El Madrid se presentó en el Manzanares seguro de sí mismo y con ganas de jugar. Y en fútbol, a esta hora, eso son palabras mayores. Menudo equipazo. El Atlético, que se viste por los pies, sin duda sabía quién era el Real; ningún logro le alejará nunca del recato, ni siquiera un 4-0 carnal y de carácter histórico. Pero aun y así, la puesta en escena blanca le abrumó. Durante el primer tiempo, no dio pie con bola. Por eso tuvo tanto mérito su segunda mitad. Supo revivir.
Ramos y Kroos, reyes del patioEl inicio quedó marcado por la apuntada ilusión merengue y por la jerarquía de Ramos y Kroos. Rindieron como reyes, como lo que son. Llegaron a casa del subcampeón y se erigieron en motores de un plan táctico dominante pero arriesgado basado en una salida de tres que no fue exactamente canónica. El principio de una salida de tres radica en que los laterales suben y los interiores se abren, así empujan al contrario y dan espacio a sus centrales y pivote, y eso, en efecto, sucedió. Pero Kroos no bajó siempre. A menudo fue Ramos quien subió. Homenajearon el sistema de los dos Puentes con un radicalismo que viniendo de un 4-0 puso la piel de gallina. No al madridismo, que lo que quería era goles; sino al futbolero, que buscaba juego puro. Fue maravilloso. Destrozaron al Atleti. Pusieron la pelota arriba constantemente con toques de belleza. Y con la mente preclara. Mario y Siqueira los sufrieron sin medicación.
Modric y Ronaldo obligaron al Madrid a jugar entre líneas -y bien-.
El Madrid salía por la izquierda pero atacaba por la derecha. Modric era el nexo -sin balón ya es Luka; con balón le falta un mes- y Carvajal el acicate, mientras que la pieza más ruidosa, el extremo derecho, iba rotando. Como Cristiano está bien y se mueve, Bale y Benzema se menean a sus órdenes. Cualquier miembro de la BBC ejerció de ala diestra en no menos de cinco jugadas. Y como Siqueira y Mario no derrochan talento y dejaban líneas sueltas, Modric hacía y deshacía para que el ataque del Real no fuera solo externo, sino mezclado. Él era el punto de apoyo para Dani y el extremo, y quien filtraba la pelota al medio, bien a James -algún día, en algún lugar, ganará una Copa de Europa- bien a cualquier atacante, dada la extrema movilidad. Mientras tanto, el Real se demostró una cosa a sí mismo: en efecto, crearle ocasiones al Atleti con pases interiores es muy difícil, pero resulta que si lo intenta, y si lo va salteando con otras propuestas, los del Cholo pierden costumbres, se alteran un poco y pueden fallar. La variedad provoca efectos directos, sirva de ejemplo lo del tacón de Benzema, pero sobre todo, genera problemas indirectos a su rocoso rival. Este Atlético no es el equipo que fue. No puede serlo sin Gabi ni Filipe Luis. Padece flaquezas. Se acaba desquebrajando. No mucho, pero sí algo.
A pesar de lo expuesto, al descanso se llegó 0-0. El principal motivo residió en Oblak, un portero diferencial al que le costó adaptarse a la Liga porque se trata de una persona y al cambiar de país estas cosas pasan. Seis paradas, algunas de enorme valía, protegieron el marco local. También ayudó Benzema. En cuanto al juego medio, lo suyo fue exhibirse, le flipa eso de compensar a Ronaldo y gozó apareciendo por cualquier lado, pero con el balón en los pies… recordó al gato de Mou.
El Atleti cedió metros y ganó competitividad en el segundo tiempo.
El Atleti sacó fuerzas de donde los ganadores y cambió de estrategia en la segunda mitad. Recrear la Zona Fantasma era absolutamente imposible, Ramos y Kroos no lo iban a permitir, así que se resignaron y se metieron más atrás. El Madrid seguía llegando a las zonas que quería, pero ya no era lo mismo. La novedad golpeó su autoestima. Sí, ahí estaba, pero no se lo había ganado. El Real alcanzaba esos sitios, vale, pero sin haber logrado justo antes ninguna cosa semi-sexual. Y dicho asunto restó en su inspiración. Y a la inversa: el Atleti defendía a la misma altura, pero no era un fracaso porque quería y santa pascua.
James y Modric perdieron bolaAdemás, al Madrid le ocurrió lo que (le) ocurre en estos casos; cuando juegas muy bien y no cuelas el gol, o te entrena Guardiola o empiezas a dudar. El pase atrás desapareció. Ni Carvajal, ni Marcelo ni la BBC miraban a James o Modric, lo cual a su vez anulaba el retorno hacia Ramos y Kroos. La posesión merengue se empobreció hasta, paulatinamente, rozar la vulgaridad. Hay que reconocer que no merecieron ni el 2-1 de Suárez ni las seis paradas de Oblak, pero incluso admitiendo la improbabilidad de lo sucedido, debe anotarse su poca resistencia. Simeone observó, esperó y cuando detectó el bajón final, ay, metió a Raúl García. ¡Atleti!
El último cuarto hora fue abrupto y completamente colchonero.
El avatar de Diego Pablo, el Guerrero nº 8, culminó lo que Mandzukic había prendido con menos astucia. El encuentro se transformó en una auténtica batalla interrumpida, y de contacto, en la que el Atleti fue ganando terreno hasta cercar a Casillas. Antes, recibió un obsequio de Ancelotti, el Isco por Benzema. No por el cambio en sí, sino porque el Real mutó y usó un esquema que casi nunca emplea: el 4-4-2. O sea, James no hizo de extremo derecho, como en aquellas exhibiciones de otoño, sino de volante de verdad. Qué futbolín más aplastable. Y a ello salió Torres, que apenas marca goles pero tiene un don excepcional: juega de cine ante los mejores equipos del mundo. ¿Cuántos «9s» igualan eso? Por supuesto que el míster preferiría el de su Falcao, el de marcar en cada gran cita, pero dentro de lo que cabe, Fernando no ofrece poco. Cuando tumbó a Ramos, todos pensamos en Anfield. Y es que tan vivo Madrid nunca caminará solo. Siempre estará Simeone.
@sgomezabente 15 abril, 2015
Excelente artículo Abel, de acuerdo en todo.
Creo que hoy quizá se ha echado en falta a la BBC, no? Vamos, que Oblak para 'todo' pero, cuál era la necesidad de Benzema de pasarla de tacón en esa jugada? Creo que si giraba se encontraba con todo el Oblak que quiera e incluso podía pasársela a Bale..
A lo que voy, un día productivo (que no inspirado) de la BBC, daba creo para al menos un golito en el 1T