Gary Neville lo recordó todo. Hace siete días, viendo el césped de San Mamés encharcado, a los suyos cubiertos de barro y a Raúl García y Negredo repartiéndose el dominio de los noventa minutos a partir del juego directo y la ventaja aérea, cerró los ojos, respiro profundo y volvió a sentirlo. El griterío de la grada, el balón surcando el cielo y el brazalete que ya no lleva apretándole el brazo izquierdo. Su Valencia venía definiéndose desde la todavía inconexa síntesis de dos mundos: el anglosajón, que iba por fuera, sobre raíles; y el latino, en el centro, tocón y de salida en corto. En Mestalla, para lograr la remontada, el técnico se encomendó sólo al primero, a su esencia inglesa. Y a punto estuvo de alcanzarla. Más a punto que nunca.
Neville cambió el dibujo y matizó la idea: un 4-4-2 muy vertical.
El once mostró la intención de Gary NevillePara evocarla, el técnico valencianista tomó varias decisiones relativas tanto a la elección de piezas, a su colocación sobre el tablero y a la idea de juego por la que se regirían. El más habitual 4-3-3 dejó paso a un 4-4-2 en el que Javi Fuego y Danilo Barbosa, por delante de la defensa, atrincherarían la zona fuerte del juego directo del Athletic y empujarían la presión. Tanto ellos como la pareja de centrales contarían con el refuerzo de Vezo, en esta ocasión lateral derecho, que sin amenaza exterior que defender durante buena parte del encuentro se sumó como tercer central a la batalla por dentro. A ambos lados del mediocampo formaron Rodrigo y André Gomes, muy tendente el portugués a los movimientos interiores para limpiarle el carril a Gayà, y finalmente, arriba, Negredo halló compañía y descargo en Santi Mina, tan móvil e intenso como el ex internacional ya no puede ser.
Pero la intervención de Neville no sólo no terminó aquí, sino que lo realmente interesante y a la postre decisivo para dibujar un partido de clara superioridad ché tuvo que ver con el qué más que con el quién. Si su Valencia había apostado hasta ahora por una salida de balón más o menos controlada, principalmente en corto, con la que conectar el primer pase y el mediocampo, ayer su propuesta resultó mucho más directa, sucediéndose los envíos largos tanto a banda como hacia su pareja de delanteros. Negredo, ante los centrales del Athletic, fue de nuevo su mejor baza en este tipo de acciones. De este modo, además de situar el balón arriba, el Valencia logró esquivar al mediocampo vasco. En ambas direcciones.
El Athletic no pudo acercar el partido a Beñat.
En primer lugar porque el envío por alto esquivaba la interceptación, en segundo porque siendo el pase habitualmente diagonal y no frontal las posibilidades de que San José interviniera disminuían, y en tercero porque, terminada la jugada sobre la línea defensiva bilbaína y con sus centrocampistas girados hacia Herrerín, la respuesta visitante con balón era menos limpia y más esforzada, muy a menudo buscando la superioridad por arriba de Sabin frente a Gayà. Beñat pudo aparecer poco. Hasta la sustitución de Muniain que cambió de lado a Merino, de hecho, el carril derecho del Athletic e izquierdo del Valencia absorbió la mayor parte del juego ya que también los locales sacaron mucho jugo a su lateral. André Gomes despejaba el carril, Gayà ganaba metros y alimentaba de centros una área en la que a la nutrida presencia ché se le sumaron los nervios de Etxeita. Con la entrada de Susaeta en la derecha, el timón cambió de sentido y fue la banda de un sorprendente Vezo la que llevó el peligro. El portugués produjo arriba y cerró atrás, ordenado por Mustafi e individualmente desatado.
Sin juego, la baza de Valverde era el área. No la de Etxeita sino la de García y Aduriz, y para llegar hasta ella ideó una doble sustitución a partir de la cual cerrar con tres centrales liberando así tanto a Lekue como a De Marcos, que a modo de carrileros surtirían de balones la zona de Aderlan Santos. Pero antes de que los cambios del «Txingurri» tuvieran efecto, sin haber intervenido todavía ninguno de los dos hombres de refresco, el esférico le cayó a Raúl García que de espuela se lo dejó a Aduriz para que el guipuzcoano se resarciera de las ocasiones marradas de la ida con el gol que le daba el pase al Athletic. Justo en el día más Neville del Valencia.
@Aldagrim 18 marzo, 2016
El taconazo de Raúl García es una maravilla, detallazo.
Aunque el Valencia defendía con un 4-4-2 en defensa posicional en ataque parecía más un 4-3-3 con Danilo i André Gomes de interiores, ya que Rodrigo parecía actuar una línia por delante del resto en ataque. Sobre el plan general bien es cierto que el Valencia acabo buscando el juego directo, pero es que la presión del athletic en la salida del balón era demasiado y los robos de los de Bilbao traían peligro.