En Anfield, el Real Madrid acarició la perfección. Su fútbol fue preciso, intenso, equilibrado, deslumbrante y de autor. Brindó una actuación como, a domicilio, pocas se han visto en esta Copa desde que se llama Champions League; un partido cuya calidad superó, con creces, la de cualquier choque disputado por los blancos o cualquiera de sus oponentes en la aún caliente edición de la Décima. Inclusive su visita a Múnich. El Liverpool, que solo cometió el error de alinear a Balotelli, fue quien lo sufrió de frente, y, por tanto, quien mejor calibrará unos 45 minutos que serán estudiados por todos los grandes de Europa con vídeo y pie de rey; con inquietud cultural. Algo ocurrió.
El Real no duda sobre su juegoBrendan Rodgers intentó ganar terreno con una presión física y adelantada. Se ordenó sobre un 4-3-1-2 con Coutinho de enganche y, a excepción de sus centrales, situó su sistema en la mitad de campo blanca. La intensidad era óptima y durante los primeros 10 minutos consiguió que el Madrid no gozase del monopolio del balón, pero el esfuerzo parecía agotador y la seguridad, vaga, porque a Balotelli, Sterling y Coutinho se los saltaban fiablemente. Pese a ser presionado con agresividad e intentar salir siempre en corto, el Madrid no perdió ni un solo balón en primera línea. Como consecuencia, la cantidad de espacio que le tocaba cubrir al triángulo de medios rojos se antojaba excesiva. Y en efecto, así fue.
Kroos-Modric, el sustento creativo y defensivo de la exhibición.
A golpe de calma, carácter y calidad técnica, el campeón desinfló a un Liverpool que solo recibió el oxígeno de un par de regalos de Isco, que aún no acaba de medir bien a partir de qué altura su sobriedad puede dejar paso a su magia. Por eso obtuvó un 9 en lugar de un 10 como Modric y Kroos. El alemán ejerció más de base porque ocupa el perfil izquierdo, donde Marcelo, Isco y Ronaldo hacen sus gamberradas. Se juntaron sobre la cal, a distintas e intercambiables alturas, fueron dibujando triángulos -cada jugador del Madrid fue vértice de un mínimo de dos diferentes- y pareció que ahí podían quedarse hasta cuando quisieran. Fueron un auténtico deleite y muchas veces progresaron sin ayudas. Cuando no tocaba forzar, Kroos, que es el responsable, se les acercaba, cogía el balón y lo cambiaba hacia el lado vacío, bien a Modric o bien a James, que ganaban metros. La actuación conjunta de Toni y Luka fue equiparable a las exhibiciones de Makeléle y Zidane, Pirlo y Seedorf o Xavi e Iniesta. Dominio global y absoluto del juego, encajando cada fase sobre su contigua (ataque posicional-transición defensiva-defensa estática-transición ofensiva) para que todo fluyera con naturalidad. La mejoría del teutón en el último mes se hizo sentir.
Henderson mostró la grieta que implica la libertad de Marcelo.
Como también se presupondrá, la ayuda de un Benzema imperial nunca faltó. Sus idas y venidas, compensadas por James para que todos los escalones estuviesen ocupados, dieron continuidad a lo que ocurría por detrás y confusión a una defensa que bastante tenía con Cristiano, hiperactivo entre líneas y maravilloso en general. Semejante sucesión de retos desbordaba a un Gerrard que, para jugar de pivote, necesita la posesión. Dicho lo cual, su huella quedó impresa y lanzó las pocas contras que hilvanó el Liverpool, normalmente haciendo escala en Henderson. Dentro del excelso nivel colectivo del Real, lo de Marcelo resulta tan, tan raro, es tan atípico, que el sistema no logra taponar su espalda por completo. Ancelotti está jugando con un lateral al que no se le puede acusar de defender mal porque ni siquiera lo está intentando. Directamente no defiende. Y no porque se quede pinchado en zona de extremo, que es algo que sería normal, sino porque igual le pilla de interior que le pilla de mediapunta. Sin él, la fluidez ofensiva no podría alcanzar el punto de anoche, Marcelo fue parte imprescindible de la exhibición, pero suscita un rompecabezas que Ancelotti deberá resolver. Si no, le tocará intervenir a la pareja central. Entre Varane, Pepe y Balotelli apagaron los fuegos prendidos por los enchufados y atinados Henderson, Coutinho y Sterling.
En el segundo periodo, ya con el 0-3, el Real siguió controlando pero corriendo menos. El Clásico está en la mente. El Liverpool-Madrid, en la memoria. Con Anfield en pie reconociendo a Ronaldo. Como a un Dios.
lukas 23 octubre, 2014
A mi me parece que ponen a Marcelo en los dibujos del once pre partido como Lateral izquierdo ahí pero vamos que luego se pasa el partido de carrilero, interior o a veces de media punta. Hubo un momento que se tiró casi 2 minutos en la posición de media punta y daba toda la sensación que no era una locura de las suyas sino algo premeditado porque nadie le decia nada, ni Carlo si quiera salía a corregirle.
Y es que claro genera una cantidad de superioridades que no se espera el rival inauditas. Como dice Abel es raro, raro, raro… seguiremos observando