
La UD Las Palmas regresó a la Primera División utilizando la misma fórmula que hacía varias décadas le había llevado a pelear por el título de Liga con los grandes de la competición: conformando una plantilla repleta de futbolistas nacidos, criados y perfeccionados en las artes del fútbol canario. El ascenso venía a representar el fin de una etapa dolorosa, llena de incertidumbres y de capítulos desagradables para un club que se había habituado a jugar contra los mejores cada fin de semana, y éste además se había logrado con chavales de la casa como David García, que había vivido en primera persona toda esta situación, con lo que la satisfacción no podía ser sino doble. Sin embargo, el que era motivo de orgullo insular también lo era de duda para el observador exterior. Del futbolista canario jamás se ha dudado sobre su calidad, talento o creatividad, pero siempre se ha mirado con recelo su capacidad competitiva.
Calidad individual no le iba a faltar a Las Palmas¿Por qué Rubén Castro había tardado tantísimo en explotar? ¿Cómo era posible que Nauzet Alemán sólo hubiera disputado una temporada en Primera a sus 30 años? ¿Qué demonios le había pasado a Momo para no convertirse en un jugador que fuera admirado por medio fútbol español? Estigmatizado de forma justa o no, lo cierto es que dudar del fútbol canario era algo que había hecho hasta la propia Unión Deportiva Las Palmas, así que en cierta manera era lógico que el resto lo hiciera y provocara casos como los ya citados. Además, pese al ascenso final, la temporada de la UD venía a incidir un poco en todo esto. El equipo de Paco Herrera había comenzado volando a lomos de los goles de Sergio Araujo, pero una vez avanzó el curso fueron desapareciendo los automatismos colectivos y la inspiración individual se diluyó casi por completo. Por suerte, el regreso de Jonathan Viera consiguió primero frenar la caída y, después, vencer en el play-off de ascenso a Valladolid y Zaragoza, dos eliminatorias donde el extremo derecho, Roque Mesa, había tenido también un papel preponderante. La alegría se desbordó en las islas. Los aficionados no sólo se sentían muy representados por su club, sino que además entendían que, sí conservaban esta plantilla, tendrían piezas con la suficiente calidad como para poder asentarse en la élite del fútbol nacional.
1- Sin hilo argumental
El gran reto de Paco Herrera parecía, por tanto, el de configurar una estructura colectiva que con balón ayudase a evidenciar que sus jugadores eran canarios y que, sin él, tratase de ocultarlo. En cambio, el técnico barcelonés no iba a parar de recibir malas noticias. A la pésima pretemporada del equipo se le unió la grave lesión de Javi Castellano en la primera jornada. El mediocentro canario era imprescindible. No es que no hubiera otro tan bueno, sino que directamente no había otro mediocentro específico. Y menos uno que, pareciendo alemán, ayudase a compensar todos los desequilibrios que sufría el equipo una vez perdía el balón. Sin su particular bombero, Paco Herrera decidió protegerse con una defensa con tres centrales y dos carrileros -los cuales eran más extremos que laterales-, que nunca funcionó.
Wakaso como pivote fue la última y muy fallida prueba de Paco HerreraOcho jornadas duró la confianza en Paco. Tras caer 4-0 en el Coliseum de Getafe con Wakaso de mediocentro y con David Simón siendo despedazado por banda derecha, la directiva canaria decidió prescindir de sus servicios. Las Palmas llevaba cuatro puntos de 24 posibles, pero las dudas no respondían únicamente a la delicada cuestión numérica. El problema venía a ser que el equipo no se había encontrado a sí mismo en ningún momento. No jugaba a nada, en el sentido de que salía al campo y los jugadores no demostraban tener un hilo argumental que ligase sus acciones. Únicamente Jonathan Viera, desde la mediapunta, parecía capaz de romper una monotonía en la que el equipo amarillo siempre salía perdiendo, pues sus errores defensivos eran más frecuentes y graves que los aciertos en ataque. La figura de Sergio Araujo, desasistido y perdido, simbolizaba el peor de los inicios posibles.
