El Valencia actual es para valientes. Tal es su situación anímica que ni siquiera un buen trabajo garantiza resultado alguno. Las lesiones de Alcácer y Enzo Pérez justo cuando las cosas parecían aclararse un poco, y justo a las puertas del partido más ilusionante de la temporada, no hacen sino confirmar el fatalismo de sus circunstancias. Todo sale mal donde, durante un tiempo, pocas cosas se hicieron bien. Para salir de agujeros así, un perfil de jugador muy apropiado es al que responde Denis Cheryshev. Si está en buen tono, dará sin pedir nada a cambio.
El Valencia es un ente huidizoDespojado de la energía plus que Enzo Pérez había inyectado en el centro del campo ché, el Valencia es un equipo en el que casi nadie quiere la pelota porque tenerla es un marrón. No existe un orden táctico racional, no se trazan desmarques interesantes y, por tanto, el dueño del balón carece de opciones positivas a elegir, y como la cámara enfoca a quien lo lleva, es él quien parece el más malo de los malos. De ahí que el acto reflejo de los futbolistas normales, en contextos de este tipo, sea dejar de ofrecerse, fomentando el efecto de la pescadilla que se muerde la cola.
El Valencia necesita acción, y Cheryshev garantiza el intento.
La cualidad número uno de Cheryshev reside en su hiperactividad sin miedo al fallo. Se trata de un extremo sumamente presente que pide la pelota sin cesar e intenta en cada posesión marcar la diferencia. Hay que decir que su porcentaje de éxito es bajo, de ahí que su club de origen no haya apostado por él, pero persiste tanto y tanto que acaba sumando cifras. En 18 partidos como titular en su año de debut real en Primera, produjo 13 goles. Con otra particularidad, en el deporte que nos ocupa, es mucho más interesante que un atacante falle a que no haga nada. La participación masiva de Cheryshev deposita el juego más cerca del arco ajeno que del suyo, y como intenta cosas distintas, provoca acciones distintas en sus compañeros y en sus oponentes, y crece la sensación de peligro a favor. Con el ruso no cabe el mutismo.
Cuando no queda nada, queda el físico, y Cheryshev lo expone.
Para más inri, la cualidad número dos de Denis consiste en un impacto físico espectacular. Se pasa los 90 minutos corriendo por todo el largo del campo (todo, literalmente) y, a menudo, incluso a máxima velocidad. Su esfuerzo ata cabos desperdigados en defensa y permite montar contraataques con cierta facilidad, porque no hay ninguno en el que no llegue hasta donde se marcan los goles ni aunque arranque el sprint desde su línea de fondo. Del mismo modo, en ataque posicional, cuando la jugada se desarrolla por el otro lado, él carga el área con potencia. El ruso es una superioridad numérica de por sí. El Villarreal 2014/15 se cayó sin Bruno, pero fue sin Cheryshev cuando se hundió.
A nivel táctico, resulta complicado vaticinar su adaptación por el mero hecho de que no parece que el Valencia tenga asentado un sistema fijo. Además, queda por ver de qué manera podría encajar un extremo poco asociativo y tan vertical como él con laterales del perfil de Gayá o Siquiera, que necesitan que los esperen para incorporarse al ataque. Pero todos estos asuntos son menores en el marco que compete. Para encontrar aciertos en el campo, Gary Neville necesita jugadores que se atrevan a fallar, y en eso, Cheryshev es una referencia en esta Liga. Siempre y cuando la inactividad no le tenga oxidado. Sólo eso podría evitar que él hiciera muchas cosas donde la mayoría no intenta nada.
C. Márquez 3 febrero, 2016
Reflexión acertada de "Choriset" ^_^. Para mí, no aporta un perfil diferente al Valencia. Eso sí, considero que puede tener un impacto emocional positivo, bastante además, en ese maltrecho vestuario.