La todavía corta carrera de Zidane como entrenador asevera que no se trata de uno de esos preparadores que consolidan un once titular fijo y van con él hasta el final. Al revés, pertenece a ese otro ramillete de técnicos que va modificándolo casi día a día según los momentos de forma y confianza. Y en el día que nos compete, que es hoy, parece contar con Casemiro como mediocentro titular de su esquema base: el 4-3-3.
Con un margen de probabilidad alto, el brasileño está en el grupo de los jugadores con menos talento y nivel del Madrid, razón por la que su presencia penaliza el potencial máximo de su conjunto, pero, de igual modo, su presencia en la plantilla se entiende e incluso se valora con nota alta porque aporta determinadas cosas de las que el resto de sus compañeros carecen. La más inmediata, que, aunque aparente una simpleza banal adquiere una importancia tremenda en según qué partidos, reside en su dominante juego aéreo. Para muchos rivales, resulta demasiado fácil ganarle terreno en ataque al Real con un pelotazo sin más a la zona de los pivotes blancos, donde Ramos, Pepe o Varane no puedan ir, y Casemiro es un titán en el menester que, sólo con esta contribución, ya suma. Además, integrar esta virtud suya no requiere de ningún proceso de adaptación táctico, se hace automáticamente. Para hacer lo propio con el resto de sus condiciones, el entrenador sí debe asumir un rol interventor. Debe orientar a su favor lo que, desde cualquier tipo de óptica, es muy imperfecto.
Casemiro no erradica el desequilibrio. Lo potencia. Pero, después, conseguir brillar en este.
Casemiro no es una pieza que favorezca el equilibrio. Todo lo contrario. Apostar por Casemiro, si no se le matiza y se le encamina a desarrollar conductas que no sean las que le salen de dentro, implica aceptar unCasemiro nunca elige proteger un espacio; siempre arriesga desequilibrio táctico del que, eso sí, se pretende extraer ventajas. El motivo de esto reside en su impaciencia posicional; no es un futbolista que priorice jamás la protección de un espacio sobre el intento inmediato de robo del balón. Él no trabaja para que su sistema sea más estable y menos riesgoso, sino para que se muestre más agresivo a costa de, precisamente, tomar más riesgos. En realidad, es lo mismo que suele hacer Kroos, que por su pinta y lenguaje corporal parece algo inactivo pero sale con fuerza en cada jugada. La diferencia, muy visible, recae en que Casemiro tiene verdaderas herramientas individuales para, a veces, compensar lo que, a menudo, no es una situación proclive a la presión, sino a guardar el puesto, frenar la transición contraria y permitir una reorganización colectiva que dificulte un ataque, ya en ese punto, más lento del adversario. Como se apunta, Casemiro no acostumbra a tomar esa elección. Se expone. Y a partir de ahí, hay tres opciones: llega a tiempo -lo hace más que Kroos-, llega tarde pero consigue recuperar terreno corriendo para atrás tras su pifia-lo hace mucho más que Kroos, que no lo hace nunca- o, algo muy habitual, sencillamente queda eliminado de la acción y deja el marrón a una línea defensiva desamparada que, para más inri, no está bien. Y esta es la razón por la que cual, por ejemplo, en un encuentro dominado emocionalmente en el Santiago Bernabéu ante un Sevilla sin atacantes, Keylor se transforma en una de las estrellas.
En el lado más positivo, Casemiro ha proporcionado al Madrid tres ventajas bastante productivas.
A título contextual, sí cabe enumerar dos aspectos que han ido asentándose a favor del Madrid. El primero, que Kroos como interior izquierdo supone un incremento de calidad defensiva posicional -en este caso sí posicional- que alivia a los blancos. Como Benzema -hombre muy importante para la defensa merengue-, posee el instinto para desviar las salidas rivales hacia donde le interesa, para forzarles a usar la pierna mala, etc. Y eso crea un marco para Casemiro algo más asequible que el que afronta Kroos cuando James o Isco ejercen de número “8”. Casemiro como mediocentro no pule al Real tácticamente, pero Kroos como interior, sí.
Aparte, y aquí viene lo que marca la diferencia y lo que hace cobrar muchísimo sentido a esta apuesta para enfrentar a casi cualquier rival, es completamente cierto que el Madrid está robando muchos más balones en su mitad de ataque, lo que, con la BBC, deriva en un peligro ofensivo de primera magnitud. Al unísino, al precipitar los intentos de robo y, por tanto, regalar más espacio a la espalda animando así a los contrarios a desnudarse y correr hacia Navas, se está creando más campo para que Benzema, Bale y Ronaldo puedan contra-contragolpear, arte en el que son terribles y muy, muy condicionantes. Futbolística y anímicamente.
Por último, se presta reconocer y loar que Casemiro está respetando la apuesta asociativa de Zidane. Sus recursos técnicos y su ritmo quedan lejos del promediado en una medular que, por otro lado, es maravillosa en ello, pero, aun así, se suscribe a la tendencia e intenta asegurar los pases. Se notó, sobre todo, frente al Sevilla de Iborra, una vez se reconstituyó la BBC. Sin esta, los rivales le presionaban con mayor confianza, y él sufría hasta que, por prudencia, se escondía y cedía el relevo a Modric, que no es un especialista del primer pase. Pero una vez Bale, Ronaldo y Benzema empujaron con su intimidación al sistema enemigo hacia su portería, se apropió de cierto espacio y mostró su dosis de criterio. Casemiro sabe jugar al fútbol si su alrededor se lo facilita.
Pero, en teoría, el FC Barcelona anula casi todo lo que ofrece Casemiro y castiga cada defecto suyo.
Lo que ocurre es que estamos a 2 de abril de 2016 y el calendario ha fijado en esta fecha un FC Barcelona-Real Madrid, y cuando se coteja el impacto de Casemiro con lo que representa visitar el Camp Nou, se deduce que el invento no promete, digamos, idoneidad. Para empezar, el Barça no buscará salir en largo, así que su don aéreo quedará infrautilizado salvo para las acciones de estrategia. Continuando, el Barça alineará a Iniesta, Neymar y Messi, e incluso a Busquets y Alves, futbolistas, en especial los tres primeros, que esquivan cada entrada y salen de estas con tanta velocidad como claridad. Un peligro prácticamente letal. Y a modo de cierre, si el Barça arrincona a los blancos como sucederá, como mínimo, por momentos, el Real requerirá una fluidez en su primer pase para escaparse de la fulminante presión a la que Casemiro no podrá responder. Apuntaría a convertirse en un destino de acoso fácil de los que Busquets y compañía identifican y subrayan en un abrir y cerrar de ojos; rebajando así el posible número de transiciones blancas.
Con esto no se busca indicar, ni por asomo, que Casemiro condena al Madrid al fracaso en el Camp Nou. Futbolistas de (muy) inferior capacidad a la del brasileño han salido ilesos y, en alguna ocasión, incluso con la bandera de héroe en el estadio del Barcelona. Pero lo que sí parece claro es que el Casemiro de las últimas semanas, el que se ha ganado la titularidad en opinión de su entrenador, no puede ser sí mismo ante Iniesta, Neymar y Messi. O templa sus impulsos como Isco, Kroos y Modric ya han demostrado saber hacer ante el más ágil de los tríos, o Luis Enrique va a ser muy feliz encontrando huecos por todas partes.
@detoro84 2 abril, 2016
Yo no pondría a Casemiro, creo que resta a lo que quiere Zidane que sea el equipo, el problema es que para el puesto de tercer medio (tras Kroos y Modric) las alternativas no están demostrando aportar mucho (James, Isco o Kovacic).