Brasil 2014, la Selección, es ya un concepto para la historia. Formada por algunos futbolistas excepcionales y varios muy buenos, la pentacampeona ha renunciado al juego. El camino ya no es la pizarra. Scolari ha optado por un planteamiento ultraemocional del que, para bien y para mal, es imposible escapar. Te convierte en intocable primero y te condena al sufrimiento después. Ayer los nervios del país anfitrión los exprimió Colombia, que se fue peleando porque James Rodríguez, un gigante, quiso y pudo.
Los brasileños van al límite en el aspecto emocional y psicológico
La primera parte, como decimos, fue íntegramente “Brasil 2014”. Durante 45 minutos no existió un solo ataque posicional por parte de nadie. Vamos, el sueño de Felipao. A forzar el error del rival, Brasil es inabordable, insuperable. Además, durante el cuarto de hora inicial, Colombia ni siquiera pudo hilar pases en su propio campo. Todo era juego directo a ninguna parte. Brasil volvió a encontrar el 1-0 tempranero y de él sacó fuerzas propias de superhombres. Dicho esto, esta vez sí hubo algún detallito a la hora de tener el balón.
Por ejemplo, la sociedad Hulk-Marcelo, que no fue como el Neymar-Marcelo pero dio sus frutos. Se encontraron, se dieron pases y se retroalimentaron. Con Cuadrado poco implicado en tareas defensivas –Pekerman le quería de corredorLa 1ª parte, lo mejor de Brasil en este Mundial para las contras–, el lateral del Real Madrid aprovechó para soltarse. Fue el Marcelo que conocemos. El que no conocemos lo vimos sin la pelota: áspero, competitivo, “rascador”… El madridista tenía claro qué y quién era Cuadrado y dio tratamiento de batalla a su duelo con él. Marcó bien. Más allá de Marcelo, presenciamos las primeras diagonales de Paulinho en este Mundial y varios tiros de enorme peligro de Hulk. Lo cierto es que Brasil arrasaba. Desde atrás llegaban batallones al remate y hasta vimos a David Luiz intentar una de sus cabalgadas heroicas. El plan de Scolari, resumido en el primer acto.
(En esas, con su equipo superadísimo, comenzó a surgir el número 10 de Colombia. Con todo en contra, sin ventajas de ningún tipo, James tiró de regates de cadera y le dijo a Brasil que estaba, que contara con él. Brasil no le hizo caso. Lo iba pagar.)
Con ventajas o sin ellas, James Rodríguez hizo acto de presencia
Tras el descanso llegó el caos local. Brasil quiso ceder metros y replegar pero esa intención, que choca radicalmente con la idea global (comerse al que se tiene delante) ya no es aplicable. No les sale con garantías.Silva y Luiz son determinantes Fernandinho y Paulinho dejaron de coordinarse con la altura de su zaga, amén de evidenciar que ninguno de los dos es mediocentro y guardar la zona es algo que no manejan. Se echaba en falta a Luiz Gustavo. Ahora sí con espacios, James empezó a liarla, recibiendo fácil entre líneas. El caso es que el zurdo del Mónaco la estaba montando pero delante chocaba con un muro formado por dos titanes: David Luiz y Thiago Silva. Genio loco el primero, apagafuegos el segundo, ambos demostraron que están a la altura de la camiseta que visten. Luiz, para colmo, marcó el 2-0 en un chutazo de falta.
Es ahí, a la espera de calma y control por el marcador favorable, cuando más nos damos cuenta que Brasil vive presa de la tensión. Pekerman tiró de Bacca, al que se le vio profundo y móvil en su debut mundialista, pero en el fondo daba igual. La magia de James bastaba para que los brasileños temblaran en cada bola. Así vive Brasil, asustada. Su resistencia, liderada por sus centrales, es encomiable, casi emotiva. Y ya están ni más ni menos que en semifinales de la Copa del Mundo. El horizonte, no obstante, hace presagiar más padeceres. Neymar se cae del torneo y Thiago Silva no podrá marcar a Thomas Müller por sanción. Aquí quedan tilas que tomar.
Mark 5 julio, 2014
Ahora es cuando ese Dante y Henrique por Miranda puede costar caro.