como una superestrella mediática sin respuesta para la época. Y aquello sembró una esperanza -que no confianza- en la grada del Camp Nou. Pero, por desgracia, no sería correspondida. En especial, porque, más allá de las pequeñas historias que relataremos más abajo, Cruyff, el futbolista, estaba a un tris de vaciar su alma. Le llamaba la gloria: el Mundial de 1974. El sueño de un sueño.

“La Naranja Mecánica” fue un acontecimiento que no solicita presentación. Basta con recordar que el maravilloso Ajax Tri-Campeón rescataba a Cruyff y adquiría las mejoras de cuatro inclusiones excelsas: Rijsbergen, Jansen y Van Hanegem (estrellas del Feyenoord que también conquistó Europa), y el extremo izquierdo Resenbrink, ponderado por no pocos especialistas como el segundo gran talento de la generación del Flaco. Dirigidos por Rinus Michels, lo cual equivalía a contar con el sistema y con la identidad que en Holanda sí inspiró, cristalizaron en un equipazo que porfía, con la Brasil del 70, por ser considerada la selección más querida de las 20 Copas del Mundo. Pero perdieron la Final porque Beckenbauer se vengó.

Franz, que acababa de ganar su primera Copa de Europa, conservaba intacto en su memoria lo del 4-0 del 73: Cruyff le había embotellado y no había habido modo humano de superar la presión consecuente. Y con la suma de Van Hanegem, la Oranje emulaba el movimiento con más prestaciones si cabía que su Ajax mitocondrial. Según los cálculos del Káiser, la única manera de no volver a sufrir lo mismo debería partir de la base de no ser encajonado; Alemania no podía meterse atrás por mucha posesión que acumulasen los holandeses. Y, por supuesto, cuanto más lejos anduviese Cruyff de la zona más ardiente, mejor.

El portero Maier, en una actuación antinaturalmente mágica, privó a Cruyff de la Copa del Mundo.

El marcaje al hombre que efectuó Vogts fue el gran legado de la carrera de este. Menuda lapa ultra física. No lo dejó a cero, no lo hizo ni aunque ignorásemos la fascinante acción del minuto 1, pero durante el resto del encuentro, consiguió alejarlo del peligro y que cada cosa que hiciera le costase mucho más de lo corriente. Y Alemania, como grupo, lo exprimió. Fue la primera vez que se divisó un sistema defensivo tan adelantado en un equipo que no iba a amasar ni un 40% de posesión. La actividad protectora germana comenzaba desde el primer pase holandés, lo que derivó en que Michels retrasase a su centro del campo y en la creación de un espacio en la mitad enemiga que Beckenbauer iba a saber emplear. Él, Breitner y Hoeness comandaron transiciones que no envidiaron en daño infligido al causado por los de Cruyff hasta la última media hora. Durante esta, con 2-1 en el luminoso, Holanda quemó sus naves haciendo llegar a sus dos interiores en cada ataque, mientras Cruyff, ejerciendo de base, capitaneaba el toque de corneta. Perdieron solidez, pero crearon ocasiones suficientes como para meter tres goles. Sepp Maier, cancerbero de reflejos superheroicos, completó el milagro de sobrevivir y dio el Mundial del 74 a su Alemania anfitriona.

Cruyff siguió jugando como un crack, pero nunca recuperó el nivel que se dejó en aquella gran Final.

Cruyff no volvió a ser el mismo. Destacaba, claro; pero no de la misma manera. Algunas voces aludían a supuestos problemas físicos que nunca se confirmaron -se decía que le aplicaban sesiones de acupuntura, que para la época era como decir que le curaba una bruja en la choza de su montaña-, otras citaban temas financieros… La verdad es privada y pertenece a su familia. Pero cuesta mucho disociar su sensible bajón de lo ocurrido en la Final contra Beckenbauer. Por primera vez en su carrera, se le había escapado una oportunidad que no se le volvería a conceder. El máximo ya no era una opción. Y aunque convertir al Barça en el gigante en el que lo convirtió más tarde implicaba un reto mayestático, todo el mundo ha escuchado la famosa frase de Messi: “Cambiaría mis Champions Leagues por un Mundial con Argentina”. En cualquier caso, antes de colgar las botas, protagonizó varios episodios llenos de fútbol e interés. Sobre todo, porque plasmaron ese escenario de histeria y desatino que, en los dulces 90, arreglaría sentándose en el banquillo.

