El Rayo Vallecano se agarró a Primera con una victoria ante el Real Madrid de Zinedine Zidane. Lo hizo sacando mucho mayor partido del escenario de posesión dividida que imperó en todo momento, que obligó al conjunto blanco a precipitar sus primeros pases y a ocupar el campo con las líneas muy separadas. El técnico francés, que en parte entendió lo que se iba a encontrar -cuatro centrocampistas para tener apoyos ante presión alta más dos puntas verticales para atacar espacios-, recabó nueva y añadida información de los déficits del equipo en cuanto a principios de juego. Entre las prisas y rasgos del Rayo y las inconexiones blancas, Jémez se llevó tres puntos que prolongan el desenlace.
La presión del Rayo ocasionó el efecto deseado: el Madrid jugó completamente disperso
Como no podía ser de otra manera, el Rayo verticalizó mucho su juego en campo contrario. Causa y consecuencia de la pérdida de balón blanca, una que condicionó todo balance defensivo, pues nunca se juntó en una zona para dominar el ritmo del encuentro y encontrar ventajas ofensivas desde la suma de minutos con ella, los rayistas enfocaron su juego hacia las bandas, sirviendo como juego de palabras, hasta el extremo. Su presión surtió efecto, logrando, bien conducciones de sus medios -Llorente- saliendo de posición, o bien lateralizando la salida blanca con tal de perder mucho control al tratar de cruzar la divisoria. Jémez tenía el partido donde quería.
La idea quizá más interesante que potencialmente planteó el Madrid fue precisamente alternar la posición de sus cuatro centrocampistas -Kroos, Modric, Llorente, Ceballos- para ocupar espacios en apoyo ante la insistente presión franjirroja. Pero esta idea, llevada a la práctica, no hizo sino acrecentar sus problemas para entender el ritmo del partido. Aunque el Madrid lograra alguna posición medianamente sólida para establecer un ataque posicional duradero, en los costados faltaban , continuamente, efectivos. Bale y Mariano se enfocaban en amenazar la espalda de Gálvez y Ba, lo que dejó a Marcelo y Carvajal en inferioridad numérica.
Zidane sacó cuatro centrocampistas pero las bandas quedaron huérfanas
Y avanzado en el segundo párrafo, fue desde ahí por donde el Rayo pudo ser mucho más incisivo, aunque no tan concreto como hubiera deseado. En esta frase quedó grabado el nombre de Bebé. Partiendo como extremo izquierdo, su agresividad descosió al Madrid entre la soledad de Carvajal, la distancia entre líneas del Real Madrid y la ausencia de ayudas en los costados que el sistema blanco estaba ofreciendo. El portugués recibió, arrancó, amenazó y disparó sin cesar. Y aunque mostró que su último gesto, en disparos, centros y acciones no le acerca tanto al gol, contribuyó a que su rival estuviera corriendo sin saber cómo correr.
Balotelli8 29 abril, 2019
Merecida victoria del Rayo, que tuvo a Pozo como jugador más inspirado del encuentro, con un planteamiento que fue pura escuela Jémez: el Rayo no dejó de presionar ni estando por encima en el marcador, y ni siquiera dio un paso atrás los últimos minutos. Y eso desactivó totalmente al Madrid.
También habría que destacar a un Mario Suárez que hizo todo bien, y a un Javi Guerra que después de más de un año sin contar en el equipo, estuvo a la altura de la confianza de Jémez. No solo por el penalti provocado, sino porque sus movimientos y toques en el último tercio siempre tenían intención de hacer daño. Qué buenos recuerdos me hizo tener del gran jugador que ha sido, en el que puede que haya sido uno de los últimos partidos de su carrera.
En cuanto al Madrid, fue todo muy extraño. Empezando por el dibujo: ese 4-3-1-2 muy de Zidane, que el francés confeccionó a medida del mejor momento de Isco Alarcón; pero sin el malagueño. Jugó Ceballos en esa posición, sin firmar un gran encuentro, y sin que tener un centrocampista más significara ningún plus, con la resta evidente de regalar las bandas al rival.
Pero lo más raro fue que ese dibujo permitió en su día a los blancos dominar desde la posición de sus laterales, que ocupaban toda la banda y avanzaban tanto con el balón como en apoyo para dar líneas de pase, cosa que ayer apenas se vio, no sé si por miedo a descuidar su espalda o por sencillamente no conseguir superar la presión de la franja. Y es que hasta el posiblemente mejor centrocampista de la última década superando presiones, cómo es Luka Modric, realizó ayer un partido para olvidar, con varias pérdidas que además comprometieron mucho a la defensa.
No entendí la elección de ese dibujo, y menos coincidiendo con la presencia forzada en el once de un Mariano que te abre posibilidades a jugar con bandas buscando el centro lateral. Pero la orden de Zidane era clara, e incluso se le veía repetir desde la banda hasta el exceso su pretensión: balones a la espalda de la defensa vallecana. Y tardó sesenta minutos sin rematar a puerta mas que a balón parado en darse cuenta que ni Bale, desganado, ni Mariano, excesivamente nervioso, estaban ganando un solo duelo ni haciendo un buen desmarque.
Si es cierto eso de que estos partidos Zidane los entiende como un "casting", creo que ayer sólo se salvó Courtois… Contra el colista. Eso sí, qué bueno que estos tres puntos dejen vivo al Rayo una semana más. Menudas tres finales quedan a los de Vallecas.