Se la pasaron todo el tiempo. Agarraron la pelota, hicieron ancho el campo pero sin alejarse los unos de los otros y empezaron a combinar con una movilidad, una precisión y un ritmo que abrumaba incluso al televidente. No estábamos preparados; no se había visto tal show hasta ese momento. Habíamos aplaudido defensas estoicas, presiones salvajes, contras poderosas y jugadas a balón parado llenas de inventiva, pero cadenas asociativas de más de diez toques con la sutileza, la seguridad y la gracia del equipo más técnico que se nos ocurra… eso era una novedad que se escapaba de la compresión. Si agregamos al descubrimiento que su lugar era Stamford Bridge y el instante una noche de primavera, justo cuando el sol ya se escondía tras haber escuchado el himno de la Champions tan en directo como tú, apaga y vámonos. El Atlético de Madrid de Diego Pablo Simeone optó por quedarse hasta el minuto 90, disfrutando cada uno como si fuese el último de su carrera, mientras la grada del estadio más áspero del torneo escuchaba «¡Luis Aragonés, Luis Aragonés!» en boca y desde el alma del pueblo más feliz del globo.
Willian, Hazard y Torres empezaron muy bienLlegar con aliento a esa explosión futbolística había reportado dificultades. Podría hacerse de menos a Mourinho, a Londres y al Chelsea, aunque, además de faltar a la rigurosidad más seria, se estaría minimizando sin porqué el descomunal éxito del conjunto colchonero. El primer tiempo no implicó un infierno por la calidad defensiva que atesora el grupo, porque el rival había expuesto todo para que así hubiese resultado. Los blues, ordenados sobre un 4-2-3-1 agresivo, protagonista y consciente de que la experiencia era un valor que le otorgaba cierta ventaja, se agarraron a Willian, Hazard y Torres, mediapunta, extremo y ariete, e intentaron atormentar a Juanfran como si éste les hubiese hecho daño en alguna vida pasada. No es que el lateral alfombrero sea una alfombra roja, pero es el único defensa de Simeone al que la mente puede imaginar cometiendo un error, y como Mourinho es un entrenador de ataques simples y mala leche si de él depende, no dudó en volcar sobre el mismo a sus tres piezas más ofensivas. Las ocasiones caían en goteo o no caían, pero el dominio era de los locales. Hazard representa el arte europeo, Willian la magia de Brasil y Torres el poder de resolución de los «9» que deciden títulos. Pedir más que supervivencia hubiera sido ignorar el sentido de la Copa de Europa. Como hizo Filipe.
Filipe Luis fue la gran resistencia colchonera en los momentos más duros para el Atlético de Madrid.
Filipe Luis se salió del mapa y también de la lógica. De origen, su mera presencia ya había condicionado a un entrenador que quería atacar desde el principio; había propiciado la titularidad de Azpilicueta, un lateral verdaderamente pétreo, como extremo derecho, ya que Mourinho entendía que, si lograba ser profundo, la única salida del Atlético sería a través de quien recoge el sufrimiento polaco, la defensa transalpina y el ataque brasileño. Y de nada sirvió la cautela. Regates, paredes, anticipaciones en campo contrario… una serie de barbaridades técnicas y físicas sin contexto habían oxigenado al ligeramente superado sistema de Simeone por cortesía del número «3» de esta edición de la Champions. Debe apuntarse, no obstante, que el cambio de posición de Koke en el ecuador de la primera mitad –el Cholo lo permutó con Arda para que protegiese al castigado Juanfran Torres- le restó opciones, metros y perspectiva. Por eso perdió algo de continuidad y Godín y Miranda se acularon sobre Courtois más de lo recomendable. Y con ellos, los otros ocho. Afortunadamente, en un pequeño descanso local, Tiago demostró su clase, dio pie a la redención de Juanfran y tras un pase Xavi -> Dani Alves Adrián marcó el 1-1 del cambio. Simeone no necesitaba más para recitar esas palabras que nunca oiremos e inspiraron el nacimiento del Atlético de Madrid que puede ganar la Final de Lisboa. El segundo periodo rojiblanco se compara a cualquier cosa. Es fútbol del increíble.