La temporada 1974/75 comenzó con un cambio de cromos un tanto delicado: Neeskens vino a ocupar la plaza de extranjero que, hasta ahí, correspondió a Sotil. Es decir, un hombre cuya posición ideal era la de Asensi oEl fichaje de Neeskens tuvo consecuencias Marcial, dos nacionales de peso, dejaba sin ficha ni sitio al delantero con quien Cruyff se repartía los espacios. Y encima, era holandés, como el propio Flaco y el míster, con las suspicacias que ello levantó en una sociedad española que era tan insegura y desconfiada como lo es en el presente. En cualquier caso, yendo al juego, no funcionó como se esperaba. Sotil halló relevo goleador en la figura de Manolo Clares, pero ni la química táctica con él era la misma, ni su relación con el Camp Nou tampoco. El Madrid le sacó 13 puntos al Barça en una Liga de 34 partidos donde las victorias sumaban sólo dos. Y el Leeds United, con una labor individual de Trevor Cherry sobre Cruyff que todavía se rememora en Las Islas, lo expulsó de la Copa de la Europa en el penúltimo de sus partidos.

Cruyff obligó al presidente del Barcelona a elegir entre él y su nuevo entrenador, Weisweiler.

Rinus Michels salió en globo y llegó un señor alemán que se llamaba Hennes Weisweiler. En España fue y es vilipendiado, pero no era ningún cualquiera: supo construir en la Bundesliga un proyecto excepcional que arrebató títulos al mismísimo FC Bayern Múnich del Káiser Beckenbauer: el Borussia Mönchengladbach de Günter Netzer. Netzer fue el más reputado centrocampista pasador de la década de los 70, un jugador que, por momentos, parecía Maradona sin regate, o un Platini con menos gol que el real que superaba a este en todo lo demás. Ese era el gusto de Weisweiler. El problema residía en que su camino para desarrollarlo se parecía más al habitual en Van Gaal que al escogido por Guardiola: no cedía ante ningún futbolista; aplicaba su método y su sistema y eran los cracks, y no él, quienes debían acometer el sacrificio de la adaptación. A Cruyff le ordenó que actuase de “9”. Sólo de “9”. Y qué se puede contar más allá de que con la iglesia había topado. Lo de Rivaldo y Van Gaal, al lado de aquello, fue “La Aldea del Arce” comparada con “Los Soprano”.

Weisweiler fue destituido para euforia del Camp Nou. Y, en una muestra de lo que era el Barcelona de la época, Michels regresó a la entidad para ver si sonaba la flauta. Cruyff se sabía responsable, invirtió toda la energía que le restaba dentro y firmó su segundo mejor curso como estrella de los azulgranas, perdiendo la Liga por un solo punto frente al Atlético de Madrid. Debe apuntarse que se trató de uno de los desenlaces más polémicos del relato del campeonato nacional. En un envite frente al Málaga en casa en el que el Barça no tuvo fortuna con el colegiado, Cruyff resultó expulsado por, supuestamente, propinarle a este un insulto (aunque siempre defendió que se dirigió a Clares y que dijo “Manolo, marca ya” -él decía cosas así-) y fue sancionado con tres partidos de suspensión. Sus compañeros empataron uno, perdieron dos y la Liga se escapó de entre los dedos. No le quedaba nada por ofrecer. No como futbolista. Y el preámbulo terminaba.

Podemos empezar.

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35 comentarios

  • @aguilera79 1 abril, 2016

    "La aldea del arce".

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  • iltuliponero 1 abril, 2016

    Estoy seguro que Johan no podría haber cambiado tanto el fútbol y la concepción del juego como lo hizo después de reitrarse sin haber sido antes EL MEJOR de su era. Johan era un ser muy especial, personalidad aplastante, jerarquía, te convencía de cualquier cosa. Pero podía hacer eso apoyándose en lo brutal que había sido de futbolista.

    Respond
  • vi23 1 abril, 2016

    Te ha quedado precioso. Quizás echo en falta que hablases un poco de su vuelta a la liga holandesa y sus victorias con Ajax y… ¡Feyenoord!

    Espectacular y muy cierto: "uno de esos futbolistas que perdieron tanto que no pudieron escribir en los libros lo buenísimos que eran, porque la historia la cuentan los vencedores". Me quito el sombrero

    PD: En el video de Rivera se ven un montón de pérdidas "tontas" de balón que pondrían de los nervios a cualquier entrenador actual

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  • @_H___H_ 1 abril, 2016

    A mí podrán llamarme cuando menos loco, pero son las 3:38 AM aquí en Colombia y hace cinco minutos apenas terminé de leer este artículo me puse de pie y aplaudí, era lo mínimo que podía hacer ante lo fascinado que quedé, con esta obra de arte, me transportó, me emocionó, me hizo reír, me entristeció, me abrió tantas inquietudes, lo hizo todo.

