El Liverpool se clasificó ayer para cuartos con más “Pop” que “Rock and Roll” en el Allianz Arena. Absoluto dominador de los segundos 45’, adelantando unos metros su bloque con respecto a la primera mitad e impidiendo al Bayern reaccionar contra los distintos mandobles que le fue sacudiendo a ritmo de balada, el cuadro de Jürgen Klopp vuelve al bombo de los ocho mejores equipos del torneo con una sintonía ciertamente distinta a la de la temporada pasada. Sin mucha parafernalia, en una versión acústica de sus éxitos más recientes, el Liverpool aprovechó el ritmo de partido que quiso imponer el Bayern -como en la ida- para exponer en el máximo escenario europeo una actuación mucho más ‘lenta’ de su repertorio.
Los toques de Firmino le dieron mucha continuidad al Liverpool
Sabedor de la espesura con la que el Bayern viene moviéndose este curso, el Liverpool planteó un 4-1-4-1 en bloque medio, con Henderson -y después Fabinho, tras la lesión del inglés- como pivote y Firmino -escoltado por Salah y Mané- como hombre más adelantado. Cediendo toda la iniciativa desde el arranque, permitiendo que fuese el Bayern quien debiera armar todo el juego desde sus centrales, la intención de Klopp fue aprovechar el espacio que previamente le había concedido a su rival para su propio beneficio. Sin embargo, más allá de la acción que desembocó en el 0-1, el Liverpool apenas consiguió correr con ventaja hacia la portería de Neuer en la primera mitad. No lo consiguió, al menos, tantas veces como seguramente le hubiese gustado a su entrenador.
El Bayern se ha quedado muy lejos de competir por la eliminatoria
Con Javi Martínez y Thiago en paralelo en el doble pivote, y con James, un escalón por encima de estos dos, compensando dentro-fuera los movimientos de Gnabry, que de vez en cuando se metía en el carril central para darle espacio en banda a Rafinha, y merodeando entre la sombra de Lewandowski y la del pivote del Liverpool, el 4-2-3-1 del Bayern marcó el ritmo del encuentro en los primeros 45’. Pero incapaz de acelerarle el pulso al choque, aun cuando más cerca estuvo de soñar con la siguiente ronda, lo mejor que hizo el Bayern en la primera mitad fue “elegir” con conocimiento de causa el momento y -sobre todo- el lugar de sus pérdidas en campo contrario. Así las cosas, el cuadro germano intentó activar en varias ocasiones el uno para uno de Ribéry con Alexander-Arnold, pero el francés fue la viva encarnación de lo que le ha ocurrido al Bayern de Kovac: ‘la Copa de Europa le ha pasado muy por encima’.
Mané y Van Dijk le aseguraron al Liverpool el control de las áreas
A través de la movilidad de Firmino, que volvió a desplazarse -sin la pelota- varias veces hacia la derecha, donde siempre generaba una superioridad -ya fuese con Alexander-Arnold, Wijnaldum o Salah- ante el pivote izquierdo del Bayern -Thiago-, el Liverpool consiguió ir creciendo en el partido. Fue sintiéndose cada vez más cómodo. Más responsable, en resumidas cuentas, de lo que ocurría en el encuentro mediante el esférico. Y ese control, que poco a poco se transformó en dominio territorial, fue el que le permitió imponerse antes y después del 1-2 a su favor. Fue, como decíamos al inicio, una versión mucho más reposada del Liverpool. Más reflexiva. Menos vertiginosa. Quizás, incluso, cabría decir que con menos luces que en otras noches. Pero por eso mismo, si Klopp buscaba algo más que pasar la eliminatoria lo tuvo: la certeza competitiva de que en estos momentos, si bien no luce tanto como hace unos meses, le da para imponerse en las dos áreas. Sadio Mané y Virgil Van Dijk. De su espalda carga en estos momentos el éxito del grupo.
AdrianBlanco_ 14 marzo, 2019
Creo que lo decimos muy poquitas veces pero qué bien juega al fútbol Sadio Mané. La acción del 0-1 es de un futbolista superdotado. Rompe al espacio, controla en carrera, gira, orienta el cuerpo y cómo define. Jugón. 😀