2- Un mediocentro llamado Roque Mesa
Y entonces llegó Quique Setién con un planteamiento muy claro: “Cuando yo me senté por primera vez en el Lugo en el banquillo mucha gente me decía que así no se podía jugar en Segunda B. Al fútbol se puede jugar en cualquier categoría. Aquí hay una gran plantilla con grandísimos jugadores, conozco a todos porque me he enfrentado a ellos. […] La idea de juego que voy a proponer es la que he propuesto siempre porque es la que entiendo y la que mejor sé transmitir. También tendremos registros defensivos cuando lo tengamos que tener. La propuesta de fútbol es innegociable, va conmigo y morirá conmigo. En mí está transmitir la idea y luego está en ellos tener la voluntad. Yo les exigiré compromisos y hacer cosas con el balón que puede provocar riesgo pero que a la larga nos dará frutos. Las cosas hay que verlas con perspectiva y a largo plazo, no se puede cambiar porque el resultado del domingo sea malo”.
La figura de Roque Mesa fue clave para SetiénSu llegada venía a significar un cambio de paradigma radical que sólo se iba a poder entender con el tiempo. Setién no había desembarcado en la isla con la intención de construir un sistema que compensase las limitaciones del futbolista canario -y de paso potenciase sus virtudes-, sino todo lo contrario: venía a apostar decididamente por su talento. Únicamente en base a esta premisa se puede entender la evolución que fue tomando su centro del campo en particular y su equipo en general. Quique rompió con el 5-3-2 para jugar con un 4-2-3-1 que llevaba a Viera a la banda izquierda, daba entrada al desaparecido Tana como enganche y situaba a Roque Mesa como segundo pivote al lado de Vicente Gómez. El impacto de esta medida fue inmediato. Las Palmas comenzó a sacar la pelota mejor gracias a la finura de Roque, a tocarla con más seguridad entre todos y a dotarle de un sentido más práctico en ataque. El gol le seguía quedando bastante lejos a la mayoría de sus jugadores, en parte por la nueva posición de Viera, la cual le alejaba del peligro, pero las posesiones de la UD ganaron en calidad, lo que afectó para bien al equilibrio y orden colectivo.
Pero esta no iba a ser la fórmula definitiva. La lesión de Vicente Gómez, que estaba encantando a la Liga BBVA en ese sorprendente papel de Bruno Soriano canario, provocó que Quique Setién tuviera que triplicar una apuesta que ya de por sí parecía descabellada. Sin dudar ni un instante, el cántabro dibujó un 4-1-4-1 en el que Roque Mesa actuaba como único pivote y Tana más Viera hacían de interiores adelantados, pareciendo más mediapuntas que jugadores del corte de Iniesta o Modric. La idea no era ni medio normal. Un equipo recién ascendido que dormía cada noche en zona de descenso comenzó a jugar con seis futbolistas que habían actuado como mediapuntas, extremos o delanteros en los últimos seis meses… básicamente porque así habían jugado toda su vida. Parecía un disparate. Una locura. Pero no lo era. En el fútbol no hay ideas imposibles si estas están bien planteadas, trabajadas y ejecutadas. Y como la de Quique Setién cumplía con todas estas premisas y, además, contaba con el suplemento de casar a la perfección con la identidad de la isla, ésta floreció como un notable equipo.
3- El camino hacia el gol
Una vez se asentó el sistema, la Unión Deportiva Las Palmas tenía que afrontar de cara el problema que amenazaba con echar al traste todo lo anterior: la falta de gol. El «Chino» Araujo seguía sin emitir sensaciones positivas. Ni entraba demasiado en juego, ni mezclaba bien con los mediapuntas ni, sobre todo, tenía ocasiones de peligro. No era tanto fallarlas, como no tenerlas. Esto era lo preocupante: que no fuera una amenaza de cara a puerta. Así que Setién, tras darle la confianza que merecía, y quizás un poquito más, decidió darle la alternativa a un Willian José que, desde el banquillo, había sumado ocasionalmente pero que tampoco parecía poder romperla. Y la rompió. De nuevo, no tanto por los cinco goles que anotó en sus primeras ocho titularidades -que fueron claves, evidentemente-, como por la sensación de constante peligro que transmitía. Su aportación de cara a puerta, con rupturas inteligentes y disparos muy peligrosos, ya eran un aporte suficiente como para entender su titularidad, pero es que además también comenzó a sumar un juego de espaldas que potenció todavía más la idea colectiva. Ganando los apoyos a sus marcadores, tanto con el balón por bajo como por alto, en las pocas veces que Las Palmas buscaba el juego directo, el punta brasileño lograba habilitar y poner de cara a los dos mediapuntas, Tana y Viera, a solo veinte metros de la portería rival. Y como estos futbolistas siempre han estado relacionados directamente con el gol, sea asistiendo o marcando, sus cifras se dispararon considerablemente. En definitiva, con Willian José el equipo de Setién encontró por fin el camino hacia el gol, tanto de forma directa como indirecta. Ya estaba preparado para romper.
