En estos momentos, el Sevilla de Unai Emery parece mejor equipo que el Valencia de Pizzi. Posee un plan de juego más definido, pasa por un periodo exultante de confianza y además tiene a Ivan Rakitic. El rubio está condicionándolo todo. Su ascendencia sobre el colectivo andaluz ha hecho que el Sevilla sienta que el gol es siempre una posibilidad, sin importar lo lejos que se encuentre la pelota de la portería rival. Esta virtud gira partidos y otorga a los suyos una fe tremenda en lo que hacen. Junto a él conviven el extraordinario Bacca y el muro Fazio. Un trío que puede valer una final.
El partido arrancó como arrancan estos choques: intensidad altísima, 22 futbolistas metidos al 100% y los mejores demostrando por qué tienen más calidad que el resto. En el Sevilla se apreciaban las primeras tendencias interiores de Reyes y Vitolo. José Antonio quería encontrar rápido a Bacca y a punto estuvo de hacerlo, mientras que el canario empezaba a dejarse ver lejos de la banda. Pasaba poco porque el ritmo era desproporcionado pero había algo más del Sevilla.
Lo mejor del Valencia iba a llegar a través de un Parejo suelto
Ahí comprendió el Valencia que este Sevilla tiene problemas creativos y que si le aprietas arriba, sufre. Los ches adelantaron la presión, siendo Parejo el hombre del doble pivote que iba a soltarse para achicar.Los ches, mejor al presionar La recuperación visitante comenzó a hacerse frecuente, con el mencionado Parejo muy suelto en campo contrario (Keita fijaba como mediocentro) y Paco Alcácer peligroso más allá del área. Insistimos, tampoco es que el Valencia produjera nada en claro porque el partido era más intenso que bueno pero sí que surgían combinaciones de clase y nivel. Por desgracia para los de Pizzi, este Sevilla tiene tres elementos que hoy tienen pinta de imparables.
El primero es, cómo no, Rakitic, que cogió los mini-espacios que dejó el Valencia adelantado y se puso a enganchar ataques a base de prodigios individuales. Él solito volteó la dinámica del encuentro.
El segundo aspecto es el balón parado, que en los equipos de Emery es motivo de estudio. ¿Cómo es posible que casi cada córner o falta lateral huela a peligro?
Y el tercero, más global, es la contra de un Sevilla que, a 25 de abril, dispone de unos mecanismos capaces de destrozar a cualquier rival del mundo. A cualquiera. Bacca puso el 2-0 con un enorme control pero el conductor volvió a ser un Vitolo dañino con sus cabalgadas.
El Sevilla de Unai hace arte cuando corre con metros por delante
Con ventaja local en el marcador, el duelo dejó de tener misterio táctico; el Valencia atacaría y los de Unai esperarían su contra, que por supuesto llegó. Fueron los instantes más increíbles de Rakitic en toda la noche, con pases inimaginales propios de quien se siente onmnipotente. Preguntábamos en la previa si a Ivan se le podía parar sin la presencia de un especialista cerca de su zona. Sin un mediocentro, vaya. A falta de respuesta, lo cierto es que Keita estuvo muy lejos de detenerle. El Sevilla pudo y mereció marcar el tercero pero no cayó, y eso le dio al Valencia la posibilidad de centrar.
Pizzi buscó mejorar su ataque estático con el habitual cambio de Piatti por Fede. El Sevilla prestaba más atención a Parejo tras el descanso y eso dejaba al Valencia sin recursos para avanzar por dentro. La solución valencianista llegó de la mano de un gran Joao Pereira, que más no pudo hacer. Recibía balones vacíos al pie y los convertía en desbordes y centros de los que asustan. A esas alturas, los visitantes ya eran lo que sacaran sus laterales (buen Gaya en la izquierda). El gol no iba a llegar de otro modo, de ahí que Pizzi metiera a Jonas cerca del punto de penalti. Estuvo a nada de marcar el Valencia. De que no lo hiciera tuvo mucha culpa Fazio, del que nos servimos para la reflexión final. El fútbol es de los futbolistas y este Sevilla está donde está porque, de la noche a la mañana, se ha encontrado con tres impresionantes. Fazio, Rakitic y Bacca son buenísimos.
Pablo 25 abril, 2014
Le entran muy fácil al Valencia en el 2° gol. Igual fue una linda combinación.