El Betis está mal. El ciclo Mel atraviesa el momento de juego y sensaciones más bajo desde que Pepe aterrizó en Sevilla. El tema de los puntos es grave pero con 24 jornadas de Liga por disputarse hay solución. Y en Europa, pese a caer en Gerland, la clasificación ya se ha conseguido. La preocupación surge cuando uno mira al Betis y no ve nada. Cuando observa que los rivales les arrollan sin proponer gran cosa, solo con ritmo e intensidad. Sucedió en el derbi y volvió a suceder ayer, frente a un Lyon del todo discreto.
Hoy día parece que al Betis se le gana solo con apretarle
Mel rescató un debate reciente al juntar en el mismo once a Salva Sevilla y Joan Verdú. La presencia del andaluz en la izquierda debía darle al Betis más claridad a la hora de asociarse. Sin embargo, la primera consecuencia de la pareja fue negativa. El Lyon aprovechó que Salva no es intenso cerrando su banda para lanzar a Miguel Lopes –lateral derecho– constantemente al ataque. Malbranque, el interior de ese costado, se metía al medio en las basculaciones para que el carrilero rompiese. De ese movimiento sacaba el Lyon su principal ventaja con balón. No obstante, la clave de la primera mitad fue otra.
Durante los primeros 45 minutos se repitió la pesadilla de Nervión: al Betis su oponente le pasaba por encima a base de pura capacidad rítmica. Tan simple como eso. Cada duelo que afrontaban los verdiblancos terminaba El O.Lyon ahogó fácil al Betisen derrota. El mejor ejemplo fue Chuli, superadísimo por la exigencia de sus marcadores. Sin aporte del «9», el Betis no podía contragolpear ni salir. Y eso que vimos el partido de mayor participación de Verdú en no pocas semanas. El catalán estaba presente e incluso llegó a juntarse con Salva, pero tras 3 o 4 pases el balón seguía en el mismo sitio. El Betis iba con la lengua fuera en cada pase, en cada regate, sin un destino claro en sus jugadas. Hay que elogiar a Cedrick, que en permanente inferioridad posicional logró asustar con sus galopadas, aunque solo fuera un poquito.
Por suerte para el Betis, este Lyon no es lo que era. Ya ni siquiera juega 4-3-3. Su 4-4-2 actual goza dos vértices excelentes como son Gonalons y Grenier pero sus dos puntas no sostienen ese nivel. Lacazette y –sobre todo– Briand tuvieron el rol de Luis Suárez y Sturridge (menearse por todos lados para compensar la ausencia de extremos) pero se quedaron algo cortos en términos de precisión técnica. Un minuto antes del descanso salía Gomis por lesión del citado Briand, lo que a priori abría un nuevo escenario en el choque.
El Olympique, sin muchas ideas, vivió de su intensidad en el robo
Pese a que el fornido delantero no tardó en bajar un par de melones con su prodigioso pecho, la verdad es que el encuentro siguió siendo el mismo. El Lyon continuaba progresando por la derecha mientras el Betis no salía de su angustia vital. Remí Garde miró al banquillo en busca de una pieza capaz de ordenar las ofensivas de su equipo. Allí encontró ni más ni menos que a Gourcuff. Se esperaba la salida de uno de los interiores pero, para impacto de todos y cabreo del implicado, el sustituido fue Grenier. El entrenador local quería a Yoann liberado y acertó de pleno. «El Pequeño Zidane» le solucionó el partido
En el Betis el sufrimiento no había variado. Para colmo, Cedrick, el único que pudo completar alguna aventura con éxito, tuvo que abandonar el césped. Los de Heliópolis pasaron a transmitir la más absoluta sensación de incapacidad. Realmente no podemos destacar nada: los laterales no subieron, Nono y Lolo Reyes volvieron a naufragar, Salva no desequilibró… Solo cuando el Lyon decidió replegar para defender el 1-0 pudo el Betis combinar en campo contrario, pero sin llegar a ilusionarnos con el empate. Todo iba demasiado lento, demasiado trabado. El fútbol siempre da revancha durante una temporada, y más si no estamos ni en diciembre, pero la realidad no puede obviarse: frente al Rayo, domingo a las 12:00, el Betis se juega mucho. El punto de inflexión no puede demorarse más.
@miguelverdugo9 29 noviembre, 2013
“tras 3 o 4 pases el balón seguía en el mismo sitio” Ahí estuvo el principal problema bético. La influencia de Salva y Verdú era en campo propio, y ahí fueron superados físicamente, una vez más. Curiosamente el día que Mel sale de inicio con jugadores más aptos para dominar con la bola, no disfruta de ella.
Sólo quedaba acogerse a Cédrick para atacar los espacios existentes tras la presión en campo contrario de Lyon, pero es que el congoleño va a tal velocidad que se ve obligado a la individualidad. El resto no llegaba.
Por otro lado, la dirección de campo de Pepe Mel fue cuando menos sorprendente. Situar a Nono en banda fue raro, raro. De hecho, no tardó mucho en autocorregirse.