Una de las primeras cosas que quiso dejar clara Jose Mourinho cuando terminó el partido de ida, es que, para él, era una obligación transmitir a sus futbolistas que la eliminatoria no estaba cerrada. Y a tenor de lo visto durante gran parte del segundo tiempo, no lo consiguió. La pregunta es hasta qué punto el Galatasaray, hasta entonces, había rendido por debajo de sus posibilidades, y creo que es precisamente ahí donde está la clave. La llegada en invierno de los dos fichajes de tronío, Sneijder y Drogba, llevaron a Terim a modificar el esquema con el que el equipo se había hecho sólido en el último año y medio. La historia funcionó bien en el partido de vuelta frente al Schalke, y, la obligada presencia en las alineaciones de Burak Yilmaz, provocó que la idea tuviera toda la lógica. Sin embargo, la sanción de éste, y el naufragio del 4-4-2 en rombo en el Bernabéu, eran una oportunidad de modificar la propuesta para Terim, a la que, sin embargo, decidió dar continuidad introduciendo en el once a Umut Bulut.
Terim mantuvo la apuesta en su nuevo sistema.
La idea de no sacrificar un delantero tenía lógica (tres goles de desventaja contra Cristiano Ronaldo es más que suficiente), pero el Galatasaray, lejosCristiano volvía a transitar muy cómodamente de poder crear buenas ventajas ofensivas, se provocaba, así mismo, desventajas defensivas. Los interiores, Hamit Altintop y Selçuk Inan, quedaban siempre por delante de Felipe Melo, así que cada pérdida les hacía imposible el retorno, más si la primera recepción en transición del Real Madrid tras ese robo era de Cristiano Ronaldo. Cristiano recibía con los centrales reculando y con los interiores fuera de posición, por lo que avanzar metros para el portugués era coser y cantar, que tenía que eliminar rivales que llegaban forzados, y para él girar el tobillo y cambiar de dirección es muy sencillo. Es cierto que la acción no se repitió de manera incesante, pero bastaron unas pocas para que el Madrid se metiera en campo rival y encontrase el 0-1.
El Galatasaray mantuvo la idea toda la primera parte, y probablemente el hecho de que el Madrid no fuese aún más productivo cuando salía de campo propio se debió a la presenciaEl duelo exigió al Pipa Higuaín más apoyos que rupturas de Higuaín en el once en lugar de Karim Benzema. El Pipa venía de jugar bien en liga y de dejar sensaciones positivas, así que su inclusión en el once, viéndolo de esta forma, era un reconocimiento a unos incuestionables méritos. Sin embargo, quizá, el escenario del partido, no era el mejor para él. El hecho de que el Galastasaray permitiese pase diagonal para que Di María o Cristiano fuesen los receptores, era lo más sencillo porque era allí donde había el espacio, así que lanzar a Higuaín en ruptura no salía de manera natural, salvo que Modric decidiera verticalizar, y la verdad es que, jugando un buen partido, tuvo temple e hizo todo lo contrario. Así que las recepciones de Higuaín fueron en apoyo, con los centrales achicándole, y ahí le faltó técnica para ser el protagonista del ataque. Esto provocaba que la pelota volviera atrás, y el Madrid perdió alguna opción de ser profundo. Claro, que el 0-1 y el nivel del Galatasaray, no preocupaban demasiado.
Sin embargo, Terim reaccionó tras el descanso, y vimos una versión del Galatasaray mucho más cercana a la que le había hecho ser un bloque muy competitivo. Amrabat entró por Altintop, y Terim deshizo el 4-4-2Drogba superó a Varane, sobre todo en la segunda mitad en rombo para jugar en 4-4-1-1, con extremos y Sneijder detrás de Drogba. Amrabat se iba a encargar del perfil izquierdo, mientras que Bulut, hasta la entrada de Sabri, lo haría con el derecho. El equipo se hizo ancho y tomó una actitud agresiva, al Madrid le costaba salir y la pelota a Drogba ya le llegada desde un costado, por lo que podía orientar su cuerpo para chocar con Varane de forma más cómoda. A Varane le hemos visto aptitudes brutales, pero Drogba le ha superado en la eliminatoria. Sus condiciones naturales para ganar en campo abierto, cruzar, y predecir segundas acciones son brillantes, pero aprender a utilizar su cadera para ganar espacio y por consiguiente acciones necesitan de rodaje. Será el primer detalle a mejorar para que siga creciendo. Drogba intimidaba al Madrid, desde esa variación de Terim, muchísimo más, y en un abrir y cerrar de ojos el partido se había puesto 3-1 con veinte minutos por disputarse. La Copa de Europa no regala nada.
Y si bien es cierto que Mourinho fracasó en cuanto a esa activación mental a la que él mismo hizo referencia tras concluir el choque de ida, reaccionó de inmediatoMou cambió a un 4-4-2 similar al de los turcos y consiguió atar el resultado. Lo primero, hacer pares con el esquema del Galatasaray, variando el 4-2-3-1 de partida por un 4-4-2, con Özil en derecha, Di María en izquierda, y Cristiano compartiendo punta con un Benzema que entró -quizá veinticinco minutos tarde- por Higuaín. Las recepciones laterales de los interiores del Galatasaray ya tenían dos efectivos del Madrid detrás de la pelota, y entonces no podían centrar cómodos, teniendo que jugar de cara. Ese tiempo fue suficiente para que el Madrid consiguiese algún robo, y Benzema tuvo la técnica suficiente para que el equipo acompañase y se sacudiese la presión. La segunda decisión importante en la dirección de campo de Mourinho fue meter a Albiol por Özil, incrustándole delante de la defensa y mandando a Karim a la derecha. No quería dejar ningún cabo suelto, y en el caso de que el Galatasaray consiguiera poner el pie para encontrar a Drogba, Albiol haría de pantalla delante de los centrales.
Los cambios de Mourinho tuvieron un efecto positivo.
La dirección de campo de Mourinho calmó las embestidas, pero es inevitable cerrar hablando del acierto de Cristiano Ronaldo, porque sin sus dos goles, tras 180 minutos la eliminatoria hubiera acabado igualada. En el primer tramo de partido fue decisivo con sus conducciones, pero sobre todo por un gol que obligaba a los turcos a hacer cinco. Es cierto que falló una ocasión clara para el 0-2, y que hubiese cerrado definitivamente el choque, pero su pie derecho, quizá de manera poética y para terminar de desanudar una corbata que empezaba a molestar bastante en una noche que no estaba escrita para la etiqueta, puso el 3-2 definitivo. Es el máximo goleador de esta edición de la Liga de Campeones y esa salvaje voracidad para meter la redonda una y otra vez en el arco rival, es el principal activo para que el Real sueñe con la Décima. Al final hubo que sufrir, porque la Orejona, en un pestañeo, en un descuido, se resbala de entre las manos.
ricargado 10 abril, 2013
Creo que el Real Madrid jamás estuvo cerca de la eliminación, si bien es cierto que Drogba intimidaba cada vez que tuvo el balón, del otro lado, el Madrid, siempre dejó la sensación de que en cualquier momento marcaba el segundo. Sin embargo fue un buen recordatorio de cómo se debe competir en Europa, si te distraes, la Champions te liquida.