    Bravo.

    (No exagero, en serio lo acabo de hacer.)

    Respond
  • Abel Rojas 1 abril, 2016

    @ vi23

    No solo lo del Feyenoord. Han quedado muchísimas cosas sin contar. Mismamente profundizar en el 0-5 del Bernabéu o siquiera mencionar algunos de sus goles más míticos, como el que le marcó al Atlético. Pero no buscábamos hacer un biopic. Hay muchos biopics. La idea era intentar transmitir la esencia de su fútbol, y creímos que su última etapa en Holanda no ofrecía mucha información al respecto 😉

    Sobre lo de Rivera, es importante sumergirse en cada época para valorar a cada jugador. Ves el vídeo y dices que falló tres pases. Ves cinco partidos, y te das cuenta de que hacía pases que, por ejemplo, Cruyff, Houseman o Best nunca hicieron. El fútbol está condicionado por sus circunstancias, y en aquel instante, pasarse la pelota como hizo el Dream Team no era una posibilidad, motivo por el cual ni siquiera se intentaba o trabajaba. Si miras un partido de Johan, por citar al mejor atacante de la época, te decepcionará su calidad asociativa. Pero será un error que te decepcione. Sencillamente, el fútbol era diferente. Y Rivera exprimía las espaldas de las defensas y encontraba a gente entre líneas en una etapa en la que eso no es que fuese difícil, sino que no era pensado salvo en pases desde atrás tipo "Koeman" (o sea, por el aire). Beckenbauer abajo, Netzer en el centro y Rivera arriba han sido los tres únicos que he visto con comportamiento asociativo contemporáneo.

    @ H_H

    Muchas gracias, amigo. Disfruté mucho preparándolo y escribiéndolo. Ha sido un poquito agotador porque había visto muchos partidos de Cruyff y el Dream Team pero no había vivido como viviría ahora ninguna de las dos cosas; y me he pegado una pequeña paliza viviendo en una semana… 28 años de fútbol ^^ Incluso, en mi frikismo enfermizo, me he visto partidos de sus épocas en las que él no estuviera presente, porque creo que, por ejemplo, si dentro de 30 años alguien ve solo partidos del Barcelona de Pep sin mirarse, por decir algo, un Madrid-Atlético para comparar, no podrá apreciar al Barça de Pep. Pero si todo esto ha valido para que disfrutes así, te aseguro que me doy plenamente por satisfecho 😉

    @ Aguilera79

    😉

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  • @migquintana 1 abril, 2016

    @vi23

    Hace unos días, repasando un poco el duelo Cruyff vs Franz, me pareció muy curioso que los dos futbolistas que crearon o dieron grandeza a los clubes de su ciudad (Ajax & Munich) terminaran su carrera en los máximos rivales, en el Feyenoord en caso de Cruyff y en el Hamburgo en el caso de Beckenbauer. Anécdotas que deja el fútbol, supongo.

    @_H___H_

    ¡Esperemos que no hayas despertado a nadie! xD

    Respond
  • vi23 1 abril, 2016

    @Abel

    Muy de acuerdo en lo que le dices a @H_H de que hay que ver otros partidos para poner contexto. Sino, es imposible interpretar. Con el comentario sobre Rivera sólo quería decir que me resultó sorprendente. Está claro que cada época tiene sus particularidades

    @migquintana

    Es curioso, pero no improbable dadas las personalidades de los cracks

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  • 3-7-0 1 abril, 2016

    Jerarquía impresionante. Mientras conducía señalaba como debían colocarse los demás y donde iría el pase. Llama la atención ver como corrige a sus compañeros que la quieren al pie, les señala el espacio para progresar en el campo, cuando precisamente él retrocedía muchos metros para robar el balón a compañeros que le podrían haber pasado el balón simplemente.
    Incluso en los saques de banda, los iba a sacar, y así decidía como organizarse y como empezar de nuevo la jugada!!

