Los últimos tres años en la carrera de Marco Reus lo hicieron prácticamente invisible. Para alguien que rozó la cima europea con 25 años, puede considerarse aventurado afirmar que sus mejores años estaban por llegar, pero se cuenta por comprobado que el último lustro de la veintena reúne la madurez adquirida con la experiencia y un esplendor físico que permite seguir haciendo buena parte de los esfuerzos que otorga la juventud. En el caso del futbolista alemán, todo eso quedó desvanecido junto a un proyecto, el de Jürgen Klopp, que fue perdiendo muchas de las piezas que habían construido uno de los mejores puzzles conocidos por la historia del Borussia Dortmund. Al borde de la treintena, Reus está haciendo mucho de lo que ya sabía hacer. Sólo necesitaba continuidad… y un ecosistema que le permitiera jugar libre y rápido.
Comenzando su carrera desde la banda, Reus siempre fue un segundo punta
Marco Reus nació al fútbol como un segundo punta vestido de extremo, con una marcada y determinante capacidad goleadora. No era un jugador de posiciones fijas pero sí que demandaba espacios concretos que activar -la mediapunta a lo ancho- y un jugador que mantuviera fijo a los zagueros que intervenían en el carril central, valga la obviedad: los centrales. Así, Reus, que cedía a Kagawa y sobre todo Götze, la posición del ’10’, conducía a campo abierto y tiraba desmarques de una calidad maravillosa para encontrarse con el portero. El BVB de Klopp sentía el fútbol de manera instintiva, con una velocidad mental muy superior a la normal. Todos sus futbolistas iban a todo trapo, un rasgo que afinaba y afilaba el control orientado y el primer toque de todos sus mediapuntas.
Reus siempre ha sido un segundo punta finalizador
En aquellas dos temporadas, 12-13 y 13-14, Reus se fue a los 30 goles y 22 asistencias en Liga, números impresionantes. Era su mayor virtud, su principal argumento: la finalización de las jugadas. Su olfato para llegar a zona de remate y armar disparos a un toque o en el uno contra uno multiplicaban su cotización y elevaban al proyecto a una altura digna de un campeón de Europa. El tiempo pasó, la idea quedó en la memoria, sus futbolistas en la historia y su figura en el recuerdo. Las lesiones comenzaron a castigar su día a día y la continuidad física quedó pospuesta para mucho más adelante. En ese tiempo, Tuchel y Bosz intentaron matizar el ritmo del equipo, pero ha sido Lucien Favre quien ha construido el contexto más favorable que se ha encontrado Reus desde la marcha de Klopp.
Favre ha sabido mezclar estructura y ritmo para potenciar a Reus
A sus casi 30 años, Reus, que comenzó la temporada por banda izquierda, se ha convertido en el segundo punta de un 4-2-3-1 que maneja ciertos patrones tan característicos como coherentes con el fútbol que representa Marco. Con Alcácer, Phillipp o Götze por delante, Reus está rodeado por jugadores desequilibrantes pero no invasivos en sus movimientos. Es Reus quien puede marcar las acciones de sus compañeros. Con libertad para empezar por dentro y acabar en el área o en diagonal a la espalda de los centrales, la anchura de Sancho y Larsen, o Pulisic, concede a Reus un radio de acción y de decisión que deja a su disposición sumarse al cambio de ritmo o pararlo si el rival cierra espacios en defensa más baja.
Sancho es el tipo de extremo que da espacio a Marco
Del modo con el que Griezmann o Dybala la temporada pasada, desde un ritmo y una participación completamente diferentes, construían los ataques, el BVB le ha dado a Reus una panorámica completa para que marque las diferencias desde el toque o la definición. Un doble pivote fijo, dos bandas abiertas y un ‘9’ o falso ‘9’ que le pone de cara o le arrastra marcas para poder ver con tiempo y espacio los centros al área. En base a su calidad técnica y al recuerdo que le grabó jugar a un ritmo tan alto en espacios tan pequeños, Reus está volviendo a ser, sin tanto motor pero con más temple, ese segundo punta relacionado con el remate y la pared que puede aniquilar cualquier sistema defensivo que no domina la frontal del área. El viejo nuevo Marco Reus.
Albert Blaya Sensat 22 noviembre, 2018
Bien se merecía su espacio en Ecos. Es, sin dudas, uno de los jugadores con los que más he disfrutado. Su 12-13 fue una cosa de locos, como la de aquel Dortmund que jugaba más rápido y mejor que todos. Reus era menos exótico que Götze y menos matador que Lewa, pero tenía ese correr grácil de los elegidos, una conducción devastadora y una lectura instintiva, como algo natural. Parecía que iba a ser algo muy gordo y… bluf, se lo tragó el contexto y las lesiones.
Lo que más admiro es que ha sido capaz de resurgir a un nivel altísimo en el equipo que le dio la oportunidad de ser quién es. Y a todo esto, el Borussia está líder, jugando a lo que él quiere. Sigue habiendo historias maravillosas en la élite, la de Marco es una de ellas.