
Tan cierto es que el Barcelona encontró en Wembley un escenario relativamente engañoso, como que descubrió un par de certezas que deben elevar su capacidad competitiva en la Liga de Campeones. Es justo matizar que la ocupación de los espacios del Tottenham fue más propia de un escenario en el que no era todo o nada, cuestión que comienza a darse en la Copa de Europa a partir de marzo, pero también que Valverde agradecerá lo que el equipo mostró con Arthur Melo, y aunque por evidente no es justo pasarlo por alto, la monumental actuación de Leo Messi.
Lo que Leo enseñó sobre el césped de Wembley fue más una declaración de intenciones que aportar nuevas certezas a las ya de sobra conocidas. Sobre todo teniendo en cuenta la altura en la que estamos de su carrera, donde saber medir el ritmo del encuentro para juntar al equipo si éste lo necesita es algo que no representa ningún secreto para él, llamó la atención cómo con 0-2 en el marcador mostrase su versión más punzante y agresiva. Cierto que el contexto de partido invitaba a sentenciar a los de Pochettino, pero fue llamativa la energía que puso para no permitir que la duda se apoderase de la actual frágil autoestima culé en la competición reina.
Messi convirtió las dudas en certezas
Aclarados estos dos matices, es importante no empezar por el tejado. El escenario expuesto se produjo porque Valverde tomó decisiones muy relevantes, que buscaron de forma evidente corregir algunos problemas que la nueva propuesta había traído consigo. La entrada de Arthur Melo modificó la estructura culé con pelota, y además sorprendió a un Pochettino que, a sabiendas de las dudas que había mostrado el Barcelona en este arranque de curso, se tiró a la yugular sin paracaídas. La forma de enfocar la presión y el once, con Son Heung-Min, Lamela y Lucas Moura acompañando a Kane, no robó el balón dónde y como se pretendía, con la defensa culé abierta y a gran altura, y eso sucedió en gran parte por culpa de una versión blaugrana mucho más sólida con pelota.
El Barcelona salió en un 4-3-3 completamente matizado: Busquets hacía de mediocentro, con Rakitic como interior derecho y Arthur como interior izquierdo. Messi jugó siempre liberado en el carril central, y Coutinho en un escalón inferior y muchas veces a la altura de los centrocampistas, con Arthur dibujando un doble pivote cerca de Sergio Busquets, y Rakitic, en un primer momento, compensando de forma constante los movimientos de Messi. En ocasiones veíamos al croata pisando línea de cal cuando el Barcelona iniciaba jugada, y abarcando muchos metros tras la pérdida, tanto para morder en el carril central como para acompañar el posible despliegue de los Spurs por su banda izquierda.
Llamó la atención, de hecho, el intercambio que se produjo en varias ocasiones del primer tiempo entre Rakitic y Arthur. Al final el interior derecho de este dibujo culé tiene que correr mucho, porque es la pieza que constantemente tiene que estar pendiente de qué decide hacer Messi. Si el argentino quiere conectar con el medio campo, se abrirá o romperá en vertical, mientras que siempre va a tener que abarcar muchos metros en defensa, en vertical, horizontal, o con diagonales muy largas hacia detrás. Quizás para compensar esos esfuerzos, brasileño y croata intercambiaron roles con cierta regularidad.
Rakitic fue el interior derecho y Arthur el izquierdo, pero hubo permutas
En cualquier caso, lo interesante de la inclusión de Arthur fueron sus largos minutos como interior izquierdo. El brasileño sumó de forma constante, por un lado, dándole a Busquets siempre una opción de pase cercana que ayudaba a conservar el balón y a mover al Tottenham en defensa, permitiendo que a la postre aparecieran espacios para que Messi, en el carril central, castigara al equipo inglés. Por otro, porque el ex de Gremio se mostró seguro en los controles y agresivo y preciso en los giros, y a partir de ahí también nacieron ventajas. Su actuación fue una halo de luz entre las sombras del actual medio campo blaugrana.
El Barcelona construyó una circulación mucho más estable, también motivada por el hecho de que con esta estructura, Coutinho está fuera del peso de la misma. Al final, el brasileño enfoca su fútbol a terminar jugadas, y eso deriva en un riesgo que se multiplica con él y Dembélé compartiendo perfil. La disposición de las piezas, con Arthur cerca de Busquets y Coutinho pudiendo bajar un escalón o centrar su posición para encontrarse con Messi entre las líneas rivales, derivó también en que el Barcelona pudiera recordar la conexión entre el argentino y Jordi Alba, ya que esa diagonal se limpió. Con Dembélé en posición de extremo izquierdo y Coutinho por detrás, es mucho más difícil despejar el camino que recorre la pelota desde la zurda del argentino hasta el lateral, y la inclusión de Arthur la reactivó, como quedó claro en el 0-1 y el 1-3.
Messi volvió a encontrar a Jordi Alba, pero fue la única opción de profundidad culé
Llegados a este punto, parece que Valverde ha encontrado el camino indiscutible del éxito, pero merece la pena reducir una marcha y preguntarse por qué el técnico culé buscó tocar cosas en el arranque de curso. Lo que intentó el entrenador tenía un sentido, y quedó claro en el propio encuentro del Barça en Wembley, sobre todo si nos detenemos en la forma en que el campeón español es capaz de hacer profundos sus ataques. Como ya ocurriera la temporada pasada, donde casi siempre la lanza fue Jordi Alba, el equipo se quedó bastante corto de movimientos verticales y de amenaza al espacio, con un Luis Suárez cada vez menos explosivo y un Coutinho que por mucho que sea uno de los jugadores más determinantes del mundo en la corona del área, no siente el juego desde la repetición del movimiento de ruptura.
Un problema que de verdad comenzará a asomar, a no ser que Valverde siga insistiendo con la intención de enriquecer las opciones del equipo culé en ataque, aunque eso derive en una pérdida de control que enrarezca el clima por culpa si los resultados no acompañan, cuando lleguen los partidos más exigentes de la Liga de Campeones, un problema que no planteó el actual Tottenham, que presumiblemente hubiera ofrecido una versión bastante más conservadora y adaptada a las necesidades en un potencial cruce. Ya en el segundo tiempo y con el Barcelona aprovechando la situación para atacar espacios más abiertos, Messi dejó una exhibición sin paliativos, sin duda la lectura más esperanzadora para que el equipo blaugrana confíe en ser un candidato real al título.
Fernandojb 4 octubre, 2018
Al final.el barca propone lo mismo del otro año, renovado , y sobre todo con un ritmo champion, con mayor impulso fisico ( en el fondo un homenaje al denostado zidane , su ritmo de juego).
Entiendo que vuelve al punto de.salida y a que me refiero, al 0- 3 del bernabeu.
– olvido del juego de bandas, que no domina, y vuelta a volcar el juego por el centro , como forma de encerrar al rival en esa tela de araña por el centro.
El debate sera si conseguira huir del juego de bandas del rival.
Resumen , juego sin bandas, sin extremos , centralizado , eso si con un ritmo champion.
La.pelicula seria « el cartero siempre llama dos veces» ,'igual las cartas se han visto demasiado pronto.