San Mamés siempre es San Mamés, pero cada cual lo interpreta a su manera. Si puede. Y Busquets puede.
Para él, visitar La Catedral es como grabar una película en la que hace de protagonista; un film de acción clásico tipo Bond de Connery donde cada situación de riesgo coincide con la función de sus gadjets y en el que, aunque viste de seda y le persiguen esbirros feos, es el tipo más duro del lugar. Para representarlo, desaparece y surge. Esa es la idea.
Busquets sólo choca cuando quiere. Y sólo quiere cuando gana.
Busquets jugó a nivel máximoEl Athletic suele basar sus localías en una presión asfixiante, y Busquets se hace el espejismo: saluda aquí, pero está acá, y escapa. Así desactiva las embestidas y se gana el derecho a, por lo menos, evitar que Valverde fije a voluntad el ritmo de partido. Pero como anular por completo a los leones es casi imposible, también se le exige en su versión defensiva. Más que defensiva, en la física. San Mamés evoca vientos de disputa que, visualmente, favorecen a los suyos, porque miden y pesan más, promedialmente hablando. Ocurre que en el fútbol, por norma, a la vez sólo chocan dos, no los veinte. Y ahí emerge Busquets. En el Athletic, da la impresión de que se van turnando, pero que en el Barça siempre choca él. Y nunca cae. Anoche, como en otras noches, Sergio dominó Bilbao.
Arda fue, exactamente, el del Atlético. Alves le dio lo que le daba Koke (apoyos puntuales) y Rakitic le dio lo que le daba Juanfran (desmarques potentes).
Aunque todas las entregas de Bond siguen un esquema parecido, cada una tiene sus particularidades. En este caso, el guion táctico del encuentro halló como secundario principal, o más bien como leit motiv, a Arda Turan. Luis Enrique planteó el partido como cuando Simeone los basaba en el turco: trató de esconder el balón en los costados para que los minutos transcurrieran sin que pasase nada. Y lo consiguió. Pese a que quedó la impresión de que fue una ida muy movido, el dato reveló que ninguno de los dos equipos tiró ni cinco veces a puerta. Ese fue el éxito del Barcelona: su alineación contaba con hasta cinco centrocampistas natos para calmar la situación y, groso modo, lo hizo.
Busquets y Piqué neutralizaron el 40% de posesión del Athletic.
Pero lo dicho: no siempre tuvo la pelota el visitante. En los primeros compases, mientras duró el 0-0, los vascos supieron forzar varios pelotazos del equipo de Luis Enrique, pero fueron tan estrafalarios sus errores en los dos goles encajados que la moral se les vino abajo hasta el descanso. En el segundo periodo, sobre todo tras el ingreso de San José donde Beñat (un cambio que, con 0-2, sólo hace un muy buen entrenador), se recuperó la inercia original. Y fue con esta instaurada cuando destacó Piqué, que quizá firmó su mejor actuación de la temporada, y cuando Busquets puso su pecho entre los suyos y las balas. El Athletic y el Barça conocen la cultura de la Copa. Y ayer la dignificaron.
Mark 21 enero, 2016
A lo tonto lo de Luis Enrique en las eliminatorias empieza a tener tela marinera. Que crack.