    Respond
  • Adam 1 abril, 2016

    Abel, te lo digo con la mano en el corazón y aunque te pueda sonar exagerado: eres un comunicador que hace más grande al fútbol casi tanto como los mejores futbolistas y los mejores entrenadores. Ellos son más grandes cuando eres tú quien los analiza. La introducción te obliga a leer todo el artículo del tirón pero árrafos como este que copio ahora son una mezcla de información a la que tú solo llegas y de sentimientos que están a un nivel que es digno de Cruyff

    «El Ajax era un equipo que sólo miraba hacia delante en una segunda instancia. En la primera, se quedaba mirando a Cruyff. Él era quien con sus dedos señalaba dónde debía pararse cada compañero suyo. Quien no lo haya visto, que rompa el umbral de su escepticismo, porque la realidad fue tan insólita que, leída a traición, no resulta verosímil. No era que mandase a un lateral a desdoblar a su extremo o a un pivote que hiciera la cobertura al lateral; eso serían misiones convencionales y aquí estamos hablando de Cruyff. Lo que él hacía era marcar con el índice a Krol, que era el “3”, y luego apuntar a la posición del “9”. Y Krol iba a la posición del “9” porque creía en Cruyff y porque le daba tiempo, ya que la posesión era propiedad ajacied y el Ajax fijaba su ritmo. Este es tan solo un ejemplo, y ni siquiera uno de los recurrentes, porque recurrente, lo que se dice recurrente, no había ninguno. Había 10 chicos y 10 posiciones distintas.Todas eran intercambiables, todas fueron intercambiadas, nunca sin una razón y siempre por orden de Cruyff. Se impone recalcarlo: la mutabilidad del Ajax no consistía en una libertad de movimientos absoluta para la totalidad de sus futbolistas. Eso fue la Brasil de Telé Santana en el Mundial de 1982; no el Ajax de los 70. Michels implantó un sistema muchísimo más rígido e imperativo cuyo (transgresor) aporte radicó en que cada pieza cumplía tanto una misión ofensiva como una defensiva. O sea, erradicó del imaginario colectivo la relación entre fútbol y balonmano: no había especialistas para según se tuviera o no la pelota; un profesional debía integrar el fútbol entero. Ello favoreció la continuidad del juego y lo subdividió en cuatro fases en vez de dos: a las estáticas, añadió las transiciones, pues los de arriba pasaron a defender tras perder el balón, y los de abajo, a sacarlo cuando lo recuperaban; y no por inspiración y carácter personal como Di Stefano, sino como parte definida y preparada en un plan preestablecido. Pero el intercambio de demarcaciones, un principio no asociado a este modelo -juego de posición- y, a veces, incluso enfrentado al mismo, era una iniciativa de un único hombre que, eso sí, el entrenador tuvo el histórico acierto de aceptar.»

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  • Adam 1 abril, 2016

    En fin, que simplemente enhorabuena.

    Respond
  • @_H___H_ 1 abril, 2016

    @Abel
    Enormes y eternas gracias a ti, en verdad transportas al lector a la época, lo llenas de historias emocionantes y épicas, lo haces descubrir nuevos futbolistas como Rivera o a comprender a los mitos con una frase tan simple como que era "el Maradona de los primeros tres cuartos de cancha", eso es pura genialidad, y lo de ver partidos de otros equipos, qué compromiso tan grande y que pasión enorme, se nota en tus análisis y en tus escritos, por eso son tan grandes.

    @Migquintana
    Afortunadamente no desperté a nadie 😛 increíble lo que mencionas de Cruyff y Beckenbauer, nunca lo había pensado.

    @Adam
    Coincido y me adhiero a tu valoración de Abel.

    Respond
  • @DavidLeonRon 1 abril, 2016

    @iltuliponero

    "Estoy seguro que Johan no podría haber cambiado tanto el fútbol y la concepción del juego como lo hizo después de reitrarse sin haber sido antes EL MEJOR de su era. Johan era un ser muy especial, personalidad aplastante, jerarquía, te convencía de cualquier cosa. Pero podía hacer eso apoyándose en lo brutal que había sido de futbolista"

    Es complejo esto. Mi padre, cuya admiración por Cruyff es innegable pese a su condición de aficionado de otro equipo, me decía siempre que Cruyff triunfó y se imponía en ese vestuario (recordemos, vestuario formado por tipos que todos han hecho carrera en el fútbol en los despachos o los banquillos. Un vestuario con Guardiola, Zubizarreta, Txiki, Koeman, Laudrup, Stoichkov o Bakero es un vestuario de locos) porque llegaba y les decía "eh, tú tranquilo, que yo soy mejor que tú". Y si había que retarles en un entrenamiento, lo hacía y les ganaba.

