Por encima de cualquier virtud, hay dos maneras de saber si un equipo va a estar en condiciones de competir y puntuar en el Camp Nou. La primera es sufrir de lo lindo y salvarse del tramo más dominante del Barça, dándolo además por hecho, sea cual sea y llegue cuando llegue ese momento. La segunda, todavía más relevante, es marcar un tanto en las dos primeras situaciones de gol de las que dispongas. Ganar en dicho escenario con menos de un 30% de efectividad entre disparos a puerta y goles convertidos es prácticamente imposible. Si esas dos circunstancias no comparecen, la victoria o el empate son poco menos que milagros que no existen como método. Bien puede decirlo Julen Lopetegui y todo su Sevilla, quienes se quedaron sin partido tras haberlo iniciado con la sensación de que sería muy largo. Pero, para su desgracia, no logró cumplir lo que tan difícil es prometer.
La diferencia de efectividad condenó al Sevilla en los primeros 30′
Tanto o más relevante fue la disposición elegida por Ernesto Valverde, entregando el mediocentro a Frenkie de Jong, con Busquets en el banco, Arturo Vidal de interior derecho y Ousmane Dembélé en el extremo izquierdo, con Antoine Griezmann también fuera de inicio. Una alineación con la que se trataba de poner remedio al déficit de base que trae el Barça en el lateral zurdo, sin Alba ni Firpo, a la vez que hacer trabajar a Navas en el uno contra uno defensivo, atacando su espalda tras robo en campo propio, mientras Vidal trabajaba el costado opuesto en 4-4-2; esto permitiría al Barcelona anular, del modo que fuese, previniendo o solucionando, el agresivo juego de bandas que Jesús, Ocampos y Reguilón representan dentro del sistema del técnico vasco. En dicho arranque, el Sevilla logró una seguridad en el pase, propio de su sistema más que apuntalado, que le dio espacio y recepciones a un Ocampos que comenzó a sacar de zona a Gerard Piqué, jugando por primera vez en muchísimo tiempo como central zurdo.
Sabedor el conjunto hispalense de que no tardaría demasiado en tener que afrontar minutos corriendo detrás del balón, su plan sin él consistió en armar dos líneas de cuatro prácticamente pegadas y muy alzadas sobre el terreno, ofreciendo dos zonas libres de tráfico a su rival: los costados, donde habitaban los menos creativos -Semedo a pierna cambiada y Roberto como laterales- y la espalda de su zaga, donde Suárez -por físico- y Dembélé -amenaza más con balón- no ofrecieron los desmarques profundos y medidos para castigar el planteamiento visitante. Así, el Barça se atrapó en esa fase y no encontró forma de crear ocasiones y tener continuidad en su fase más posicional. Fue en el tramo más abierto, en las jugadas más aisladas, donde hizo valer su contundencia, con Suárez inspirado en el remate en los últimos partidos.
Valverde sorprendió dejando fuera a Busquets y Griezmann
Entre lo más destacable a nivel azulgrana, una vez el partido evidenció lo que le está pasando al Sevilla en las áreas ante equipos de mayor nivel, el papel de Arturo Vidal y el lateral derecho como balanzas de Leo Messi permitieron comprobar cómo el chileno, sujetando la última línea por delante de Leo, y el canterano, ampliando el campo para desahogar cualquier situación más horizontal en la circulación, dieron pistas de lo que va a seguir siendo una constante: Messi jugó muy centrado, como cuarto centrocampista junto a De Jong y Arthur, mientras Dembéle, más en transición que en parado, aportaba profundidad y agresividad desde la izquierda. Como ya sucediera en las dos primeras temporadas y proyectos de Valverde, tras la salida de Neymar, el reajuste de Coutinho-Dembélé, la llegada de Arthur y Rakitic junto a Busquets, el sistema del Barça camina lento, algo desorientado, pero con varias cosas claras a solucionar alrededor de Messi y Alba: Arthur y De Jong son pilares y Griezmann un factor por encajar.
Luizao 7 octubre, 2019
Loco porque Valverde pruebe a Griezmann donde Vidal, tiene trabajo defensivo, calidad en la circulación si acaparar balón y mucha llegada y profundidad.