Las dos primeras incorporaciones del Real Madrid en este mercado veraniego vuelven a exponer la magnitud de lo perdido desde la consecución de la decimotercera Copa de Europa. Meses después de levantarla, la jerarquía del Real Madrid descendió en ascensor, de golpe y porrazo, y son sus dos primeros fichajes para esta temporada los que están llamados a cubrir las necesidades que el jugador más reforzado de la temporada, Karim Benzema, y toda la estructura humana y táctica del conjunto blanco, demandan en estos momentos. Tras la firma de Luka Jovic, el Real Madrid ha encomendado su ataque a la figura de Eden Hazard, el nuevo faro de Zinedine Zidane. Un producto completado, que ha ido pasando por todos los estadios hasta llegar a ser quien estaba llamado a ser. El belga aterriza en el Santiago Bernabéu para liderar futbolísticamente un proyecto que venía reclamando a gritos buena parte de lo que representa el ex del Chelsea: la luz que alumbre y regenere el sistema blanco. Una referencia continental y un factor desequilibrante que desmienta la sensación de que el último tercio se convirtió en un campo de minas donde nadie se atrevía a cambiar de ritmo.
Hazard representa un movimiento que repercute de manera directa en las carencias del ataque madridista
El contexto en el que se ha movido el Real Madrid ha sido especialmente gráfico y rápido de detectar por multitud de circunstancias pero sobre todo por el periodo de tiempo comprendido entre reconocer y sentir la perdida de Cristiano Ronaldo, del todo insalvable, la consecuente orfandad que el sistema hallaba en toda la parcela anotadora y rematadora, y sobre todo, la aparición de Vinicius Jr., un chico jovencísimo, cuya verticalidad e inconsciencia por no haber vivido desde dentro el deterioro colectivo le hicieron acreedor de un papel que no le correspondía pero que sacudió los entresijos, inmovilizados, para aclarar el panorama que finalmente se daría en verano. La pescadilla se mordió la cola durante toda la temporada, sin saber dónde estuvo el origen de una situación que llevó a jugadores agresivos y con capacidad rematadora obligarse a compensar, juntos y por separado, el vacío existente en materia goleadora y de desequilibrio, paralizando la iniciativa de cada uno de ellos y abriendo la puerta a la oportunidad de la directiva de fichar un Vinicius… pero más consistente. Porque la necesidad no sólo dependía de una chispa inicial sino de una garantía y fiabilidad de primer nivel: jugador con personalidad formada, evolución futbolística en el tiempo y desafíos, de toda índole, asumidos.
Avanzado así el contexto, de manera breve, que llevó a pensar en el belga, es importante comenzar por lo que bien podría ser el desenlace del texto y también la última etapa de la progresión de Eden Hazard, que no es otro concepto que el de su consistencia como jugador, una virtud seguramente menos atractiva que otras, y seguramente más secundaria que las diversas capacidades de extraordinario valor técnico y futbolístico que describen al belga. Sin embargo, catalogar con esa etiqueta, la de consistente, a alguien que nació y dejará huella por su inequívoca insistencia en desbordar, arriesgar, superar defensas y sentir el vértigo, aumenta la relevancia del rasgo hasta ser considerado un signo de máxima calidad. Eden Hazard es pura estabilidad, un futbolista que pierde muchos menos balones de los que perdería cualquier miembro de su estirpe regateadora, y que nunca frivoliza en sus contactos con el balón. Dentro de un partido, entre la acción uno y la acción dos de Hazard, o entre el octavo contacto y el noveno, el equipo que cuenta con Eden está mucho más cerca de alcanzar tanto la continuidad en el juego como la creación de un gol.
El belga ha ido creciendo en responsabilidades y sobre todo en consistencia y continuidad
La importancia de comenzar por dicho concepto permite al Real Madrid estrechar mucho los tiempos competitivos de un proyecto que tiene que reactivar muchas piezas, que no tiene tiempo en su día a día para crecer sin ganar y que además ansía recuperar un ritmo ofensivo alto mientras recupera el autoestima de jugar, nuevamente, con la confianza de saber que en su fase ofensiva no van a faltar ideas ni conceptos, recuperados además por una individualidad de primer nivel mundial. Para llegar hasta aquí, Eden Hazard ha ido quemando etapas, las que ha de quemar todo crack en este siglo, para interpretar matices del juego, activar zonas del campo y roles en el sistema que van desde la mayor participación hasta una mayor sensibilidad en sus movimientos sin balón, sobre todo acercándose a él o dándole una vía de escape. A pesar de ser un crack de balón al pie, su evolución invita a comprender el crecimiento experimentado y lo preparado que llega en cuanto a la capacidad para administrar la libertad posicional concedida de la que ha gozado en el Chelsea los tres últimos años.