    En ese sentido, la figura de Cruyff fue tan mastodóntica como técnico en Barcelona por su pasado. Yo sí lo creo. Luego evidentemente su capacidad de transmisión, de conocimiento y análisis come aparte.

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  • Higan 1 abril, 2016

    Yo soy demasiado joven como para haber disfrutado de Cruyff, no lo pille ni como entrenador (con 1-2 años no sabía ni lo que era el futbol) jajajajaj. Pero este artículo es una pasada, de verdad Abel, de diez.

    Para alguien que nunca ha visto a Cruyff, yo creo que es la mejor forma de conocerlo, se te ponen los pelos de punta al leerlo, no quiero imaginar a los que enciman lo hayan vivido. Tengo unas ganas inmensas de leerme toda la colección, estoy seguro que no me decepcionará, ecos nunca lo hace.

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  • @9LutherBlissett 1 abril, 2016

    En primer lugar enhorabuena por el trabajo bien hecho. Cuando me metí esta mañana y ví por encima los textos me dió una versión del Síndrome de Stendhal. Sobre Cruyff poco se puede decir que no hayais dicho ya en estos artículos.
    Yo no considero a Cruyff el mejor jugador de todos los tiempos pero no recuerdo disfrutar con otro jugador más que lo con él por una simple razón: era un jugador que era capaz de hacer slaloms tipo Maradona, Pelé o Messi pero posiblemente no alcanzaba el virtuosismo técnico de ellos sin embargo su gran "poder" residía en su mente y ver como era capaz de interpretar el juego, como sabía donde debía colocarse en cada momento, parecía que fuera capaz de leer el futuro y conocer de antemano que era lo que demandaba la jugada y que debía hacer con el balón. De los jugadores que yo conozca solo Di Stéfano a tenía una influencia parecida en su equipo (y a este le he visto mucho menos) aunque la omnipresencia de los jugadores estaba motivada por distintas características (la lectura del juego en Cruyff y la resistencia anormal en Di Stefano).
    Otra cosa importante de Cruyff es que nunca dudo. El día que empezó a jugar en las bases del Ajax le dijo a su madre que este equipo acababa de fichar al mejor jugador del Mundo que era él. Y con el tiempo se demostró que era verdad.
    Por último me uno al aplauso de H.H. ante el alucinate trabajo que habeís realizado.

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  • iltuliponero 1 abril, 2016

    @DavidLeonRon

    Muy de acuerdo. Me imagino lo que relata tu padre y joder. Me lo imagino picándose con Laudrup o Hristo en medio de un entrenamiento y el Johan ganando ya con sus arrugas en la cara.

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  • Polaquito 1 abril, 2016

    @DavidLeonRon

    ¿No has leido la respuesta de Stoichkov sobre lo que era Cruyff para él en una entrevista que le hicieron hace poco? Es brutal, esta es la entrevista http://www.jotdown.es/2013/03/hristo-stoichkov-no… (que tiene buena pinta y no he leido entera) y la respuesta que da sobre Cruyff es tremenda.

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  • Abel Rojas 1 abril, 2016

    Muchísimas gracias por los desmedidísimos elogios, chicos. Sois cracks.

    @ Luther Blissett

    Cruyff lo que tenía era esa visión, esa lectura, esa originalidad para ser algo… pues que no era un futbolista, porque sin duda se extralimitaba de lo que es un futbolista tanto en derechos como en obligaciones.

    Y pienso que para ello fue clave, pero absolutamente clave, nacer en un lugar sin tradición competitiva como era Holanda. Y no solo porque, gracias a ello, todos los futbolistas tenían un nivel técnico brutal -no había especialistas defensivos-, sino porque se consideró normal lo que no lo era. Si Cruyff nace en Inglaterra, no le dejan ni de coña, pero ni de coña, hacer esas cosas que hacía con el sistema de su equipo. Y hubiera sido, en mi opinión, un futbolista muchísimo más similar a Best/Garrincha, y de esa dimensión, que lo que hoy es por méritos propios: uno de los más, más, más grandes.

    De hecho para mí la prueba la tenemos en el Barcelona. En el Cruyff del Barcelona no se distingue un Di Stefano-Pelé-Maradona-Messi a pesar de que tritura la primera Liga. Pero ves los partidos y… eso. Ves a Best en el Manchester campeón de Europa (es decir, uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, no se me malinterprete). Luego sin embargo fue con Holanda a jugar el Mundial, pudo expresar su creatividad "táctica" y zasca. No lo ganó porque Maier hizo uno de los partidos más decisivos que le ha visto a un portero en una Final. Pese a que marcó solo 3 goles en 7 partidos y ninguno fue decisivo. Para daba igual. Él creó el equipo, él provocó todo. Y si en vez de a él ponías a cualquier otro, al supercrack que se nos ocurra, hubiera sido mucho peor equipo.

