Tras un bienio de luto nacional, la Seleção Brasileira volvería a disputar una competición oficial en 1952. Se trataba del recién formado Campeonato Pan-Americano de Fútbol, primer torneo continental con participantes de ambos hemisferios, lo que le diferenciaba de la Copa América, que entonces era exclusivamente para contendientes sudamericanos. La organización y dirección del equipo le fue encomendada al técnico que había resultado campeón carioca con Fluminense, Zezé Moreira, y se renovó al equipo con valiosos elementos como Nilton Santos (Botafogo), Djalma Santos (Portuguesa), Didí (Fluminense), Pinheiro (Fluminense), Julinho (Portuguesa) o Pinga (Portuguesa).
Más allá de las lógicas dudas sobra la revolución nominal, el nombramiento del nuevo equipo técnico llevaba implícita una polémica al ser Moreira un apologista del marcaje zonal. Alumno del húngaro Dori Krushner [1], quien también sirvió de inspiración para el anterior seleccionador, se había decantado en su carrera por prescindir de la marca al hombre inglesa al considerarla un riesgo inasumible. El Maracanaço podía entenderse como un buen ejemplo de estos problemas derivados del emparejamiento individual.
De hecho, el propio Zizinho -gran astro brasileño en el combinado del 50-, poco antes de morir (2000), relataba que los cuatros últimos encuentros del Mundial de Brasil fueron los primeros de su vida que jugó en WM ortodoxa y justo perdió el primer partido en que el rival no defendió según el estilo Chapman [2]. Brasil empezó el torneo jugando una variante de la WM denominada «La Diagonal» en la que las posiciones de medios e interiores se escalonaban, flexibilizando el juego, pero tras el empate contra los suizos el seleccionador Flávio Costa optó por una WM estricta y se acabó escapando el título.
Brasil afrontaba una época de cambios tácticos tras las derrotas en los mundiales.
Sin embargo, a principios de los 50′ hablar en Brasil en defensa de «la zona» resultaba algo estigmatizador. El adalid de la propuesta era el propio Zezé Moreira quien había alineado en Fluminense una defensa de tres (Píndaro, Pinheiro y Lafaiete) en la que todos marcaban exclusivamente de dicho modo, más dos medios (Vítor y Edson) situados por delante y encargados de iniciar las hostilidades sobre el contrario. El socorro que los centrocampistas brindaban a sus defensas le valió una imputación como defensivo, agravada por los bajos guarismos en anotación del equipo y el cambio de posición de Tele Santana, que del centro del ataque pasó al extremo derecho, pero con un rol de apoyo al medio campo inédito por aquellas fechas.
Así que en cuanto finalizó el segundo partido del torneo panamericano -disputado el 10 de abril de 1952 en Santiago de Chile y contra el Perú- con un insatisfactorio resultado de cero a cero, el seleccionador fue pasto de las críticas y la coincidencia del debut con la celebración de la Semana Santa propició que Moreira fuese retratado como Judas Iscariote por todas las ciudades del país.
Tras una victoria de transición sobre el tímido conjunto panameño (5-0) se alcanzó en el cuarto partido un nuevo episodio de suspense folletinesco: la revancha de la pseudo-final del Mundial anterior al emparejarseEsta vez, Brasil logró superar 4-2 a Uruguay de nuevo contra Uruguay. El conjunto charrúa dispuso una alineación similar en nombres a la de entonces (seis coincidencias) por lo que la victoria brasileña por cuatro goles a dos les supo a bálsamo. Didi dirigía las operaciones en el mediocampo, mientras que la Enciclopedia Santos anulaba al verdugo Ghiggia, casi en un pre-eco del Mundial de 1958. No obstante, el partido también gozó de las tensiones habituales de la época. Patada del delantero centro «Cotorra» Miguez al corajudo medio derecho Ely [3] y respuesta fulminante del mismo. El arbitro se curó en salud y los expulsó a ambos, en contemporáneo a esta acción los veteranos Ademir y Máspoli mediaban para que la reyerta no se extendiese entre el resto de jugadores.
Pese a ser un torneo organizado en formato de liga a una vuelta, el destino volvió a propiciar una final de facto y con condiciones simétricas a las del Mundial de Brasil. El conjunto local, Chile, representante del país organizador del torneo, contaba todos sus partidos por victorias, mientras que el esforzado Perú le había arrancado un empate a los brasileños. Una vez más al equipo de casa le bastaba con empatar para proclamarse campeón, pero Brasil no dio opción esta vez ni al drama ni al debate, venciendo contundentemente por tres goles a cero en lo que supuso el primer campeonato internacional vencido sin ser sede del evento. Sin embargo, la opinión pública presionó a la CBD para que destituyese a Zezé y, en un giro particularmente melodramático decidieron conservar el apellido, sustituyendo exclusivamente el nombre, dando entrada a Aymoré Moreira, hermano del técnico saliente, para el Sudamericano de 1953.
[1] Krushner había importado el tercer defensor enfrentándose a numerosas renuencias. El mediocentro Fausto Dos Santos alias «La Maravilla Negra», una de las starlettes del equipo, se tomaba como un insulto personal las indicaciones de que retrocediese hasta la zona de backs (defensas) aun cuando no se le pidieron funciones de marcador puro
[2] No incluyó el partido de Suiza, formación que se organizaba en «verrou», puesto que él se perdió ese partido por lesión. Zizinho resumió la disposición defensiva uruguaya como un «back» (defensor) de fondo y uno de frente. La misma o parecida estrategia con la que Brasil sumó su primer título internacional. Fue en la Copa América de 1919, vencida con un solitario gol de Friendenreich en la segunda prorroga del partido de desempate, disputado contra… Uruguay.
[3] Ely do Amparo es famoso por una final del Campeonato Pernambucano de 1955, jugada al mejor de tres contra Náutico y acaecida mientras él vestía los colores del Sport. En el segundo encuentro le abrieron la ceja en canal y los rivales insistían en golpearle en el mismo punto para ver si le sacaban del partido y minaban así el animo de los leones de Recife. Contrariando al médico del equipo, Ely siguió jugando ese partido y también disputó el tercero con una faja protectora que se inundaba de sangre cada vez que saltaba y cortaba el balón con la cabeza. Con la camisa empapada de sangre y aun cuando el empate les daba el título se arrojó hacia el ataque tras robar una pelota ofreciendo a Naninho el pase de la victoria.
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@DavidLeonRon 23 mayo, 2014
"El conjunto charrúa dispuso una alineación similar en nombres a la de entonces (seis coincidencias) por lo que la victoria brasileña por cuatro goles a dos les supo a bálsamo"
No sé yo si esto sería tan así… ^^ Imagino a un Brasil jugando con una intensidad muy superior a la de Uruguay.
Pese al paso de los años, esas cosas no cambian. Brasil debió salir con todo el orgullo de su nación. No es de extrañar el juego duro que comentas.