A partir de la llegada del italiano Antonio Conte, y de la madurez que ha adquirido la selección belga, partiendo de Wilmots para llegar a Roberto Martínez, Eden Hazard dio el paso definitivo que se advertía en su potencial currículum posicional y táctico. Antes de vestirse de azul, Hazard capitaneó un Lille campeón desde el costado. Como un extremo moderno, a pie cambiado, con una conducción innata y una cintura de carbono, Hazard se abría en la banda, trazaba sus jugadas y cuando finalizaba estas, recuperaba posición, liberado defensivamente, sí, pero volviendo a la banda para respetar su rol y su posición. Inmaduro y todavía incipiente, su fútbol no estaba preparado para administrar la mediapunta, necesitando ver el juego de cara para simplificar lo que por tiempos no podía interpretar, el juego en sí mismo. Mismamente, en el Chelsea, desde que debutó en la Supercopa de Europa ante el Atlético de Madrid, el campeón contaba con algunos futbolistas que saturaban el tráfico en el carril central. Hazard era muy joven y tenía que esperar lo que la madurez le concedería.
Fue con el técnico de Lecce cuando, de la mano de un sistema que era método, el de los tres centrales y dos carrileros, enemigos de la figura del extremo siendo elementos de difícil convivencia, Hazard pasó a ocupar la mediapunta. Tenía espacios para atacar, no le rodeaban permanentemente numerosos defensores y su entrenador reaccionaba con una retirada hacia la trinchera con marcador a favor para fomentar la velocidad y amenaza de sus delanteros. Compartiendo el entre líneas con Pedro y Willian, el belga ya no partía de la banda ni se circunscribía al regate, sino al eslalon, el movimiento en apoyo y el espacio interior. Experimentando qué se siente recibiendo dentro y orientando los ataques, Hazard ganó radio de acción, libertad posicional y participación en el juego, o al menos en la zona de mayor relevancia táctica. Paso a paso, aunque su fútbol sigue cobrando sentido en el pico del área, también abarca el interior del triángulo de centrocampistas para recoger la pelota y desatascar la jugada invirtiendo las atenciones y atrayendo las marcas.
Su gran déficit, su agresividad sin balón buscando zonas de remate
En ese viaje interior que comparten buena parte de los jugadores, Eden encontró el camino para ser el mejor jugador posible. Además de su evolución, pasó a lesionarse menos y a sumar una regularidad y constancia en el juego, bien concretada en la mencionada consistencia que sin embargo debe ir aparejada en el análisis con el único salto no dado por Hazard siempre y cuando quiera inferirse en él a un potencial y consumado goleador. La productividad de Hazard descubre una parcela algo más ciega que tiene que ver con las cifras y la zona de castigo. El belga no ha pasado, en sus siete temporadas como blue, de los dieciséis goles en Liga, números realmente estimables para un segundo punta, aunque algo escueta para su definitiva explosión. Bien entendido, la cifra no desmerece, pero su rol en el sistema blanco deberá, ni más ni menos, que ser de la misma altura que representó en el Chelsea, esto es, un facilitador del juego, un amante del desborde y la creatividad regateadora que supere defensores y abra portones mientras junta al equipo y le entrega ventajas individuales constantes. En su debe como jugador total seguramente esté el déficit que encuentra a la hora de atacar sin balón. Los movimientos sin pelota de Eden Hazard hacia portería no son especialmente continuos o productivos. La mayoría de ellos guardan un aviso de tormenta, pues suelen darse cuando él quiere cambiar las cosas: viene en apoyo, recoge la pelota y enfila hacia portería, pero precisamente por encontrar un don asombroso en esas arrancadas, ha quedado algo desguarnecida su labor como rematador.
Por penúltimo, está por descubrirse cómo se comportará Hazard a nivel estrella, pues la diferencia de trascendencia y ascendencia que existe entre el Chelsea y el Real Madrid, rival de Leo Messi y con la exigencia ya sabida, es de un par de escalones. Y ahí, el belga es un auténtico ‘ganapartidos’ cuando la pelota quema. No se cuentan casi perfiles que alteren tanto el sistema nervioso del rival en tramos finales cuando Hazard agarra la pelota al borde de la frontal o en aclarado. Su velocidad de ejecución en pocos metros y su talento para fintar y escurrirse, en el espacio más minúsculo, embotellan al rival y aumentan el poder intimidatorio de Zinedine Zidane. Si el Real Madrid logra, a través de Luka Jovic, Karim Benzema, otras incorporaciones, y/o el renacimiento de piezas que ya estaban como consecuencia de la savia recién llegada, recuperar por sistema los patrones de ataque de los que ha carecido, no deberá preocuparse por el único gran parámetro en el que Hazard puede mejorar, sobre todo porque el belga será principal culpable de que el Madrid active todos los mecanismos previos al gol. La planificación merengue, y el fichaje de Hazard, atacan directamente a la falta de iniciativa, desborde, energía y precipitación sostenida que echaba en falta una plantilla que lo ha ganado todo pero que competía erosionada por no encontrar relevo, estímulo y vigencia. Un fichaje que ya actúa de símbolo: la antorcha de un pebetero necesitado de calor.
AdrianBlanco_ 7 junio, 2019
Ahora sí. Hablemos del fichaje de Eden Hazard por el Real Madrid. Hablemos de fútbol. 😀