La Sociedad Deportiva Eibar es un club con una historia que contar, y esa es la pata del banco más importante de todas las que facilitan la supervivencia y permanencia en Primera División, sobre todo como método para diferenciarse de sus competidores. El paso del tiempo, además, ha dado la razón a todo el proceso que se articula entre la identidad, la pertenencia, el concepto de familia, la excepcionalidad geográfica o el distinguido modelo deportivo que no comparte con ningún otro club; entendiendo el mercado y la adquisición de fichajes desde un paradigma que no existe si el elegido no conecta con todas las demás particularidades de la entidad. Son multitud de detalles contados en otras tantas entrevistas las que de algún modo han hecho girar la cabeza y mirar, mezcla de sorpresa y admiración, a un club que además también es único jugando al fútbol. La SD Eibar mezcla aspectos, decisiones, patrones y estadísticas que se cruzan en un punto donde sólo están ellos. Ipurúa es un lenguaje futbolístico, un descubrimiento seguramente intransferible.
Ipurúa es mucho más que un campo pequeño que no te deja jugar
El escenario al que llega la SD Eibar a Primera División es bien conocido. España está abonada por un contexto ganador y, sobre todo, transformador, que le hace ser campeón de Europa y del Mundo, e inmerso en un día a día de constante evolución en el que los dos clubes más importantes del campeonato, liderados por figuras de una relevancia y calado únicos, habían marcado las tendencias futbolísticas que arraigarían después en un modo de entender el juego y la competición. La creación de espacios con balón en campo contrario, la importancia del pase corto, la ocupación de esos espacios en dicho tramo del terreno y la posterior presión para anticiparse a todos los movimientos predefinidos, aderezados con la llegada, esa misma temporada que el Eibar sube a Primera, de Simeone al Atlético de Madrid, hacen del fútbol español un espacio de investigación en el que el juego se actualiza, dando importancia a todos los aspectos posibles, así como dando pie a colectivos que se posicionan futbolísticamente para generar identidad. Como el roce y la competición van matizando cada propuesta, surgieron oportunidades para competir sin tantos recursos. Y así llegó la SD Eibar para expresarse.
Como antes de nada está la idea, el club, la identidad y la filosofía, el análisis, y por tanto este texto, no debe mirar la calidad de los futbolistas, pues si bien los jugadores tienen la capacidad de generar ellos mismos los sistemas, la SD Eibar no genera dinámicas tácticas o anímicas desde el resultado, al menos no únicamente, sino desde su razón de ser. Multitud de jugadores han pasado por sus plantillas, y el Eibar extrema el modelo sin cuestionarse lo que sucede. Su manera de jugar, una contradicción constante para un equipo sin las posibilidades de acudir al mercado para solucionar una debilidad, nace de su autoestima y de la conciencia plena de sus virtudes, lo que verdaderamente permanece, transformándose en un equipo de fútbol que no guarda una relación del todo lógica en algunas de sus intenciones, modificando las consideraciones que por norma se tienen por un equipo dominante.
Las estadísticas y los conceptos que maneja Mendilibar les hacen ser únicos
Es en la palabra dominio donde el Eibar edifica su distinción. El conjunto armero es el equipo que más balones recupera cerca del área y también en el último cuarto del terreno, lo que da idea de lo arriba que disputa todas sus acciones. Es conocida su identidad defensiva y ofensiva para presionar continuamente y adelantar su zaga hasta la medular. Mendilibar siempre, como ya hiciera de manera exitosa en Osasuna, dispone a sus equipos para estar muy juntos y muy arriba, jugando en los últimos 50 metros del campo. Es por eso que su sistema propone una agresividad que se relaciona con un dominio. ¿Por qué? Porque su deseo es jugar como ellos quieren mientras, al unísono, obliga al rival a jugar a lo que menos desea. Presionando la salida del oponente, el Eibar no da opción a ser uno mismo. Es decir, de la incomodidad generada nace su primer dominio.
Entre sus principales rasgos tácticos, como compensación del riesgo que asume por dejar tanto espacio a su espalda y arriesgar tanto en cada disputa y duelo individual, su juego se nutre y se vuelca fundamentalmente por los costados, donde los laterales tienen que estar siempre muy cerca de su compañero de banda. Lateral y extremo se entremezclan, como una cadena de ADN, sin importar quien rompa, quien abra el campo y quien termine la jugada por línea de fondo, lo primordial es que allí todo ocurra muy rápido y desborde al rival por puro ritmo y voracidad en el toque. El tiempo, en los costados de Ipurúa, se consume, pues el jugador no debe tener la pelota más segundos de lo que tarda su marca en bascular; hay que anticiparse a ello y agredir hacia delante con la pelota: combinaciones rápidas, paredes vertiginosas y balones semidirectos hacia los puntas. Es desde ahí donde se forma parte de la mentalidad del jugador con respecto a la idea principal: el error no tiene impacto negativo, la clave es la cantidad y la frecuencia de acciones que se suceden en campo contrario, por encima de la calidad.