    Aunque de por sí fuera un equipazo tremendo como demostró sin él en Argentina 78 con un Resenbrink… impresionante.

    Respond
  • Athel94 1 abril, 2016

    ¿Se parecían aquellos Cruyff – Beckembauer a los pasados Messi – Cristiano? Tuvo que ser impresionante vivir aquello, pura mitología futbolística.

    Gracias, gracias y gracias por darnos a conocer a este futbolista a los que no hemos tenido esa suerte. Sin vosotros no sería lo mismo.

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  • @9LutherBlissett 1 abril, 2016

    Abel Rojas
    Pues nunca había pensado en que su origen en un país sin tradición futbolística fuera algo bueno sino al revés pero lo que dices tiene mucho sentido. Si en vez de Rinus Michels hubiese tenido como entrenador a un Bertie Mee, Stan Cullis o Alf Ramsey le habrían intentado convertir en un Charlie George o un George Best con lo que hubiesemos perdido a alguien especial. Es facil imaginar que si Cruyff hubiese intentado realizar su juego le hubiertan coartado diciendole que eso no era lo correcto ni lo que debía hacer.
    El pensar que Cruyff fue junto con Keizer (creo) el primer profesional de la liga holandesa hace pensar que a veces las más bellas flores nacen en la basura. Es como si hoy naciese en crack absoluto en Bhután o Nueva Zelanda, algo de locos.

    Sobre la generación magnifica de aquella Holanda no solo es que fue capaz de llegar a la final sin Cruyff sino que tampoco estuvieron van Hanegem, van Beveren ni van der Kuylen todos ellos jugadores que sin llegar a Cruyff eran de los mejores del mundo en sus puestos…y sin ellos Holanda estuvo a centimetros de la gloria.

    Otra cosa interesante sobre Cruyff es que su importancia no era solo goleadora sino que era el engranaje del equipo. No es que en el Mundial marque solo 3 goles sino que es curioso que en Barcelona nunca llegó a los 20 goles y en el Ajax sus mejores números los logra antes de la trilogía europea (su mejor temporada anotadora es 66/67 con 41 goles) aunque logra numeros importantes (en su última temporada en el Ajax 19 goles en todas las competiciones)

    Respond
  • Abel Rojas 1 abril, 2016

    @ Athel94

    Sí. Rotundamente sí. Yo reviví esa tensión con ellos. El problema es que fueron solo tres y uno de ellos no sirvió para nada porque venía de un 4-0 en la ida. Pero los otros dos… pues quizá la ida de un cruce de cuartos más recordada de la Copa de Europa y la, para mí, final más grande de la historia de los Mundiales.

    En el fútbol se hubieran enfrentado entre 10 y 15 veces y hubiera sido una cosa… espectacular.

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  • Gravesen 1 abril, 2016

    Como cambio Cruyff la historia del Ajax especialmente en Europa es alucinante; estamos hablando de un club que cuando debuta Johan tenía un palmarés nacional bastante respetable (10 Ligas y 3 Copas), pero cuyo máximo éxito europeo había sido la Intertoto de 1962. De una intertoto a 3 Copas de Europa.

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  • Abel Rojas 1 abril, 2016

    @ Luther Blissett

    Así es. Keizer -a quien Cruyff adoraba por su facilidad para cambiar el extremo con la posición de "9"- firmó el primer contrato profesional de la Liga holandesa y Cruyff firmó el segundo. Y durante meses, fueron los únicos que entrenaron mañana y tarde porque el resto de la plantilla trabajaba. Solo ellos dos vivían del fútbol.

    Lo que da muchísimo más relieve a lo que apunta el usuario Gravesen, que ya de por sí es gordo.

