Han pasado 13 años desde que un mediocentro sudamericano viniese, viese y venciese en un club de primer orden europeo. ¡13! Fue Gilberto Silva, que fichó por el Arsenal tras ganar el Mundial de Japón y se convirtió ipso facto en una pieza clave para Los Invencibles de Wenger. Desde entonces, pocos han sido los medios defensivos nacidos en el nuevo continente que han dejado huella en la Champions League (Emerson, Cambiasso, Mascherano, Arturo Vidal, Luiz Gustavo), y todos sin excepción hicieron escala en un modesto, o en un filial, antes de sumarse a la disciplina de un aspirante. A ellos les sirvió para adaptarse a un nuevo estilo de vida y de fútbol, y a quienes luego los acogieron, para constatar que esa adaptación sí era posible.
Adaptarse bien a Europa, difícilAquí hay más dinero que allí, y como en tradición se da un empate, quien tiene la pasta gana. El fútbol europeo es más competitivo. Por lo tanto, se necesita más calidad para triunfar en él. Admitido esto, el nivel no es la única diferencia. Tácticamente el juego es distinto, y ello conlleva dos cosas: que los fenómenos -que encima por lo general son jóvenes- necesiten tiempo para aprender a usar su talento contra problemas que nunca han enfrentado (le ha pasado hasta al excepcional Neymar), y que sea complicado medir el potencial de los que no son tan buenos. Y si estas reglas pueden aplicarse a todas las posiciones, ambas se acentúan en el centro del campo. En el medio residen los cambios más profundos. Ejemplo: este texto presentará al hoy box-to-box Lucas Silva. ¿Cómo hablar con propiedad de su calidad sacando el balón desde atrás si no le presionan apenas, si está solo hasta cuando cruza la divisoria? En esta web no tenemos el conocimiento requerido para adivinar qué tipo de carrera hará el goiano en un club tan exigente como el Real Madrid. No lo intentaremos. Citaremos sus características. Sin ponerles notas.
Por encima de todo, Lucas Silva es un futbolista inteligente.
Silva ha triunfado en su país formando parte del Cruzeiro de Marcelo Oliveira, tildado como el equipo más europeo de América latina. El apelativo no está mal puesto. Sin emular ni por asomo, ni por asomo, las presiones típicas de Roger Schmidt o Jürgen Klopp, su sistema defensivo (4-4-2) se posiciona bastante arriba, a veces con los dos mediocentros en campo contrario, y si bien sus piezas no se muestran agresivas, si bien no muerden para robar, sí se las apañan para forzar errores y así empezar sus contras ya en zona de peligro. Es decir, la ocupación del terreno es buenísima, consigue recortarle el campo a su rival sin dejar espacios a la espalda de sus líneas, y Lucas Silva, de pivote derecho, era clave en esto. Sabe dónde ponerse y suma muchas recuperaciones fáciles, de las de «me la llevo porque pasaba por aquí», producto de que su colocación deja al otro sin alternativas y éste, agobiado, se la regala. O sea, se trata de una pieza que suma mucho sin balón gracias a su calidad táctica. Físicamente, aunque se le advierte un potencial curioso, su impacto no es grande. Casi nunca salta, no acostumbra a ir al suelo y rara vez usa su fuerza para chocar y robar. Cuando lo hace suele tener éxito, pero lo hace muy poco. De hecho, da la sensación de ser un jugador pasivo. Aunque se pasa el partido corriendo, parece que no esprinta nunca, impresión potenciada a causa de su lentitud. En cualquier caso, pese a no ser rápido, en Brasil podría haber tenido un impacto físico que no ha existido, ya sea porque el chico es paradito de por sí o porque su entrenador priorizaba tanto el orden que lo ataba.
En principio, Lucas no solventa el déficit de robo del Madrid.
Cotejando lo expuesto con lo que es el Madrid en defensa, surgen luces y sombras. De un lado, sus estilos coinciden al 100%. Sin balón, el Madrid destaca por estar muy bien trabajado, por saber juntar sus líneas y ser un equipo muy difícil de girar. Silva cuando juegue no hará sino fortificar el armazón, aportar aún más consistencia. A su vez, el campeón de Europa tiene por defecto no ser capaz de robar un balón. Fuerza errores con su notable posicionamiento cuando el adversario necesita ir hacia delante, pero si éste no tiene esa necesidad, si lo que pretende es perder tiempo pasándose la pelota, lo del Real es pura impotencia, porque ninguno de sus centrocampistas posee verdadera capacidad de robo. A tenor de lo visto en el Cruzeiro, Lucas Silva no se postula como una solución para este problema, pero insistimos: su físico podría permitírselo. No está limitado de nacimiento como sucede con Kroos. Quizás cruzar el charco cambie su chip y se vuelva más intenso. Si esto ocurre, será clave que a cambio no sacrifique lo que ya tiene. Él es coco, mente. Su fuerza puede ser un plus, y le vendría fenomenal que así resultase, pero lo que le lleva a tener posibilidades de ser alguien en el futuro de todo un Madrid es su cerebro, el tomar casi siempre la decisión correcta, saber descifrar el juego. Saber de fútbol. Si pierde eso, sus extras no le van a salvar del cruel Bernabéu.
Con balón, Lucas es un centrocampista ordenadísimo y aseado.
