Para todos aquellos que cumplen temporadas, la Community Shield es un buen punto de referencia para el comienzo del año. En forma de tentempié competitivo, la tempranera Supercopa inglesa es el primer escaparate real del que dispone la Premier para lucir caras nuevas y, si el espectáculo es cómplice del compromiso, demostrar que se han hecho los deberes estivales. Sin embargo, ante la escasez de fichajes, no deja de ser sorprendente que en esta ocasión los banquillos se hayan teñido más que nunca de buenos propósitos para el nuevo año. Di Matteo quería otorgar un mayor protagonismo a Torres, eterno asunto pendiente de un Chelsea que siempre empieza pero nunca termina de reinventarse. El City, por su parte, pisaba el verde con la consigna de “sacar el balón jugado” grabada en la frente y la intención más que manifiesta de acabar con los fantasmas que le impiden crecer.
En los duelos ligueros de la temporada pasada, Manchester City y Chelsea se repartieron las victorias.
Mancini pretendió, desde el inicio, matar dos pájaros de un tiro. Para el problema de una defensa que acumulaba ausencias y decepciones, inventó una línea de tres ligeramente adelantada que pudiera anticiparMancini dispuso una adelantada línea de tres centrales las recepciones de Torres. El trío de centrales escoltaba un doble pivote con un aparente menor peso creativo del usual por la presencia de Kolarov y Milner como carrileros, en aras de habilitar una salida exterior ante las dificultades de los sky blues en la base. Posicionalmente audaz, con balón todo fue diferente. Enmascarado por la posesión y el dominio que amablemente le cedió el Chelsea, el conjunto de Manchester fue acumulando desajustes en todas sus líneas hasta desactivar lo que verdaderamente funciona: su imponente tres cuartos de campo.
Más allá de las malas actuaciones -que podría ejemplificarse con la aceleración en el choque de Savic-, la idea del City duró exactamente dos carreras de Kolarov. Con Touré Yaya esclavizado en la base para las coberturas sobre la línea de centrales, la creatividad que se le exigióLa primera idea del Chelsea fue atacar con Eden Hazard a De Jong para batir líneas estaba fuera de sus posibilidades. Por si fuera poco, en un contexto más que favorable, en el punto exacto del choque en el que el enganche disponía de la amplitud suficiente para girarse y encarar a la espalda de un Obi Mikel superado, Nasri no apareció. El Chelsea sí aprovechó dicha amplitud: treinta minutos tardó en darse cuenta de que, tal y como atisbó Mancini, el partido estaba en los carriles. Ante la acumulación de efectivos citizens en el perfil izquierdo, el ataque posicional blue dejó de confiarlo todo a la diagonal de Hazard para rentabilizar, con el cambio de orientación, la banda de Ramires. Permitirle correr sin mirar atrás era un precio alto para la transición defensiva del Chelsea, partida en 5+5, pero los de Di Matteo encontraron el equilibrio en un genial David Luiz en la pugna con Agüero. Es una pena que el central brasileño sea una ventaja con la que el equipo de Londres no puede contar.
La expulsión de Ivanovic, poco después de que el Chelsea se adelantara, lo cambió absolutamente todo.
El Chelsea arriesgó y Torres modificó el marcador. Ivanovic alteró la defensa y el City respiró. La ventaja numérica dio alas a los citizen para adelantar líneas en la segunda parte, iniciando en campo contrario y generando asociaciones inéditas en la primera. Fue una mera cuestión de metros, la evidencia de que cuanto menor sea la distancia a portería rival desde la cual inicie un equipo con problemas creativos mayores son las posibilidades de finalizar la jugada, la que demostró que el problema existe y está sin resolver. Más evidente aún es el margen de mejora cuando concentras tu potencial en posiciones ofensivas. A día de hoy, el campeón de la pasada Premier League necesita la mejor versión del Touré Yaya liberado, del box-to-box incansable, por ser el único capaz de ganar metros por dentro, dinamizar la línea de mediapuntas y, como comúnmente se dice, facilitar que se junten los buenos.
@DavidLeonRon 13 agosto, 2012
Entonces qué: ¿Fernando Torres es el 9 de Di Matteo?
Yo es que no me lo creo. Bueno, no es que no me lo crea, si no tienen otro… pero veo imposible que el Chelsea no se refuerce con un punta. Ya no es dudar o no de Torres (que yo si dudo, la verdad), es que le pasa algo y te quedas sin delanteros.
"los de Di Matteo encontraron el equilibrio en un genial David Luiz en la pugna con Agüero. Es una pena que el central brasileño sea una ventaja con la que el equipo de Londres no puede contar"
Que estaba pensando yo: ¿David Luiz ha tenido algún error decisivo en Champions? Ojo que yo he cuestionado como pocos al brasileño, pero a ver si el tío se está haciendo grande y no lo estamos viendo venir…