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  • herbaseca 1 abril, 2016

    Grandísimos todos los textos de homenaje a Cruyff que habéis publicado hoy, cada uno con una perspectiva distinta para mostrarnos las distintas facetas del holandés, y por lo tanto todos ellos necesarios, valiosos y muy sugerentes. :)

    Éste en concreto creo que ayuda muchísimo a conceptualizar correctamente al Cruyff jugador, y cómo se "amplificaba" más allá de sus propias condiciones futbolísticas. La descripción de Cruyff a modo de jugador-director, situando a sus compañeros en el terreno para que estuviesen preparados para "lo que iba a pasar" (es decir, para lo que él mismo iba a provocar) me parece brutal. Debe de ser el summum del futbolista mandón, y sorprende esa perspectiva en un delantero (?), cuando normalmente la mística de este deporte asocia esa figura al mediocentro o defensa central (que, cuestiones de carácter aparte, son los jugadores de campo que tienen la visión más amplia para ordenar a sus compañeros).

    Y como extensiones del propio texto, me han encantado los re-descubrimientos de Gianni Rivera, Beckenbauer y Netzer (este último especialmente: la antología de golpeos al balón que recoge el vídeo enlazado es brutal). Ayudan también a contextualizar y en cierto modo medir la figura de Cruyff, entendiendo mejor cuáles eran los condicionantes de la época y el impacto que el holandés supuso en la misma.

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  • @Somemarcus 1 abril, 2016

    Hace tiempo me dediqué a investigar con cierta profundidad el fútbol de Hugo Sotil y algo que me sorprendió fue observar el enorme cambio entre el Sotil azulgrana y el Sotil inmediatamente anterior.

    Básicamente, el Sotil de antes de llegar al Barça era uno de esos extremos de mucho balón al pie, que esperaban que la pelota les llegara sin complicarse la vida para, tras la recepción, desequilibrar en conducción. No era un prodigio, pero era terco y bastante habilidoso, y de hecho sus apariciones en el Mundial del 70' dan buena cuenta de ello. Sus conducciones, por ejemplo, tuvieron al Brasil de Pelé algo desconcertando por unos cuantos minutos. Sotil vivía mucho de su pierna buena. Si jugaba en la derecha se iba por fuera hasta encontrar una posición para centrar, y si jugaba en la izquierda recortaba sistemáticamente hacia dentro como un mulo. Daba igual lo que encontrara por delante, él se iba para dentro hasta forzar alguna falta o colarse en el área rival. Pocas veces tenía opción de remate, él se encargaba de recibir bastante abajo y llevar el balón lo más arriba posible. Así jugó en el fútbol peruano, donde fue una estrella muy precoz, y en la selección, donde también lo fue. Y creo que todos tenemos más o menos en la cabeza ese perfil de jugador, ni que sea encarnado en muchos otros.

    Luego llega al Barça y resulta que bastaron unas semanas para que ese futbolista de perfil tan cerrado se convirtiera en la réplica perfecta de Cruyff. Como señala Abel en el artículo, el reparto de espacios y funciones entre ambos era, dejando de lado la pura sintonía técnica entre Rexach y el holandés volador, EL mecanismo de ese equipo. Todo partía de ahí, y eso significaba, en esencia, que Sotil prácticamente nunca recibía un balón parado. La banda la pisaba para defender y a la que Cruyff manejaba la pelota el peruano se dedicaba a trazar incansables movimientos sin balón para generar arrastres, estirar el campo o cargar la zona de remate. Prácticamente no tenía ocasión de conducir el balón pero a cambio se hinchó a rematar jugadas como un ariete. Los culés más veteranos siguen recordando a Hugo Sotil como sinónimo de gol y remate dentro del área. En el Camp Nou nadie conoció jamás a ese extremo de balón al pie, regates y fútbol agitador y poco resolutivo. En el Camp Nou conocieron por 'Cholo' Sotil a una de las muchas obras futbolísticas de Johan Cruyff.

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  • @Somemarcus 1 abril, 2016

    Como añadido, tengo anotado que Sotil metió 17 goles en su primera temporada como azulgrana, la de su sociedad con Cruyff. En el resto de su carrera jamás superó esa cifra pese a ejercer de verdadera estrella del campeonatio peruano en la mayor parte de los cursos que registra su trayectoria.

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  • herbaseca 1 abril, 2016

    ¿Y tiene sentido relacionar esas obras futbolísticas de Johan, como la del Sotil culé, con las obras futbolísticas de Messi? Mucho se ha hablado por aquí de cómo Messi "da sentido" a los jugadores que le rodean, pero no me atrevo a valorar si de la misma manera o en la misma medida en que lo hizo Cruyff.

    Son dos figuras muy distintas, pero la comparación se me vino a la cabeza varias veces durante la lectura del texto y los comentarios.