4- La explosión de la UD Las Palmas
Los notables partidos vs Barça y Real Madrid consolidaron esta ideaCon la idea explicada, comprendida y asimilada por la plantilla, la cual además ya había encontrado la forma de dañar a los equipos contrarios y no sólo de poder controlarlos, la Unión Deportiva Las Palmas vivió su particular explosión contra el Fútbol Club Barcelona de Leo Messi, Neymar Junior y Luis Suárez. El equipo canario finalmente cayó ante la mayor puntería del actual campeón de Europa, pero demostró que estaban preparados para ¡competir! ante cualquier conjunto. Lo tenían todo: el fútbol, la calidad y, sobre todo, la confianza. Desde el primer día, Quique Setién manifestó una y otra vez lo mucho que creía y confiaba en el futbolista canario. Antes de Las Palmas a su teléfono ya habían llamado muchos equipos, varios de Primera División, pero ninguna propuesta le había convencido tanto como la insular por este preciso motivo: por los jugadores. Es decir, su confianza en Aythami, Roque, Viera o Tana no era una cuestión de necesidad. En absoluto. Simplemente, el cántabro confiaba en su talento como, seguramente, nadie con su capacidad y posición lo había hecho jamás en su carrera.
Además, poco a poco, mientras la idea fundamental crecía y ganaba en certezas -clave aquí, de nuevo, el partido ante un grande como el Real Madrid-, el entramado defensivo del equipo fue mejorando. La entrada al mismo de laterales con un perfil más defensivo, caso de Ignacio Garrido y de David García, unido al sobresaliente rendimiento de Pedro Bigas y al equilibrio colectivo, ayudaron a que la UD Las Palmas ganara matices tácticos. Su idea siempre iba a ser crecer a través del balón en todos los sentidos posibles, pero si no podía o no debía tenerlo tenía que estar preparado para afrontarlo. Y lo estuvo. Se comprobó en El Madrigal o en Anoeta, dos campos en los que Las Palmas ganó 0-1 demostrando ser más que un equipo alegre, bonito y singular. Cosa que también era, por supuesto. Es más, que la aparición de Mauricio Lemos, un central nacido en Uruguay que parece brasileño, fuera tan importante para el equipo de Setién así lo demostraba. El joven zaguero supuso un refuerzo básico en el primer pase amarillo, hasta entonces obra exclusiva de un maravilloso e inteligente Roque Mesa. En base a todo esto, a lo más bonito y a lo más aspero, pero sobre todo a la confianza en la idea, la Unión Deportivo Las Palmas ha conseguido firmar un rush final de Liga difícilmente mejorable: 7 victorias, 1 empate y 2 derrotas en los últimos 10 encuentros para salvarse con tres jornadas aún por disputarse.
Pero, sinceramente, reducir el juego de este equipo al increíble balance numérico y clasificatorio sería perderse una parte gigantesca de lo que significa el fútbol. El resultado es posible que sea la base de todo, pero no es lo único y, en este caso, tampoco es lo más importante. La UD Las Palmas de Quique Setién se ha convertido en una experiencia tan exuberante como su partido ante el Valencia, pero sobre todo en una lección para todo el fútbol español e incluso para la propia isla, que ha recuperado la certeza de que su escuela puede competir contra los mejores. Esa herencia, la de confiar en ese fútbol que se practica en las calles y la playa, en ese fútbol que eleva al virtuoso por encima de cualquier otro perfil, es la mayor victoria que ha conseguido el equipo. Porque quizás así, cuando en el futuro se dude de uno de esos genios que el fútbol canario produce cada poco tiempo, el club tendrá la suficiente convicción como para propiciarle el contexto que Momo no ha podido vivir hasta los 33 años, edad a la que se cruzó con un tipo que le hizo titular ante el Barcelona y le colocó de interior contra el Villarreal.
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Segundo Asalto: ‘La UD Las Palmas, por Quique Setién’.
hola1 25 abril, 2016
El viernes decidi ponerme el partido de las Palmas(no tenia nada mas que hacer) y vaya que si valio la pena. El equipo amarillo sale a divertirse y ganaron con muchisima solvencia al Espanyol. Me gusto muchisimo lo de Momo, que tambien en los otros partidos que he visto de las Palmas(vs Barcelona y Madrid) fue un jugador destacadisimo. Merecida la salvacion de este equipo.