«No sé lo que hacer, quiero tomar una decisión en frío. Estoy bloqueado, como el equipo». Así de sincero se mostró Alfonso García, presidente de la UD Almería, cuando le preguntaron por la complicada marcha del club. El conjunto almeriense había caído en casa ante el Rayo Vallecano, era colista, seguía sin ganar y los rumores sobre la destitución de Francisco se habían propagado con la velocidad que sólo alcanzan las malas noticias. Su periodo de reflexión duró 48 horas. Tras sonar Abel Resino, el especialista en estas lides, finalmente el presidente decidió ratificar a su entrenador. Un concepto que, en el idioma fútbol, significa que al técnico le queda una bala. Un partido.
Así, con conocimiento de causa y muchas urgencias, saltó el Almería a Anoeta hace ya dos semanas. El partido comenzó igualado, pero en un instante Francisco vio como su equipo iba perdiendo 3 a 0. La Real Sociedad únicamente había disparado en tres ocasiones a puerta, pero cuando la dinámica es negativa esos son suficientes disparos como para que un conjunto pueda encajar tres goles. O incluso cuatro. Tras esto, lo normal era bajar los brazos. Abandonarse, lamentarse y autocompadecerse. Pero los de Francisco siguieron luchando. Dieron un paso adelante, se plantaron definitivamente en campo rival y tuvieron opciones de marcar varios goles. No hubo suerte, porque de eso no quedaba en el mercado, pero sí convicción. Aún llevando sólo tres puntos en diez jornadas, creían en lo qué hacían y en cómo lo hacían. Demostraban estar con su técnico. Confiar en él. Y, quizás por eso, su presidente también lo hizo.
Francisco lleva, prácticamente, una vida vinculada a la Unión Deportiva Almería.
De esta manera, la historia de Francisco con el Almería viviría un punto y seguido cuando todo parecía destinado a que fuera un nuevo punto y aparte. Ésta había comenzado en su no tan lejana etapa como futbolista, donde tras militar en los otros dos equipos de la ciudad llegaría a la Unión. Allí no sólo se convertiría en protagonista de dos ascensos y en el máximo goleador de la joven institución, sino que se granjeó el cariño y respeto de todo futbolero de Almería. El hecho de ser una figura reconocida y ligada emocionalmente a la entidad, unido a sus dos grandes campañas al frente del filial, con el que rozó la fase de ascenso la pasada temporada, le permitió protagonizar la carambola del verano. Javi Gracia había devuelto al club a la élite del fútbol español, pero al no sentirse valorado prefirió abandonar. De la noche a la mañana, Francisco por fin podría defender al Almería en Primera. Contaba con uno de los presupuestos más bajos de la categoría y su experiencia en los banquillos era limitada, pero su fútbol convencía.
«Quiero un equipo que de la cara en todo momento, que tenga carácter ganador y que sea ambicioso, siempre siendo consciente de las grandes dificultades que tendremos en una competición de tanta exigencia», explicaba antes de su debut. Y no era una pose. Como ya decían los que le conocían, a Francisco leLa UD Almería propone un fútbol tan ofensivo como consecuente gusta que sus equipos tengan el balón, generen superioridades constantes por fuera y se llegue con muchos efectivos al área contraria. Una idea de fútbol ofensivo cada vez más normal de ver en los recién ascendidos, pero que además parecía la más coherente con el estilo del bloque del ascenso (Verza, Corona, Soriano o Aleix Vidal) y el perfil de los jugadores que llegaron en verano (Dubarbier, Nelson, Suso o Rodri). La plantilla era la que era, así que la vergüenza la deberían dejar en la caseta. Los laterales serían muy profundos, el doble pivote buscaría asociarse en corto, los extremos agitarían al rival con sus movimientos y Soriano, en la posición de mediapunta, acompañaría más a Rodri que a Verza o Tebar. Con esta disposición la UD Almería se presentó ante el gran público frente al Villarreal, Getafe, Elche, Atlético de Madrid y Levante. Cinco jornadas de buen fútbol, con dos goles por partido y únicamente tres puntos.
El equipo de Francisco entendió el mensaje, puso en práctica su idea y jugó los partidos cómo él quería jugarlos, pero descubrió que su problema no iba a ser adelantarse en el marcador, como era probable al no tener a un gran goleador, sino defender luego los goles de Rodri. EnLos de Francisco no sabían administrar el marcador en ventaja los tres primeros partidos, la UD Almería pasó de ir 2-1 ante Villarreal, 1-2 en Getafe y 2-1 frente al Elche en el minuto 80 a terminar 2-3, 2-2 y 2-2 cuando, respectivamente, el árbitro señalizó el final de dichos encuentros. De tener nueve puntos a sólo tres; todo un palo. Más allá de que la suerte no acompañara lo más mínimo, los almerienses demostraron una gran debilidad defensiva. En cuanto les empujaban, caían. Un soplido bastaba. «Vamos a seguir con nuestra filosofía de intentar tener el balón, pero no para disponer de una posesión de mucho porcentaje, sino para llegar arriba con verticalidad […] Aún así, estamos en Primera y el nivel es alto en todos los equipos, con lo que seguro que también vamos a tener que correr detrás del balón» reflexionaba Francisco tras caer en el minuto 95 ante el Elche de Escribá. Una intención que aún seguiría firme tras perder una ventaja de 2-0 ante el Levante en cinco minutos, pues lo que ocurría sobre el campo le seguía llenando de razones. Aquel día el Almeria volvió a no saber ganar, de forma aún más inexplicable si cabe, pero con uno menos y tras el golpe del empate terminó el partido en el área rival. El equipo tenía personalidad y lograba imponerla casi todo el tiempo; la primera victoria debía estar al llegar.