Con balón es igual, en el sentido de que su mayor aval es la toma de decisiones. Al menos en Brasil, donde dispone de todo el tiempo y el espacio que quiera para maniobrar, Lucas Silva mejora la calidad de la jugada cada vez que participa. Domina el ABC y actúa en virtud del mismo, busca desahogar, no fuerza nada, elige sin fallo el lado más limpio y, para lo que es el fútbol sudamericano, lo hace a muy buen ritmo, incluso al primer toque con cierta frecuencia. No estamos ante un torbellino, pero tampoco ante un futbolista que sobe la pelota de más o que necesite acomodársela con excesivos toques para estar seguro. Por continuar, se apunta que a pesar de que su chut de media y larga distancia es TOP -sin duda su gesto más espectacular-, no es un jugador que marque diferencias visibles en ataque. Su cambio de orientación es notable -le sobra altura y le falta tensión para ser sobresaliente-, y en las pocas veces que le enciman parece que sabe proteger bien el balón, pero lo suyo viene a ser suavizar y sumar pequeños pluses con pequeñas buenas decisiones. En este sentido, el Real no necesita más. De hecho, ningún otro necesita menos. Isco, Modric, James y Kroos son suyos. Que Silva no sea especialmente creativo, sino solo ordenado, no le afecta para nada. Y tampoco puede infravalorarse la capacidad para facilitar el orden. Muy común no es.
En cuanto a posicionamiento, en el actual 4-3-3 del Real encaja como interior derecho o como mediocentro. A medio plazo le convendría atar su vuelo, fijar su zona por delante de la defensa y consolidarse como pivote. Con certeza, el Madrid aspira a ello.
No parece tener esa raza especial de los pivotes brasileños.
El ritmo le será un problemaExpuestas sus características, de cara a darles uso en el Madrid tendrá que superar dos pruebas. La primera, la del ritmo. En Sudamérica se juega a un ritmo interrumpido incluso cuando el balón está en juego. Usemos una acción propia para patentarlo: un equipo ataca por la derecha, junta adversarios en esa zona y cambia de orientación hacia el extremo izquierdo, que está solo. Pues ese extremo, en vez de aprovechar su ventaja y ser agresivo, suele pararse lo suficiente como para permitirle al rival re-bascular de nuevo y ordenarse otra vez. Por eso los centrocampistas tienden a tomarse descansos durante los partidos. Descansos de concentración. De dos o tres segundos. Igual miran al electrónico que le dicen algo a un compañero que se agachan para ponerse bien la media. El caso es que, por un instante, desconectan. En Europa, quien hace eso está muerto. Y no es fácil cambiar el chip.
Luego está el tema de la personalidad. Lo introdujimos antes. Si él duda y deja de hacer su fútbol, no podrá sobreponerse a la pérdida de su identidad. Su identidad es su aval, el ser un jugador sencillo y poco vistoso pero que se pasa los 90 minutos acertando decisiones variadas, que interpreta cada jugada de un modo distinto porque cada una es diferente, con y sin balón. Si encuentra una acción de seguridad (un pase en concreto, una posición específica, lo que sea) y se escuda en ella para ganar confianza, perecerá, porque perderá lo que puede hacerle jugador del Madrid. Y aunque no se elucubrará sobre su forma de ser, sí puede anotarse que no aparenta pertenecer a esa legendaria estirpe de mediocentros brasileños que parecen hijos de un gobernante militar. No tiene ese aura de los Dunga, Mauro Silva, Gilberto Silva, Emerson, Luiz Gustavo o, por citar a uno al que de momento no le está sirviendo de mucho, Paulinho. A Lucas no se le ve ese carisma, es más discreto, pero quién sabe. Tiene apenas 21 años.
Lucas Silva e Illarramendi, para una plantilla, son la misma cosa.
Recapitulando, estamos ante una promesa que puede jugar tanto de interior derecho como de mediocentro. Su gran particularidad, lo que le hace especial, es ser capaz de sumar decisiones acertadas sin parar tanto en defensa como en ataque, respondiendo de ese modo a un perfil con escasos representantes en la élite europea. Tiene calidad física y técnica para hacer constar la categoría de su mente pero por ahora no parece ir más allá de eso, que no es poco. Se persona, pues, y si se adapta, como una alternativa para rotar y como un revulsivo interesante en encuentros en los que el Madrid vaya ganando y quiera cerrar su medular o bajar el ritmo. Y de mientras, se observará para ver si suena la flauta y con tiempo se convierte en un pivote titular, cosa que es posible aunque no se sabe hasta qué punto probable. En resumen, el Real tiene clarísimo que quiere un Illarramendi. Vislumbra que el original no le ha salido (o no le está saliendo) como esperaba y va a probar con su versión brasileña. Existen diferencias, en favor de Lucas está que su golpeo de balón es superior y que físicamente su potencial es mayor, pero yendo al grueso, el fichaje es prácticamente el mismo. Y se entiende. Consagrar un recurso así, para una medular que ya cuenta con Toni Kroos, Modric, James e Isco, sería un lujazo.
Davor 4 febrero, 2015
Muy bueno Abel.
Me parece muy buena la observación de Illarramendi, y creo que la causa del fichaje también esta en que Khedira está mas fuera que dentro. Con Khedira fuera en verano y previsiblemente también Illarra, el Madrid ficha a Lucas ahora para que se adapte y empiece a rendir al máximo a partir de Agosto, y mientras tanto que vaya cogiendo minutos… supongo que en verano habrá otro fichaje más del medio campo.
Si Lucas tiene un pase largo como dices 'notable', juntadolo con el de Toni Kroos va a dar miedo, especialmente cuando el Madrid vaya ganando y los 'galgos' de arriba tengan terreno para correr…