El Real Madrid está explorando todo lo que pensaba que ya no exploraría. Con varios jugadores estructurales rozando o traspasando la treintena, habiendo levantado cuatro de las últimas cinco Copas de Europa, el presente puede estar construyendo cimientos que no son vistos o entendidos hoy como tales. La marcha de Cristiano Ronaldo, la momentánea ausencia de sustituto e incorporaciones, el cambio de entrenador y la irrupción de Vinicius Junior han configurado un escenario de novedades que jugadores tan relevantes en la construcción de la identidad blanca post 2014 han de interpretar de manera muy diferente. Uno de ellos es Marcelo Vieira, un elemento incontrolable e incomprensible para toda ortodoxia defensiva rival, culpable de muchos de los momentos más arrolladores de los últimos proyectos, que está entrando en una fase de adaptación y reconocimiento.
Y es que la presencia de Marcelo en un campo de fútbol es de las que condicionan por completo el comportamiento de su equipo y del rival. Es condición y consecuencia directa que la titularidad del brasileño, más tarde o más temprano, prácticamente obliga, por necesidad y por personalidad del jugador, a construir y derivar la circulación de balón hacia las botas del ’12’. Es el jugador más desequilibrante con balón al pie del equipo blanco y de él nace buena parte de la estructura ofensiva del equipo. Marcelo no puede ser un elemento aislado ni un lateral ajeno al juego, apareciendo con la ventaja ya creada, porque Marcelo es una ventaja de por sí. Él las crea y otros la aprovechan. Por eso, siempre va a ser el lateral del equipo más protagonista, el más alzado sobre la vertical del terreno y el más relacionado con el lado del balón.
Vinicius prefiere arrancar antes que esperar; el 1×1 que el 2×2
Ocurre que durante los últimos años, Marcelo tuvo por delante a Cristiano Ronaldo o Isco Alarcón, dos jugadores de naturaleza diferente entre sí pero con movimientos y automatismos que encajaban de maravilla con el libre albedrío y la heterodoxia táctica y creativa del lateral brasileño. Con el portugués y el malagueño podía ser indistintamente la pared o el pie; Marcelo encontraba referencias en ellos con los que, a base de convivencia y conocimiento, acomodaba su nada rutinaria dinámica de movimientos, regates e incursiones. Había un orden dentro del caos que Marcelo produce desde lo atípico de su figura. Por eso será interesante comprobar cómo se relaciona con su compañero de banda en estos instantes, Vinicius Junior. El joven extremo ha llegado para quedarse y Solari necesita a Marcelo para ganar títulos. Van a compartir banda hasta mayo con mucha continuidad.
La primera gran diferencia que existe con Vinicius es que éste no se para. Una de las características más personales del actual Vinicius es que su juego, una vez recibe, no suele esperar. Él la coge muy arriba y se cita con el defensor para llevárselo a línea de fondo si previamente no lo ha regateado. La estirpe a la que pertenece Vinicius es la que, antes que con sus compañeros, se relaciona más con los rivales: los reta, los agrede con el balón, conduce, amaga o dribla. Su juego es, sobre todo cuando recibe al pie en la banda, muy individual, prefiere casi siempre el 1×1 que el 2×2, lo que puede dejar a Marcelo sin opción para comparecer y generar o en la obligación de acudir como interior alzado y apoyar por dentro o cerca de la frontal, como se vio en algunos momentos del partido ante el Girona -véase el 2-0 de Benzema la posición de Marcelo tras la jugada de Vinicius-.
Marcelo tiene por delante a un jugador de naturaleza similar
En este escenario, los dos jugadores deberán adaptarse a un nuevo plan de movimientos. El crecimiento de Vinicius pasa por implementar una relación más fluida con un compañero cercano, una técnica más ordenada, que por el momento se torna secundaria por la productividad que sus acciones más instintivas generan; mientras la adaptación de Marcelo pueda pasar por ocupar espacios antes de recibir la pelota, quien sabe si rellenar los que Vinicius deja atrás, siendo esto una anomalía en la trayectoria del lateral, pues su razón de ser dentro de la idea siempre fue inventar continuamente de manera autónoma. Y autonomía es precisamente la razón por la que el primer Vinicius es valorado en el despegue del Madrid de Solari.
Balotelli8 1 febrero, 2019
Abro debate sobre Marcelo:
¿Alguno por aquí le ve, en sus últimos años de carrera, jugando como interior de posesión?
Tuve la misma pregunta con Dani Alves hace unos años, y precisamente estas dos temporadas en París está jugando muchos minutos o por delante del lateral, o directamente en el medio.
Por sus características y su madurez futbolística me parece perfecto para la posición, y Solari lo ha usado ya una o dos veces con esa idea, creo recordar que en el Benito Villamarín con defensa de tres centrales y en un partido de Copa con Reguilón detrás de él. Zidane también lo usó alguna vez con Theo detrás, y remontándonos a sus primeros años, juraría que Schuster también lo probó hace una década, por lo menos, con Heinze de lateral. Pero me temo que a ninguno de los tres les convenció ahí. ¿Por qué?
Marcelo ha sufrido siempre en defensa, y pese a que los años de Mourinho le hicieron mejorar una barbaridad en ese aspecto, con los años correr hacia atrás le está suponiendo un lastre que resta muchísima competitividad al equipo.
¿Ha llegado el momento de que se adapte a otro puesto?