La clasificación para la Champions League 2016 del Valencia de Nuno Espirito Santo fue la gran culminación a una temporada muy positiva que, además, seguramente vivió sus mejores momentos ante tres de los cuatro últimos finalistas de dicha competición. Éste hecho, amen de la idea de juego y la competitividad que había sabido transmitir el técnico luso, podía hacer pensar que, por fin, tras varias decepciones, ésta sí podía ser una buena Champions para el Valencia. Pero al igual que ha sucedido con el Sevilla de Unai Emery, aunque con muchas diferencias en forma y fondo, el conjunto che se despide del torneo con la sensación de haber sido incapaz de parecerse al equipo que era hace tan sólo unos meses.
Sólo en Lyon se reconoció al equipo de NunoEn la visita del Zenit no se atisbó nada de ese Valencia 14/15 que en un abrir y cerrar de ojos se había puesto 3-0 ante un Atlético de Madrid superado en intensidad y agresividad, con lo que ello conlleva. En Gante tampoco se vio a ese equipo que fue capaz de remontar al Real Madrid de Carlo Ancelotti, que hasta entonces parecía y era intratable. Y en San Petersburgo, qué decir. Ni un sólo detalle podía insinuar que ese mismo equipo, con los mismos jugadores, había completado una actuación formidable en el Camp Nou ante el campeón de Europa. Sólo en Lyon se pudo reconocer mínimamente a ese Valencia sólido, ordenado, intenso y convencido que le había devuelto a la élite del fútbol europeo. Porque ni siquiera ayer, con la motivación renovada y ante un club que no se jugaba nada, el Valencia fue capaz de competir cómo exige la Copa de Europa. Fue el final de una etapa, fue el fin del Valencia de Nuno.
Anoche ante el Lyon cayó por falta de fútbol.
Cierto es que anoche Gary Neville ya estaba sentado en el banquillo y que, de hecho, el equipo dispuso ese 4-1-4-1 con Dani Parejo de mediocentro que parece ser la clave de su plan de contingencia, pero el desarrollo del encuentro escenificó que el Valencia todavía debía cerrar un ciclo. Fue hasta simbólico. Como en los mejores días del nunismo, el conjunto che salió motivado y voluntarioso a buscar muy arriba al Olympique de Lyon de Hubert Fournier. Sin embargo, esta vez lo hizo sin red. Sin fútbol. Sin sistema. A poco que el Lyon levantaba la cabeza, encontraba a un hombre libre. Sobre todo a ambos laterales, los cuales se beneficiaban de que Santi Mina y Rodrigo de Paul saltasen demasiado rápido a la presión contra uno de los centrales. De esta manera, el Lyon salía. Y cuando salía, aparecieron los dos grandes nombres del encuentro.
Grenier siempre estuvo solo y así dominó todoClément Grenier y Maxwell Cornet, los dos extremos del asimétrico 4-1-4-1 francés, brillaron de forma constante y, a su vez, muy diferente. Mientras Grenier siempre abandonaba la banda, aparecía en zonas interiores y forzaba la superioridad numérica hasta marear a un Danilo superado, Cornet ensanchaba y alargaba el campo a base de pura calidad sin cortar. Conducía, encaraba y desbordaba. Y así llegó un 0-1 en el que también quedó de manifiesto que al Valencia le falta talento defensivo individual para compensar la falta total de automatismos colectivos. De esta manera, con el Lyon eludiendo la presión sin problemas, siendo superiores en el centro del campo y acabando la mayoría de las jugadas, el Valencia se quedó también sin forma de atacar. Sus posesiones comenzaban muy atrás, la lesión de Enzo Pérez alejó del primer pase a Parejo y, salvo algunos detalles de Rodrigo de Paul y las apariciones por derecha de Cancelo, el equipo che mostró una falta total de ideas. Ni siquiera el estallido de Mestalla con el 1-1 del Zenit activó a los suyos, que parecían condenados a un 0-2 que sólo tardó en llegar por la cabezonería de Domènech.
La etapa de Nuno se cierra sin el pase a octavos.
El encuentro, en general, vino a demostrar lo tocado que está el Valencia en el plano futbolístico. Un cambio de entrenador siempre agita y reactiva a un vestuario herido, pero el trabajo de pizarra jamás es automático. Y menos cuando, al contrario que el día del Barcelona, a un equipo vacío le toca controlar, dominar y ganar a un rival sin nada que perder. La Champions 2016 nació y murió en el Valencia de Nuno. Aún era demasiado pronto para Gary Neville.
Minue 10 diciembre, 2015
Lo voy a resumir en una línea: sin André Gomes este Valencia es plano y previsible hasta el aburrimiento. A ver qué inventa Gary