Tras esas primeras jornadas, Francisco buscó alguna mejora con las posibilidades que tenía.
Debido a estas buenas sensaciones, comunes tanto en vestuario como en afición, Francisco no hizo ningún cambio relevante hasta la octava jornada. El técnico almeriense confiaba en su once, pero sólo de buena imagen no come un equipo de fútbol aunque ésta se produzca ante el poderoso líder. Había que matizarse. En su visita al Ramón Sánchez-Pizjuán, Francisco adelantó a Dubarbier al extremo, desplazando así a Suso a la mediapunta y a Soriano al banquillo. Funcionó bien, pero no lo suficiente. Rakitic, en el descuento, como no podía ser de otra manera, les situaba colistas justo antes de cuajar su peor actuación de la temporada. Fue ante el Rayo de Jémez, con el que acabaron cayendo derrotados pese a estar en superioridad numérica. Francisco había devuelto a Soriano a la titularidad y también dio entrada a Corona para ganar un puntito aún más asociativo en la medular, pero ésta vez no habría consuelo posible. Fueron totalmente superados. Por primera vez, la afición despidió a los suyos con pitos.
Francisco estaba en el alambre, pero todavía lograría resistir una derrota (Anoeta) que ya muchos entrenadores no suelen tener ni la oportunidad de sufrir. Una derrota que, por otro lado, fue un punto de inflexión importante, pero no decisivo. La UD Almería se plantó en Mestalla con un cambio muy significativo: Francisco pasó deEn Valencia cambió todo, desde el sistema hasta la temida fortuna su 4-2-3-1 a un 5-2-3 que, pese a contar con dos laterales ofensivos, venía a ser un paso atrás. Una concesión. Un quiebro. En ese esquema, además, destacaba la presencia de Barbosa (por Aleix) y de Ramón Azeez (por Corona), que ya había entrado en Anoeta demostrado ser un mediocentro muy aseado que iba a ayudar a su equipo a defender más arriba gracias a su notable despliegue. Así, apartándose ligeramente de su idea, los de Francisco completaron una primera parte realmente pobre. Recibieron 12 disparos, remataron únicamente tres veces y sólo tuvieron el balón un 41% del tiempo. Era otro Almería; era otro Francisco. Pero, al final, eran los mismos jugadores. Se podía cambiar. Aún no era tarde. Francisco primero dio entrada a Aleix Vidal, recuperando el 4-2-3-1, y luego a Fernando Soriano, formando así con ocho de los once jugadores que habían comenzado la Liga como titulares. El impacto fue inmediato: a los cuatro minutos de este cambio Torsiglieri empató el partido y a los doce era Aleix Vidal quien daba la vuelta al marcador. Todos sabían que aún así no era suficiente, que quedaban los últimos minutos. Los más complicados. La barrera que había lastrado su inicio podría malograr su recuperación, pero el larguero y un milagro de Esteban lo evitaron. El Almería de Francisco conseguía su primera victoria en su última oportunidad y con su primera intención. La emotiva piña que formaron cuerpo técnico, suplentes y titulares alrededor suya lo dice todo. Miradla, por favor. Es puro fútbol.
Una vez rota la barrera de la primera victoria, la UD Almería de Francisco debe seguir progresando.
«Hay que agradecer a muchísima gente lo que sigue confiando en nosotros. Quizás en otro lugar hubieran tenido muchas prisas y, bueno, sólo se ha ganado un partido, es verdad que nos queda mucho trabajo, pero lo realmente importante para nosotros es que hay mucha gente detrás nuestra que sigue confiando y apostando por el proyecto», reconoció luego en rueda de prensa. Era justo y preciso hacerlo. Francisco necesitaba tiempo para darle la vuelta a una dinámica que ensuciaba el trabajo de su equipo, el cual hacía más méritos de los que el fútbol le reconocía. Y lo tuvo. Una vez atravesada la puerta del triunfo, el resto está en sus manos y en los pies de sus futbolistas. Por lo pronto, ante el Valladolid volvieron a paladear el dulce sabor de la victoria dejando, además, por primera vez su portería a cero. No fue casualidad, el Almería está creciendo. Confiar en un proyecto tiene estas cosas. Francisco, avería y redención.
@SharkGutierrez 8 noviembre, 2013
Además, es un tema nuevo para ellos. No la categoría, ni algunos de sus jugadores, pero sí el discurso; esa idea que tenían en la cabeza: "nos tumban, nos tumban muy fácil". Es otra categoría, pero el año pasado, salvo un tramo de la temporada…era complicado vencer a este equipo. Junto al Elche y Villarreal, "los cocos" de la segunda.
En un momento dado, todo cambia. El año pasado, a Las Palmas le pasó tras resistir en Copa en una prórroga, con aguacero incluido, con un estadio donde solo fueron menos de la mitad de los habituales y dando sensación de partido a puerta cerrada. Un momento, un chispazo y todo eso que tenías en tu cabeza de pesimista…ya no lo es tanto. Es una historia que se da, que se repite…y yo estoy convencido que va a pelear para no venirse abajo. Plantarán batalla, porque tienen equipo para ello y fútbol, les sobra.