Su dominio del campo es una anomalía: la relación entre posesión, pase corto y acierto en el pase es tremendamente singular
Enlazando algunas de sus estadísticas más significativas, hay una que explica bien todo lo que el Eibar quiere que suceda. Aunque sus movimientos y la ocupación del campo es increíblemente trabajada, todo se hace a tal ritmo que el control es más posicional que técnico con balón. Siendo el 4º equipo con más posesión de la Liga (54%), es el 17º conjunto que menos acierto en el pase presenta (sólo un 74%). Para un equipo que juega muy arriba y tiene tanta posesión, el Eibar rompe los esquemas desde el tipo de pase que decide ejecutar, por eso su dominio es una anomalía. Jugando tanto en campo contrario, los de Mendilibar sólo dan 361 pases cortos por noche (12º en España), siendo, cómo no, el equipo que más centros (31), más pases largos (87) y más duelos aéreos (25.9) obra por encuentro. Ahí, no tiene rival.
En términos de generación de ocasiones, el Eibar produce, como se explica en un párrafo anterior, mucho de su flujo ofensivo por fuera para acabar en el área, donde el Eibar suma más efectivos que en ninguna otra zona del campo. Para Mendilibar, generar un espacio continuo en la cal que le permita centrar con cierta ventaja es la premisa básica de su ataque. Aunque sus puntas saben moverse fuera del área -la mejora de Enrich es extraordinaria-, el centro al corazón de la misma es absolutamente innegociable. Como el despeje de un centro lateral, por consecuencia natural y física, aterriza a una zona en la que el Eibar está viéndo el despeje de cara, sus pivotes y sus centrocampistas defienden hacia delante para mantener la altura y no dejar que nada se escape.
Mendilibar, en Panenka: «Incluso al mejor central del mundo le cuesta marcar un centro lateral porque el delantero llega en ventaja, pues es el que empieza el movimiento y obliga al defensa a adaptarse después. Si el balón va donde el delantero, el defensa poco tiene que hacer. Con buenos movimientos y buenos centros al área puedes llegar continuamente, y esto sirve para para acostumbrar a tus jugadores del centro del campo a llegar al área, pues llegando y no estando siempre pones en dificultades al rival. Es la forma más sencilla de crear peligro. Llevo 25 años entrenando, desde Preferente vengo haciendo lo mismo”.
En una reciente estadística de ‘Fútbol Avanzado’, se mostraba qué jugador de cada equipo daba más pases en cada tercio del campo. 17 de los 20 equipos, sin desafiar a la más pura lógica, tenían a un defensa como futbolista con más participación en el primer tercio y a un centrocampista, normalmente el mediocentro -Rodrigo, Roca, Banega, etc.-, en el segundo… menos en el Real Betis, el Villarreal y el Eibar, donde Ramis es quien más pases da en el primer y en el segundo tercio, siendo el único equipo de la competición que tiene a un mismo jugador tocando la pelota más que nadie en dos tercios del campo, dando una pincelada explicativa más de lo que se cuece en Ipurúa. El Eibar es, continuamene, una excepcionalidad.
Ese dominio no sólo no es intencional y momentáneo, sino que se traduce en dos datos que se relacionan muy bien con la necesidad de crear una frecuencia y una cantidad propias de un ritmo altísimo en campo contrario. Los de Ipurua disparan tanto como el Barcelona, siendo los dos equipos que más lo hacen en la Liga, con 16 por choque y, además, es el equipo del campeonato que menos disparos recibe, aún defendiendo con la mitad del campo desocupado (8.5 tiros por partido), dos indicadores que se han demostrado definitivos para sentenciar como exitoso un modelo de juego tan particular como competitivo.
16 tiros por partido (2º)
8.6 tiros recibidos por encuentro (1º)
9.5 tiros dentro del área por partido (2º)
54% posesión (4º)
74% acierto en el pase (17º)
25.9 duelos aéreos ganados (1º)
5 goles de penalti (1º)
31 centros al área por partido (1º)
87 pases largos por partido (1º)
361 pases cortos por partido (12º)** Datos: Whoscored
AArroyer 13 enero, 2019
Un equipo que conceptualmente, en los tiempos actuales y en la mentalidad del espectador, no existe. Este equipo no existe. Es algo único.