Paraguay es un equipo muy definido donde cada jugador conoce su función y puede desarrollarla. Nunca se confunde, en parte porque su estilo de juego carece de ambición lúdica, es muy simple. Ese mismo precio, carecer de ambición lúdica, ha sido pagado por el entrenador Dunga en esta su segunda Brasil, pero en su caso no ha habido compensación. Brasil no es simple. Brasil es nada.
A esta Brasil le falta talentoEl trabajo de Dunga, a diferencia del comprendido entre 2007 y 2010, no ha funcionado. No ha logrado provocar ninguna sinergia de juego positiva, ni en defensa ni en ataque. Dicho lo cual, aún más que eso se ha sentido la alarmante falta de talento de la Selección. Sobre todo, en los puestos ofensivos, con Willian, Coutinho y Firmino, y luego Tardelli. A título individual, han sido el techo más bajo de la pentacampeona del mundo.
Paraguay no sufrió prácticamente nada en labores defensivas.
El primer tiempo mostró un contraste traumático. Para crear algo, para sumar algo, Willian, Coutinho y Firmino se veían forzados a realizar jugadas extraordinarias, técnica y físicamente. Y alguna hicieron, porque poseen calidad, por eso los ficha la Premier. Pero el fútbol no va de eso. Se llama «fútbol», no «jugadas». Willian, Coutinho y Firmino eran incapaces de crear ventajas con un desmarque apropiado, un pase natural o cualquier acción aparentemente intrascendente de las que hay 200 por partido y que por lo tanto son las que, en realidad, conforman el juego en sí, al ser las más presentes. Y a su lado, Robinho, con un tronco desfigurado y pecho de palomo -o sea, pasado de peso-, sí iba goteando perlas de lo que es el verdadero talento de Brasil, siendo el 1-0 la mejor de las muestras: una suave recepción entre líneas, una pausa para dar tiempo al lateral, una apertura y un desmarque hacia al área. Naturalidad, capacidad para fundirse con el partido. No hubo una sola acción buena en el ataque de Brasil que no fuera originada por un acto sencillo de Robinho. Nadie más sabía. Y Robinho, tras cada acto sencillo, descansaba entre 5 y 10 minutos porque carece de forma física para practicar este deporte. Así pues, Brasil era un atasco desagradable que inspiraba la esperanza guaraní.
Thiago Silva volvió a cometer un penalti de los suyos.
Paraguay con balón contó con cuatro recursos que serán ordenados, según su uso, de mayor a menor. El primero, el pelotazo a la olla, ya fuera frontal o lateral. Valdez y Santa Cruz luchaban por cada uno, con tesón, esperanzados en que Thiago Silva cometiera de nuevo alguno de sus fallos raros. Era una gran idea. Desde que Blanc descubriera en París la fragilidad mental del susodicho, ir a buscarle las cosquillas pasó a ser uno de los trucos más rentables del fútbol. Y así llegó el empate, tras un lance sin ningún peligro donde Thiago cometió penalti.
Benítez rompió a Dani AlvesAparte, la otra gran constante fue Édgar Benítez encarando a Dani Alves. El duelo era estrictamente individual, pues el culé no recibía ayudas de nadie, y lo cierto fue que Benítez lo destrozó. Suerte para Brasil que el paraguayo no es tan preciso soltando el balón como conduciéndolo. Lo suelta mejor Derlis, que ofendía por el otro costado, si bien con menos ahínco, aunque Filipe tampoco mostraba solidez. Y por último emergió Óscar Romero, desde el banquillo, para dejar su sello. También contra Alves.
La selección de Ramón Díaz se comportó como un equipo con plan y con credenciales suficientes para llevarlo a cabo. Debió vencer en los 90 minutos. Al final lo hizo en los penaltis, como Argentina, su próximo adversario. En cuanto a Brasil, es imposible elucubrar. El tiempo dirá.
iltuliponero 28 junio, 2015
Lo de Thiago Silva. 2010 a 2013 como su pico de juego. A partir de ahí, un central con falta de control emocional. Su cabeza no responde.