El Bayern Múnich goleó a la Roma en el Olímpico por 1-7 de un modo inesperado. No solo por el factor sorpresa, que también, sino por recurrir a una manera de afrontar el partido que no suele asociarse a los equipos de Guardiola. Los bávaros estrujaron a Rudi García con un planteamiento ultra minimilista, de ideas más separadas y escuetas que de complejidad concatenada, como si, por una noche, hubieran sido el Chelsea FC, el Borussia Dortmund o el Valencia de Nuno Espirito Santo. Detectaron el defecto ofensivo, luego el defensivo y durante 90 minutos fijaron su mente en ambos dándoles prioridad incluso sobre su propio juego. Un nuevo enfoque. Y aniquiló.
Pep volvió a los tres centralesEl punto de arranque fue el posicionamiento defensivo bávaro. La Roma practica un fútbol de pase corto que depende de que su salida de balón fluya fácil, porque además no dispone de plan alternativo, y lo que hizo Guardiola fue situar entre cinco y seis jugadores a menos de 20 metros del portero De Sanctis en cada inicio de jugada local: Bernat, Götze, Müller, Lewandowski y Robben fijos, y Lahm según entendiera él. El trabajo de Müller -un zorro- y Götze –un hijo de Klopp– sobre la línea de pase Manolas-De Rossi resultó clave. La Roma comenzó a fallar pases, a perder confianza y a ver cómo el Bayern empezaba sus ataques ante solo cinco giallorossi. Pjanic y Nainggolan, los interiores, quedaban eliminados de partida, pues se separaban para crear espacios y abrir triángulos en la salida pero sus compañeros perdían la pelota antes de llegar a ellos. Con los espacios que se generaban como consecuencia de esto, Götze lideraba una serie de paredes y ataques rápidos que permitieron a Lewandowski brillar con luz propia.
Benatia, Boateng, Alaba y Alonso tenían una función apartada.
¿Por qué no cambió Rudi García su hoja de ruta? Visto el desarrollo del encuentro, la respuesta fácil sería «Porque se equivocó», pero si se aíslan los primeros 20 minutos de los 70 siguientes, no cuesta tanto entender su decisión. Cuando la Roma logró activar a Pjanic o Naninggolan a la espalda de Lahm o Götze, encontró un Bayern súper partido que entregaba su esperanza de equilibrio al talento táctico de Alonso, que solía quedarse bastante más atrás junto a sus tres centrales. Guardiola intuía que fiarlo todo a una presión física a toda cancha sería arriesgado, su sistema no es fiable en esta labor, y en lugar de aspirar a la perfección, como propone siempre, se reservó esa «célula de emergencia» formada por Benatia, Boateng, Alaba y Alonso. No había once jugadores haciendo lo mismo. Seis hacían una cosa y cinco otra. Y eso implica desequilibrio. Pero el fútbol rara vez es perfecto, los equipos perfectamente equilibrados son casi como los unicornios y el Bayern hizo valer su mayor calidad para administrar la imperfecta situación que había diseñado. Alonso de esto sabe mucho.
No obstante, la competencia duró poco. Tras el gol de Götze, anotado en el minuto 23, la Roma entró en barrena y encajó cuatro tantos en menos de un cuarto de hora. Un cuarto de hora que, extrañamente con semejante producción, tampoco resultó demasiado fascinante en lo referido al puro juego, no se asistió a un espectáculo de alto ritmo ni nada parecido, aunque por supuesto quedó patente la magnífica calidad individual del campeón de Alemania. Sobre todo la de Robben, que, fijado sobre la banda derecha, disfrutó de un aclarado constante y exprimió a Ashley Cole como él sabe, sin que nadie ayudase al inglés. En líneas generales, inteligente choque del Bayern que abre muchas puertas para el futuro. No requerir la perfección es un aval competitivo.
VRubio 22 octubre, 2014
Al Bayern le bastó la presión alta con defensa adelantada, ocupar el centro del campo cerrando la salida de La Roma para desarbolar al rival. Pero en las acciones defensivas, el equipo local me pareció una banda, pero tal cual… Para mí no compitió, es más creo que más allá de lo comentado (que por otra parte no está nada mal), no fue un partido excelso del Bayern.
Destacar a Robben, me encanta el holandés…