Fue un partido positivo para el Real Madrid. Por resultado y por sensaciones. Al vigente campeón le tocaba la nunca apacible tarea de salir de casa y viajar por Europa justo en su peor momento de los últimos 10 meses, y lo haría para visitar al Schalke 04, un equipo sin duda modesto pero que venía de ofrecer una buena imagen defensiva contra el Bayern Múnich apenas nueve días atrás y que, con certeza, no es inferior al Córdoba de Djukic o el Deportivo de Víctor Fernández, colectivos ante los que recientemente el Madrid se había mostrado sin dirección. Ayer la recuperó. No deslumbró como en el 1-6 del año pasado, pero en cada tramo del encuentro supo qué tocaba hacer y la mayoría de sus jugadores acometió su función con confianza. Algunos, como Pepe, Carvajal, Kroos, Isco y Cristiano, con confianza y notable acierto. Pudo ser el principio de su reconstitución.
Kroos no fue presionado, y eso garantiza coherencia en el Real.
El Schalke, con su nítido 5-3-2Lo primero a reseñar fue que Di Matteo le facilitó las cosas. Además, no le quedaba otra que hacerlo. Hasta su llegada al banquillo del Veltins-Arena, el Schalke 04 había sido un caos doloroso, y él, acumulando muchos jugadores por detrás de la pelota, le ha dado una identidad y otro aire al grupo. Ha mejorado su juego, puede decirse. Y obviamente mantuvo ese estilo. Sin encerrarse en su área pequeña, posando la línea de cinco defensas más o menos sobre su media luna, la idea era plantar entre nueve y siete jugadores de campo siempre entre el Madrid y la portería, y sin voluntad de presión. Con actitud contemplativa. Ocurre que para meterle mano al Madrid parece necesario, o como mínimo muy recomendable, morder a Toni Kroos. Ahí suele situarse el foco conflictivo del Real en sus peores noches, y justo lo contrario sucede si no se le encima. La brújula es un jugador de alto nivel y regularidad máxima, y si no se le mete el dedo en la llaga -su lentitud gestual y la irregular ayuda que le presta su equipo-, si se le da aire, es una máquina de facilitar fútbol. Con Kroos jugando solo, el fútbol merengue puede ser brillante, bueno o correcto, nunca menos de eso, porque el sentido está asegurado. Esta vez se quedó en un muy correcto muy seguro de sí mismo que resultó más que suficiente para dominar cada ámbito de la contienda. Quizás con un medio distinto a Boateng en el triángulo del 5-3-2 alemán y el propio Kevin Prince de segunda punta trabajando sobre Toni, el Schalke 04 hubiera tenido más capacidad competitiva. Es dificilísimo que el Madrid no domine un encuentro si su cerebro oficial reposa cómodo. Y claramente, anoche ése fue el caso.
Los balones largos del Madrid, esta vez, sí tenían un sentido.
Aunque la actuación más espectacular del choque, y seguramente de lo que va de Octavos, fuese la de Isco, en materia análisis hubo dos puntos más interesante: los balones largos del Real y la aportación de Cristiano. Lo primero fue clave. La salida de balón del Madrid venía aparentando una lentitud de las que condicionan todo lo que llega después; su ritmo era demasiado bajo y luego le impedía acelerar con ciertas garantías en el campo del rival. Ante el Schalke, sin embargo, tenía la intención clarísima de que eso no sucediese. Si el progreso raso no era automático, si no fluía con facilidad, Marcelo, Carvajal o Pepe, desde posiciones abiertas, metían un balón largo a la espalda de los centrales pero lejos del alcance de Wellenreuther (el novatísimo portero) que rara vez conectaba con la BBC, que solía ser despejado, pero que luego caía en pies blancos. La intensidad de Carvajal, Lucas, Kroos e Isco era alta, porque esos pases estaban pre-ordenados y con ese sentido, y dominaron los rechazos. Fue una manera de eludir el letargo y garantizar la acción constante. Evitó la imagen, presente desde Córdoba, de que le faltaba conocer cuál era el siguiente paso. El único que debilitó este recurso fue Marcelo, carente de la tensión de sus socios, y por él, por su falta de agresividad, llegaron las escasas salidas gestadas por los alemanes, bien resueltas por Varane y Pepe.
En cuanto a Cristiano, fue él; entendiendo por tal cosa esa generosa mente ofensiva que transcurre por los partidos leyendo el juego de su equipo, detectando su debilidad y proponiendo una solución. Con Isco casi siempre junto a Marcelo y Bale casi siempre junto a Carvajal, faltaba una línea de pase por dentro que Ronaldo dibujó con frecuencia y calidad, luciendo un ritmo en sus desmarques bastante enérgico. Si Isco y Bale no hacen el puente y, pese a ello, Ancelotti no modifica su sistema, un gran Ronaldo servirá de tregua hasta el regreso de Modric y James. Y ayer no se le vio grande, pero se le vio bien. Las mejores circulaciones del Madrid, que no fueron pocas, tuvieron por origen sus desmarques entre líneas. Ayudado por la candidez del Schalke, no cabe duda, pero también ésta ayudaba a los demás y ningún otro tomó esa iniciativa. Básicamente porque, en el hoy rey, nadie tiene su fútbol.
javimgol 19 febrero, 2015
El partido fue lo que esperábamos, la verdad. Un Schalke muy lejos de Casillas muy ordenado, sin presionar arriba, un Madrid que recuperaría sensaciones ante un rival que le vendría bien por estilo y un partido bueno pero no sobresaliente del Madrid, pues pasar del mal juego a la exhibición en 90 minutos parece imposible.
Carvajal volvió a jugar muy bien en Alemania, Pepe le da otro aire a la defensa, Cristiano parece que vuelve a recuperar sensaciones e Isco es sencillamente una maravilla para el espectador. Y por parte del Schalke, su portero joven me dio bastantes buenas sensaciones.