El fichaje de Rodrigo Hernández por el Atlético de Madrid puede valorarse desde muchos ángulos. El primero, por ejemplo, es el más directo: supone un salto de calidad espectacular y un movimiento estratégico para ‘despreocuparse’ de la posición durante una década. Tanto por nivel como por singularidad, Rodri es uno de esos futbolistas que compras porque, entre tanta competencia de clubes del máximo nivel, es un jugador que ya no tienen los demás. Una oportunidad arrebatada. De entre las otras muchas lecturas, para el Atlético de Madrid es clave por dos razones: apremia y empuja a su entrenador a modificar la idoneidad estilística de su mediocentro, y por tanto del colectivo, y además, quizás la más importante, le permite al Cholo y a sus compañeros soñar con la iniciativa del encuentro sin tener más balón que el oponente. El impacto de cada uno de sus toques es altísimo. Sus toques son mucho más juego que jugadas; su presencia modifica los encuentros.
El presente del Atlético hasta el partido ante el Huesca expuso bien las primeras dudas a resolver a nivel de sistema, vistiera o no Rodri condición de titular. La configuración del centro del campo, en el que han de tener cabida perfiles tan diferentes como Rodri, Thomas, Saúl, Koke, Vitolo, Correa, Lemar o Martins, pues la doble punta lleva a mantener el 4-4-2 y las bandas son parte del mediocampo, parece, junto a la cuestión de los laterales, el primer y puede que principal caballo de batalla de Simeone durante esta temporada 2018-2019. La inclusión de los tres centrocampistas españoles, Rodri, Saúl y Koke, el primero por su condición de mediocentro puro y los dos siguientes por experiencia, calidad y ascendencia, es por el momento una columna de seguridad hasta que los fichajes puedan demostrar lo contrario y puedan convencer a Simeone de alinear dos bandas verticales y enfocadas a portería.
Rodri es un elemento diferencial manejando presiones, liberándola con sus envíos
En esos primeros compases, Rodrigo ha formado parte de una estructura con serias dificultades. Con Koke abierto en derecha en varios encuentros y un Saúl más crujiente que fluido, para el mediocentro madrileño no ha sido sencillo encontrar líneas de pase estables tanto en los costados como por delante. Ante el Éibar, con Mendilibar ideando una defensa adelantada pero no presionante, de todos modos magnífica, el Atlético encontró muchos problemas para progresar. Rodri bajaba para hacer superioridad sobre los puntas armeros, Koke se abría para recibir, mientras Saúl intentaba dar espacio pero sin dar opción de pase. Era un envío en largo de Godín la posibilidad más recurrente. Y es en campo propio, sea ante presiones adelantadas como defendiendo largo tiempo en posicional, donde Rodrigo Hernández se convierte en la cantimplora de la expedición, pasando a ser un jugador estructural en los días más grandes que le toquen vivir desde hoy a su equipo.
Porque en esos dos escenarios, ejecutando presión y robando tras pérdida en fase ofensiva, el Real Madrid pretende moverse con asiduidad y dominio, más en su feudo. Los derbis se han caracterizado por una suerte de pacto en el que no han pasado demasiadas cosas en los últimos años a nivel de dominio o sometimiento entendido por creación de ocasiones, pero sí que se han sucedido o conformado con un reparto de papeles más o menos establecido. El Madrid trata la pelota de manera mucho más integral, involucrando a todos sus jugadores y situando a la pelota como baricentro de los encuentros, mientras el Atlético señaliza sus momentos de posesión de manera mucho más puntual en partidos de alto voltaje. Teniendo en cuenta que su fase defensiva ha cedido interés de puertas hacia dentro y con ello pérdida de nivel a lo que supuso en los albores y posteriores temporadas del inicio del ciclo, darle salida a un robo o eliminar presiones rivales se está convirtiendo en un termómetro de su acomodo en los partidos. Y para ello cuenta con Rodri, Griezmann o Costa para evaluar situaciones y pasar a campo contrario.
Koke por dentro y Saúl en banda, o un 4-1-4-1, pueden tener cabida en días grandes
Pero con lo que todavía no cuenta es con una estructura definida cuando se encuentra en estos dos momentos del juego. Por eso, en el Santiago Bernabéu, válido para el Camp Nou o visitas a equipos de capacidad para producir con balón, el Atlético de Madrid va a necesitar imperiosamente ubicar a gente con recursos técnicos para salir por dentro, proteger la pelota y tomar decisiones desde la tranquilidad. Un concepto ambicioso dentro de su propio caminar táctico que encuentra en Hernández un líder absoluto para comandar la idea pero que necesitará de otros jugadores, caso de Koke, Filipe o Griezmann, también de Costa en apoyo, para generar continuidad en sus transiciones. Esa ha sido una de las dificultades rojiblancas en determinados momentos: acierto individual para encontrar calma y sutilidad tras robo para restarle continuidad a oponentes de gran protagonismo en campo contrario.
Tras la exhibición de Koke ante el Huesca, una vez valorada su actuación por el contexto del rival, y las dificultades que está teniendo Saúl para orientarse y derivar sus apariciones con sentido hacia otro compañero, no sería nada descartable que Simeone replanteara la posición del ilicitano, bien formando un 4-1-4-1 que permitiera a su gente llegar mejor a las bandas para proteger espacios interiores y bascular ante el cambio de orientación de Kroos y Ramos, con Saúl de interior y Rodri ajustando por detrás, o bien mantener la estructura que no coloque a Griezmann en la banda del mencionado 4-1-4-1, ubique a Koke junto a Rodri para tener dos jugadores más ágiles protegiendo y conectando por dentro y a Saúl enfocado a atacar espacios a la espalda del ‘3’, ayudar en el juego directo en campo contrario y no sumar más responsabilidad en salida que la de ofrecerse mucho más adelante. La medida está por probarse esta temporada, pero más que nunca será este escenario el que puede situar a Rodri, Koke y Saúl como la idea primaria ante los mejores equipos del mundo.
Santiago Estrade 29 septiembre, 2018
!Cómo le dolió al Cholo la marcha de Arda! Parece un detalle nimio, pero Tener un jugador que fije con balón, que lo retenga y atraiga antea de soltar. Groezzman es muchas cosas, pero no eso. Él suelta casi siempre al primer toque o porque vaya culebreando, pero descarga rápido. No aglutina. Eso, o tienes un jugador muy sobón de balón (cosa que también solía hacer Koke en banda años atrás), o necesitas crear una estructura por detrás del balón que te permite sostener una posesión en campo rival ante una presión intensiva. Lo de antes era más fácil. A ver si ahora con un Koke-Rodri se puede emular fijando en campo propio y lanzando a la espalda de Ramos-Varane o el costado de Case y la espalda de Nacho. Pero con Costa sólo amenazando se antoja poco. Ahí Saúl, como comenta el texto, sería ideal.