Koke en el medio dominó el balón y al ChelseaTácticamente, la novedad fue la posición de Koke. O la libertad de Koke, pues sobre todo durante el primer cuarto de hora, en una suerte de 4-2-3-1 no riguroso pero sí espiritual, el canterano madrileño hizo de Riquelme o algo parecido, con Adrián a su derecha, Arda a la izquierda y Mario y Tiago por detrás. O lo que es lo mismo, eran cinco piezas con rol de casi centrocampista con la misión de asumir la posesión (¡!) y poner al fin sobre la mesa la debilidad hasta entonces oculta del Chelsea FC: que no tenía mediocentro. A Koke se le han atisbado multitud de virtudes a lo largo de esta temporada, siendo su calidad posicional y su habilidad para la asistencia las dos más preciadas, pero si somos honestos, hasta ayer no podíamos afirmar con rotundidad que tuviese talento y presencia para comandar tal y como hizo una circulación de balón dominante. El simple hecho de atreverse a intentarlo ya define que el jugador lo lleva dentro, y el éxito de la ejecución confirma una calidad desequilibrante. El Atlético de Madrid giraba al son de Koke, y Mourinho, atónito, se fue del encuentro: Eto´o por Ashley Cole; 4-2-2-2 por 4-2-3-1. El hombre de menos en su centro del campo terminó de realzar a este Atleti sin precedente. Y a degüello, presto e iluminado, Simeone sacó a Adrián, metió a Raúl García y formó un 4-1-4-1 que, en apariencia, no tenía la posibilidad de perder el balón. En la práctica, tampoco. El trabajo de Diego Costa en las rupturas, a propósito, fue oscuro pero decisivo. Siendo el único jugador profundo del once, proveyó a sus compañeros de todo el espacio que requirieron. El juego era perfecto e incontestable.
El Club Atlético de Madrid ha eliminado al AC Milan, a Leo Messi y a José Mourinho. Casi nada.
El Atlético de Madrid convirtió Stamford Bridge en su lugar en el mundo. Lo que en noches como la de ayer es una ratonera maloliente pasó a ser un paraíso que nos llevó a vivir la cuenta atrás incluso con un halo de angustia. Cuando pitase el árbitro, lo mejor habría pasado para siempre. La esperanza fundamentada de la afición más orgullosa del momento es que puede llegar a superarlo. Irá a Lisboa con opciones intactas de triunfo y no precisamente porque le aguarde una bicoca, sino porque no existe razón alguna para temer a nadie. Ha caído el AC Milan, ha caído Leo Messi y ha caído José Mourinho, tres instituciones de la Liga de Campeones. Pep Guardiola valía, pero el desafío de los desafíos es enseñarle la Décima al club de las nueve y luego llevársela al Vicente Calderón. Mientras tanto y hasta entonces, los minutos comprendidos entre las 21:45 y las 22:30 del 30-04-14 se reproducirán en bucle en la mente de cada rojiblanco. Qué mes vamos a vivir. Qué partido está por llegar. Y qué exhibición permanecerá con cierre seguro en la memoria de todos sea cual sea el desenlace de la grandiosa UEFA Champions League del año del Mundial de Brasil.
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MarcGallagher74 1 mayo, 2014
¡Qué equipo! Es un verdadero sueño lo del Atleti. Es la inercia de competir día a día lo que te permite luchar sin desfallecer, porqué el gol de Torres era casi casi una sentencia visto el partido y la eliminatoria, pero el Atleti viene con un estado de ánimo que hace que cosas tan difíciles se conviertan en hechos, les sale todo.
El Chelsea estuvo algo mejor en la primera parte, lo que comentas Abel de que Hazard y Torres aparecieron mucho en ese lado izquierdo y exigieron a Juanfran e incluso a los centrales que se les veía un pelín nerviosos, el Atleti regaló córners, faltas laterales, se olía peligro. Los goles fueron de jugadas aisladas, acciones donde un jugador altera a su par, provoca cierto desajuste y el equipo ejecuta la ocasión.
Y luego lo bueno, la segunda parte del Atleti es para enmarcarla, fue un ejercicio de madurez y convicción en su trabajo que aplastó al Chelsea. Parecía que eran ellos los que llevaban jugando semifinales cada día y no los Terry, Cole, Ivanovic y compañía. Koke, Tiago, se merendaron el mediocampo entero, un ejercicio de galones y personalidad para coger el balón y romper el ímpetu que necesitaban los blues para ganar. Y bueno, Courtois otra vez sacando balones, es una muralla psicológica brutal para el adversario, es un crío que provoca pesadillas.