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  • @AntonioGil7 1 abril, 2016

    Por ser joven he llegado tarde a mucho fútbol y aún tengo una deuda pendiente de revisar mucho fútbol histórico. Tenía un conocimiento mínimo para lo que merece Cruyff, así que aproveché los numerosos homenajes de estos días para empezar a descubrirlo. Con tal cantidad de contenido que ha salido en la última semana, otorgo gran valor a que, una vez más, ofrezcáis textos que complementan, aportan novedades y son fuente de admiración a este genio. Inmenso trabajo, por supuesto sin olvidar los enlaces que vienen de maravilla para ampliar de manera infinita. Estoy a medio, así que desde ya voy a seguir leyendo.

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  • @Chemaerrebravo 1 abril, 2016

    Ya se lo he comentado por privado al autor, pero aprovecho ahora para hacerlo público: estos dos textos del señor Abel Rojas sobre Cruyff componen la mejor disección del juego y el concepto de este monstruo del fútbol que jamás he leído. Y he leído unos cuantos intentos, en más de un idioma. Me consta Abel se ha zambullido bien esta semana en el asunto y el resultado es soberbio. Felicidades. Dan ganas de abrir un debate o conversación de cara párrafo.

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  • iltuliponero 1 abril, 2016

    En un once histórico que hizo JOhan hace unos años, Keizer era titular por banda.

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  • gustavo 1 abril, 2016

    gran artículo.

    también hace bien hablar de la grandeza de Cruyff en esta época donde casi todo el mundo mide a los jugadores por los goles que hace. Cruyff está en el Olimpo del fútbol siendo un "atacante" que no hacía goles. la figura de Maradona puede llevar a conclusiones parecidas. Messi volvió a ser Messi cuando se sacó de encima el peso del récord de Zarra y dejó de pensar en competir con otros por quién hace más goles. ahora lo ves haciendo un pase gol de 30 metros y se le ve la felicidad a flor de piel

    y ya que estamos, qué lindo sería un artículo de este estilo sobre el propio Maradona, que curiosamente fue mencionado tres veces en todo el texto

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  • Miki17Sanz 2 abril, 2016

    ''Las suspicacias que ello levantó en una sociedad española que era tan insegura y desconfiada como lo es en el presente.'' Sublime.

    Respond
  • Abel Rojas 2 abril, 2016

    @ herbaseca

    Sí, sí. Es que Cruyff como entrenador es la continuación de lo que fue como jugador. La única diferencia reside en que no toca el balón que hace los fichajes y las alineaciones ^^ Por lo demás, en el campo hacía ya todo lo que hacía desde el banquillo.

    @ Some Marcus

    Curiosísimo. No descubro en el Sotil del Barcelona un extremo regateador. Descubro un delantero. Versátil, no estrictamente rematador, un "9" con recursos individuales. Pero "9".

    Esa relación de izquierda-centro la estableció también con su amigo Keizer en el Ajax. Lo que pasaba es que en el Ajax cambiaba posición con casi todos y en el Barça solo con Sotil.

    @ Chemaerrebravo

    Me creo a pies juntillas lo de que has leído mucho en muchos idiomas ^^ Así que te lo agradezco el cuádruple.

    Respond
  • @JRatazzi 2 abril, 2016

    Plas plas plas plas, me quito el sombrero, vaya regalo que nos haces, nos mimas demasiado @Abel, vamos con el Cruyff entrenador…

    Respond
  • Leonio 2 abril, 2016

    @ gustavo

    Ojo, Cruyff marcó 400 goles en toda su carrera. Según los datos que tengo está entre los 40 mayores goleadores de la historia de este deporte. Marcaba muchos goles y seguro que estos tienen su peso en su lugar en el olímpo, aunque su importancia real haya sido otra.
    La anormalidad del presente nos hace perder la perspectiva. Lo de Messi es como tener a un imposible de Romario y Maradona, una parte tapa a la otra, pero es que desde Pelé ningún jugador total se dedicaba a hacer cifras propias de torpedo Muller una temporada si y otra también. Hoy igualará a Di Stefano y resultará una breve anécdota.

    Respond
  • @DavidLeonRon 3 abril, 2016

    @gustavo

    Hombre, ya te lo comenta el compañero @Leonio, Cruyff quizás fue el menos agresivo con la portería de los 5 bichos, pero vaya si metía goles. Metía muchísimos. Y yo sí creo que el gol, una cuota alta, es imprescindible para trascender a nivel histórico. Del supuesto top-10, el único que quizás no metía mucho era Zidane. Pero vas a Platini, Ronaldo, Cristiano y todos estos… goles como churros.

    Respond

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